¿Cómo afecta la oleada de golpes de Estado a la libertad religiosa en África?
Diversidad de perspectivas entre cristianos en el territorio después de que el continente haya vivido nueve levantamientos militares contra sus respectivos gobiernos en los últimos tres años.
BAMAKO · 30 DE NOVIEMBRE DE 2023 · 10:21
La política africana ha tomado un nuevo rumbo después de que en los últimos tres años se hayan producido nueve golpes de Estado, sobre todo en la región francófona del oeste del continente, además de otros cinco intentos frustrados.
Primero fue Mali, en agosto de 2020. Le siguieron Chad, Guinea Conakry y Sudán en 2021, además de un segundo golpe de Estado en Mali en septiembre del mismo. En 2022 fue el turno de Burkina Faso, con dos golpes de Estado. El primero, en enero, sirvió para deponer al presidente Roch Kaboré, mientras que el segundo, en septiembre, fue perpetrado por militares de menor rango contra la junta formada después del primer levantamiento.
En 2023, primero Níger y luego Gabón han visto como los militares cesaban a sus mandatarios, escogidos por medio de las urnas, por medio de intervenciones basadas en el uso de la fuerza.
Según los datos publicados por las universidades de Florida Central y de Kentucky, entre 2020 y 2023 se han producido más golpes de Estado en África que en la década de 2000-2009 y la de 2010-2019, respectivamente. La base de datos ‘Coup d’État Project’, elaborada por la Universidad de Illinois, contabiliza en un mapa interactivo los levantamientos militares contra sus propios gobiernos desde 1945 hasta 2022. En el caso de Burkin Faso, por ejemplo, se cuentan 15 golpes de Estado (11 realizados y cuatro fallidos). O también se destaca el caso de Sudán, con un total de 30 alzamientos (nueve realizado y 21 fallidos).
“Los golpes militares han vuelto. La falta de unidad entre la comunidad internacional no ayuda”, aseguraba en 2021 el secretario general de la ONU, António Guterres.
Insatisfacción política e inseguridad
En realidad, al analizar lo ocurrido en el continente africano, sobre todo en la región francófona del oeste, se observan factores de mayor complejidad. “Los factores que influyen en los golpes de Estado en África Occidental son dinámicos y, como tales, no podemos atribuir fácilmente una única explicación a sus causas y calendario. Hay razones para los golpes que son particulares de las condiciones pasadas y presentes de cada país. Cuando los militares toman el poder, en la mayoría de los casos dan razones para respaldar sus decisiones”, explica Martin Kapenda, director regional en África de la Red de Paz y Reconciliación de la Alianza Evangélica Mundial (PRN-WEA, por sus siglas en inglés) a Protestante Digital. “Por ejemplo, en Malí, los militares citaron la mala gobernanza y la corrupción como motivos para derrocar al gobierno elegido democráticamente. Los soldados de Guinea y Burkina Faso mencionaron la insurgencia islamista en curso en sus respectivos países. Parecen razones válidas para que los soldados derroquen gobiernos civiles”, añade.
Kapenda echa la vista hacia atrás para encontrar explicaciones al escenario actual y señala que muchos de “estos países han experimentado turbulencias en diferentes formas desde el momento en que obtuvieron la independencia”. “Estos países se han visto atrapados en peligrosas inestabilidades que se perpetúan a sí mismas y que se han manifestado de diferentes formas: movimientos yihadistas, mala gobernanza y deterioro de las condiciones económicas”, remarca.
Según subraya Kapenda, un periodo clave para comprender la actualidad política africana es el final de la Guerra Fría y la confección de unas democracias independientes realmente frágiles. “Tras aquello, la mayoría de los países africanos emprendieron una senda democrática neoliberal. Sin embargo, con el paso de los años se ha visto que este proyecto democrático es en gran medida cosmético y superficial. Aunque periódicamente se celebran elecciones, lamentablemente éstas no se ajustan a los principios democráticos. La voluntad de los votantes en las elecciones no siempre sale a relucir, ya que éstas se amañan en favor del presidente en ejercicio y su equipo favorito. Algunos presidentes en ejercicio de África también son culpables de atemperar los mandatos constitucionales para permanecer más tiempo en el poder. Por lo tanto, la pérdida de confianza en las instituciones democráticas es la razón [principal] de los golpes de Estado”, explica.
