A medida que pasan los días, el futuro político de Mali sigue esforzándose por encontrar una definición. La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) sigue presionando para que la junta militar que ostenta el poder tras el Golpe de Estado del pasado 18 de agosto, lo transfiera a un civil y organice elecciones en un plazo máximo de un año. “Ninguna estructura militar debe estar por encima del presidente interino”, ha subrayado el presidente de Niger, que también dirige ahora mismo la CEDEAO, Mahamadou Issofou.

El Comité Nacional de Salvación del Pueblo, como se ha denominado a sí misma la junta de militares que ha tomado el control tras el putsch, parece receptiva ante las recomendaciones exteriores, pero ha aplazado una consulta para la transición que se iba a realizar este fin de semana “por razones organizativas”. 

La decisión se ha producido después de que el Movimiento 5 de junio, una organización que aglutina a opositores del presidente depuesto, Ibrahim Boubacar Keita, e influyentes líderes religiosos, haya protestado por no haber sido invitado a la reunión. “Una revolución no puede ser confiscada por un grupo de soldados”, ha señalado el portavoz de la entidad, Issa Kaou Djim.

El Movimiento 5 de junio, dice Jim Bowers, misionero evangélico estadounidense que sirve desde hace años en Mali, “no forma parte de quienes libran la guerra civil” en el país. “Pero su líder (el imán Mahmoud Dicko) cree que si Mali fuera más islámico, los yihadistas depondrían las armas. Creemos que se engaña a sí mismo y los yihadistas tampoco estarán satisfechos con su forma del islam, porque no es radical. Además, para muchos de los que viven en el norte, la yihad es un barniz que oculta sus verdaderos intereses, que son el robo y el tráfico de drogas y personas”, añade.

Protagonismo de las confesiones religiosas en el momento

La influencia de Dicko y el Movimiento 5 de junio sobrepasa la esfera religiosa para adentrarse de lleno en el terreno político. Sin embargo, el Comité Nacional de Salvación del Pueblo que dirige el coronel Assimi Goita no ha rehusado reunirse con representantes de diferentes confesiones en el país, entre ellas la cristiana evangélica. “No nos sentimos amenazados ni como extranjeros ni como cristianos. Las protestas eran contra el gobierno, no contra nosotros”, recuerda Bowers, que también apunta que los rebeldes armados del norte han atacado iglesias en los últimos meses y que se enfocan sobre todo en atacar a familias de franceses. 

Sin embargo, apunta, “las iglesias no han sido para nada amenazadas durante toda esta crisis política”. “De hecho, se nos ha pedido mediar en varios puntos”, añade. En respuesta a preguntas de Protestante Digital, Bowers ha asegurado que “las iglesias y mezquitas nacionales están implicadas” en el nuevo escenario, y que representantes de la Asociación de Grupos de Iglesias y Misiones Protestantes Evangélicas en Mali (AGEMPEM, por sus siglas en francés), se han reunido este lunes con el Comité Nacional de Salvación del Pueblo en un “encuentro amigable”.

Mali, ¿el primero de otros movimientos en la región?

Si bien el conflicto yihadista ha ido ganando terreno en Mali en los últimos años, expandiéndose desde el norte hasta ganar influencia en zonas del centro de su geografía, el país cuenta con una larga tradición de diálogo y cooperación entre colectivos, por ejemplo en el ámbito religioso. “La situación es peor ahora en Burkina Faso y en Nigeria que en Mali, en muchos sentidos, y desde allí llegan tristes informes de asesinatos extrajudiciales por parte de las fuerzas gubernamentales”, señala Bowers.

El misionero pide oración por “los países del Sahel, desde Mauritania hasta República Centroafricana”. “Las cosas son bastante desagradables en muchos lugares a causa del resurgimiento del terrorismo salafista radical. Algunas áreas están bajo control de quienes dicen que los métodos occidentales van contra Alá y se han cerrado escuelas, clínicas y servicios públicos”, añade.

Precisamente, el islamismo radical ha aprovechado las diferencias culturales existentes en la región para alimentar el propósito de su odio. “Hay mucho racismo en cada país por parte de muchos colectivos contra otros y, a menos que se reconozca y sea gestionado de forma adecuada, siempre habrá una fuente perfecta de reclutamiento para el pillaje y la violencia. La reconciliación es difícil y me alegra ver que hay unos pocos grupos de cristianos y musulmanes trabajando en esto”, subraya.

Para Bowers, parte del problema es que “los gobiernos no saben cómo mostrar y actuar con justicia y dar una percepción de que están del lado de todos y cada uno de los grupos de personas”. “Es posible que en los próximos meses oigamos de protestas en en Guinea y Costa de Marfil, en respuesta a las elecciones de octubre y a viejos mandatarios buscando una tercera legislatura”, dice. 

Pregunta: ¿Cómo avanza la situación en Mali tras el Golpe de Estado?

Respuesta: Parece que se establecerá un gobierno civil-militar. El Comité Nacional de Salvación del Pueblo se está reuniendo con diferentes grupos para obtener su apoyo y conocer su versión sobre lo que esperan. Un embargo, el cierre de los bancos y de las fronteras hará daño. Los coroneles lo saben y no quieren que la gente esté contra ellos, por lo que están cediendo lentamente respecto a sus primeros pronunciamientos. Creo que en las próximas dos semanas veremos un escenario más claro. Yo soy partidario de un año de transición. Se hizo así en 1991 (contra Moussa Traoré) y en 2012 (contra Amadou Toumani Traoré). Sí, este es el tercer Golpe de Estado que vivimos.

P: ¿Por qué un Golpe de Estado ahora?

R: La gente estaba harta de la gestión del gobierno en todo. Los militares percibieron esto y, finalmente, han actuado, para sorpresa de la mayoría. Ha sido un golpe prácticamente sin derramamiento de sangre y, esta vez, los militares parecen unidos, no como en 2012. No es que el presidente Keita fuese un cruel dictador, aunque se hable mucho de ‘régimen’, pero la guerra, la pobreza, las injusticias por parte de los militares y los policías, las malas elecciones, las grandes huelgas en la educación, las malas decisiones en agricultura y el secuestro de un político mejor (en alusión al líder de la oposición secuestrado el pasado mes de marzo en Tombuctú, Soumaïla Cissé), han generado un punto de inflexión.

P: ¿Cómo puede afectar el nuevo escenario no solo a la realidad política del país, sino también a otras áreas de la vida, como la relación entre grupos étnicos y la libertad religiosa?

R: Esa es la gran cuestión. ¿Tomarán los yihadistas ventaja de la desunión en Bamako y lo aprovecharán para apoderarse de ciudades grandes en el norte, como en 2012? ¿Habrá intentos para reconciliar a la gente, especialmente en cuanto a las tensiones entre dogones y fulanis? ¿Podrán detener la matanza de agricultores al estilo Boko Haram en las áreas de Koro, Bankass y Niono (todas ellas de predominancia dogón), en el centro de Mali? ¿Habrá algún reconocimiento de las injusticias cometidas por parte de las fuerzas armadas que han prometido proteger a los civiles? ¿Podrán conseguir que las confederaciones rebeldes tuareg, el elemento principal de la estructura social, renuncien a las armas? ¿Podrán los árabes reconciliarse con los tuareg y los songhai en el norte? Se necesita todo ello para acabar con la guerra. Tomará tiempo y un cambio de escenario hacia la hermandad, tal y como en Estados Unidos y tantos otros lugares, para muchos en el centro y el norte, así como en Bamako y otras ciudades. Por favor, orad por Mali.

P: ¿Cómo afrontan los cristianos y las iglesias el nuevo escenario?

R: Las iglesias y mezquitas nacionales están implicadas en el proceso. La AGEMPEM se ha reunido este lunes con los líderes del Comité Nacional de Salvación del Pueblo, en un encuentro amigable. Los principales líderes católicos y musulmanes también han estado presentes. Somos consultados a menudo, y muy respetados. Hace poco he sabido de un reconocido miembro de una iglesia que también es soldado y que está ayudando a preparar las declaraciones oficiales de la junta militar.