Pero, ¿por qué la región occidental? “Durante la guerra fría, África Occidental tuvo el mayor número de golpes de Estado y ahora la misma región está experimentando golpes militares una vez más. Parece que la gente está decepcionada con el proyecto democrático neoliberal. No se ha traducido en beneficios significativos para las comunidades locales. No se han beneficiado de los abundantes recursos naturales, que suelen explotar empresas multinacionales extranjeras que ganan millones de euros con la venta de los recursos naturales extraídos, mientras las comunidades locales siguen viviendo en la pobreza. Esto genera sentimientos de dolor y desconfianza, condiciones que favorecen los golpes de Estado”, añade Kapenda.
A esto hay que añadir también “la falta de seguridad en África Occidental”, que hace de ello “un terreno abonado para los golpes de Estado”. “Los ciudadanos de los países de la región se han visto afectados negativamente por las actividades terroristas y han culpado a sus gobiernos de gestionar mal la insurgencia islámica. Se acusa a estos gobiernos de ser corruptos y, por tanto, de gestionar mal los recursos destinados a luchar contra los yihadistas”, subraya.
En este sentido, también otro líder de la iglesia en África implicado en un ministerio de paz y de reconciliación, y que ha preferido mantener su identidad en anonimato por motivos de seguridad, habla de seis factores a considerar a la hora de explicar la reciente oleada de golpes de Estado en el continente africano. El primero, dice, es el de “las pérdidas causadas por el exclusivismo religioso”. “Diferentes grupos han operado durante algún tiempo en el Sahel y más al sur con cierto grado de impunidad. Ninguno puede definir realmente sus reivindicaciones políticas, su identidad nacional. Esos grupos son diversos y fluidos, y se mueven entre países. Los que viven en distintos países han vivido el caos de distintas maneras, en algunos países unos grupos han culpado a otros, religiosos, regionales o tribales, mientras que en otros la culpa ha sido del gobierno y en otros de Occidente”, explica.
Este líder también observa “la pobreza y el desempleo”, que han dejado a muchos jóvenes “sin esperanza”, así como “la proliferación de armas”, “la resaca de la primavera árabe”, “la desintegración de Libia y la dispersión de grupos armados”, y la “guerra de oriente contra las potencias occidentales”, en la que “los países pequeños solo pueden jugar en un bando”. De hecho, una imagen repetida en los distintos golpes de Estado es la quema de banderas de Francia, mientras que, por ejemplo, en Níger varios manifestantes fueron fotografiados ondeando banderas de Rusia.
¿Una reacción en cadena?
Lo sucesivo y las similitudes de los últimos golpes perpetrados llevan a preguntarse si se puede hablar también de una reacción en cadena, algo que para el líder de la iglesia en África implicado en labores de paz y reconciliación “es difícil” de saber. “Algunos países están experimentando el mismo problema con los grupos armados. Cuando se les persigue, cruzan al país vecino. En términos de reacción en cadena, es probable. Los que están en un país siempre observarán cómo reaccionan el bloque regional y la comunidad internacional. Cuando se ha producido un golpe de Estado en un país y la fuerza regional ha entrado para restaurar el orden y el constitucionalismo, al ser condenado por la comunidad internacional, otros se han disuadido. Esta vez, la reacción, o la falta de ella, o una reacción débil por parte de la comunidad internacional pueden ser señal de aprobación. Es difícil no darse cuenta de la solidaridad entre los países que han pasado por el mismo fenómeno”, explica.
Kapena observa un “hilo conductor” en los últimos casos, aunque también matiza que “cada país tiene factores históricos responsables de los golpes”. “Lo que sí se sabe es que Malí, Guinea, Níger y Burkina Faso son todas antiguas colonias francesas. En países como Níger, Guinea, Malí y Burkina Faso, los golpes recientes no son los primeros. Han sufrido golpes de Estado en el pasado y el fenómeno se ha arraigado en sus culturas políticas nacionales”, puntualiza.
“Estos países tienen instituciones judiciales y de gobierno muy débiles. Cuando hay desacuerdos en estos países, el único árbitro legítimo es el ejército. Por esta razón, la gente tiende a tener una visión positiva de los militares y los aplaude cuando deciden expulsar a gobiernos corruptos. Por desgracia, estos líderes militares no suelen ser mejores que los gobiernos civiles corruptos derrocados, asegura Kapenda.
¿Cómo conviven la libertad religiosa y los golpes de Estado?
El hecho de que en algunos de estos países el Estado no garantice el derecho a la libertad religiosa, o que incluso algunos figuren en las listas de persecución de la organizaciones que se dedican a monitorear la situación de los cristianos en el mundo, lleva a la cuestión de si esta situación cambiará de alguna forma bajo un gobierno militar.
Desde Mali, la Asociación de Grupos de Iglesias y Misiones Protestantes (AGEMPEM, por sus siglas en francés) ha señalado las buenas interacciones con los gobiernos resultantes de los sucesivos golpes de Estado. Incluso, después del primer levantamiento militar, en septiembre de 2020, aseguraban que se les había pedido mediar. Al final, explica aProtestante Digital el secretario general de la entidad, Jerome Tienou, “el papel de los militares es proporcionar seguridad a las personas y a sus bienes”. “Nunca hemos tenido dificultades con la práctica religiosa por parte del Estado. De hecho, el gobierno nos consulta a menudo sobre asuntos relacionados con la vida de la nación”, añade.
Para el líder de la iglesia africana que trabaja en el ministerio de paz y reconciliación, hasta ahora no se ha observado “que en los países donde se han producido golpes de Estado se haya marginado a un grupo religioso concreto”.“Seguimos orando para que las cosas sigan igual”, añade.
Kapenda, en cambio, observa la iglesia como una “víctima de los golpes militares en África Occidental”. “Los grupos terroristas de la región tienen tendencias antioccidentales y esto da legitimidad a los golpistas. Por desgracia, la Iglesia es víctima de estos grupos yihadistas porque se la percibe como una institución occidental. He oído historias en las que cristianos de algunos países de África Occidental que han sufrido golpes de Estado han sido expulsados de sus comunidades, perdiendo sus pertenencias personales y los edificios de sus iglesias”, asegura. Precisamente, Kapenda explica el caso de “un líder de una iglesia cristiana de Malí” con el que ha hablado y “que se lamentaba de que ‘los acontecimientos actuales en nuestro país tras el golpe nos han arrinconado y ya no luchamos por la supervivencia de la iglesia, sino por la supervivencia personal’”.
Golpes de Estado y yihadismo
El director regional en África de la Red de Paz y Reconciliación de la Alianza Evangélica Mundial (PRN-WEA, por sus siglas en inglés), Martin Kapenda, señala que “en términos de influencia religiosa, África occidental está dominada por la fe islámica”, y que “algunos de los grupos terroristas de la región están afiliados a movimientos islamistas”. “Para luchar contra la influencia de los grupos yihadistas, varios gobiernos de África occidental han invitado a fuerzas militares extranjeras, principalmente de Estados Unidos y Francia, la antigua potencia colonial. La presencia de fuerzas militares extranjeras de occidente ha provocado malestar entre algunos sectores de la sociedad. Sin embargo, el mismo pueblo que está en contra de las fuerzas militares de occidente, ha acogido de buen grado la participación de fuerzas de Rusia en sus países. Por lo tanto, se puede concluir fácilmente que los golpes de Estado se producen por los sentimientos negativos contra la influencia de países occidentales como Francia y Estados Unidos”, afirma.
En este sentido, Kapenda remarca que “la experiencia de un gobierno militar es un terreno fértil para la propagación de insurgencias yihadistas”. “Los golpes militares suelen desencadenar un prolongado caos político e inseguridad mucho después de que los líderes militares se hayan marchado. Los ejemplos de África occidental demuestran que, una vez que un país experimenta un golpe militar, existe el riesgo de que se produzcan nuevos golpes. Es el caso de países como Níger, Malí, Guinea y Burkina Faso. Lo que se ha observado en países como Malí y Burkina Faso es que se ha producido una propagación más rápida de las actividades yihadistas tras los golpes militares”, subraya.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - ¿Cómo afecta la oleada de golpes de Estado a la libertad religiosa en África?
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