El ‘equilibrio’ de Jesús de Nazaret

Jesús tuvo la audacia de pronunciar palabras que sonaron absolutamente subversivas, incluso para los discípulos.

14 DE JUNIO DE 2020 · 09:00

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Imagen de Markus Spiske en Unsplash.

“Equilibrio” es una palabra que significa etimológicamente “el igual de la balanza”, es decir, “permanecer en el mismo nivel sin inclinarse ni a un lado ni a otro”. Se refiere a la armonía entre cosas diversas, la mesura, la ecuanimidad, la sensatez en los juicios y los actos. Vale, muy bien. Entonces muchos respetables y piadosos cristianos toman este concepto en régimen de propiedad y se lo aplican a la persona de Jesús de Nazaret con la intención de probar, de un modo casi empírico e infalible que su vida, obras, enseñanza y milagros obedecen a ese “cliché”: “Equilibrio en estado puro”.

Pero hay algo más. Porque a todos aquellos que los “equilibrados” consideran extremistas, herejes y desviados, se les hace saber que carecen de discernimiento, porque si entendiesen el sacrosanto “equilibrio” desde el que se supone que Jesús pensó, habló y vivió, de ningún modo actuarían como lo hacen. Ante todo, equilibrio. E-QUI-LI-BRI-O. Vale, muy bien. Veamos, pues, el “equilibrio” que podemos aprender de Jesús de Nazaret:

1. A lo largo de su ministerio, Jesús curó a muchos enfermos en el día de reposo. Mr. 3:1-6 – “… Le acechaban para ver si en el día de reposo sanaría a fin de poder acusarle… y salidos los fariseos tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle”.

El día de reposo es el día del Señor, y en ese día el Señor sana. Pero los centinelas de la observancia, que practican el imperativo legal pero se olvidan de la misericordia, ven la ley por encima de la sanidad, y toman consejo para quitar de en medio a Jesús. O sea, que no estamos delante de un cumplidor, sino de un transgresor. ¿Es eso “equilibrio”?

2. Para todo judío piadoso era de ley evitar la compañía de los pecadores, sin embargo, Jesús actúa de un modo escandalosamente diferente. Mr. 2:15-17 – “… Aconteció que estando Jesús a la mesa de él (Leví, el publicano) muchos publicanos y pecadores estaban también con él a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos… y los escribas y fariseos dijeron… ¿Qué es esto, que él come y bebe con publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús les dijo: No he venido a llamar a justos sino a pecadores”.

Los que se consideran “buenos”, no pueden tolerar la compañía de los injustos e impuros porque representa para ellos piedra de tropiezo. Los llamados “descreídos”, desde la interpretación de los “santos y justos” se encuentran en los márgenes de la sociedad, apartados de todo privilegio espiritual por sus propios deméritos. Pero ¿qué es lo que hace Jesús? Se dirige a publicanos y pecadores, deja que le inviten a comer dedicándoles tiempo y atención y se gana la misma marginación a la que están sujetos los grupos sociales con los que convive. De nuevo, no parece esta la manera de proceder de una persona “equilibrada”.

3. Nada había más sagrado para un judío que la ley y la interpretación que de ella daban las escuelas rabínicas. Pero Jesús se atrevió a cuestionar el espíritu legalista que la había corrompido. Mt. 5:21-22 – “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio…”

La palabra de Jesús se coloca a un nivel superior al de la palabra de Dios dada a Moisés, trascendiendo la letra de la ley y dotándola de un espíritu capaz de revelar las intenciones y las motivaciones más hondas del corazón, porque sólo así es posible practicar una justicia mayor que la de los escribas y fariseos para entrar en el reino de los cielos (Mt. 5:20). Con un discurso tan radical y revolucionario se echó encima a todo el poder religioso de su pueblo. ¡Abajo el “equilibrio”!

4. Jesús realizó una acción simbólica que constituyó la mayor provocación dirigida a la vida espiritual de su pueblo: la expulsión de los mercaderes del Templo. Mt. 21:12-15 – “Y entró Jesús en el Templo, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros las habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos y los sanó”.

Con este gesto inequívoco de autoridad, episodio que narran los cuatro evangelistas, Jesús puso en crisis y en peligro todo el ordenamiento del culto dirigido a un dios/ídolo convertido en fuente de poder, dominio y enriquecimiento de unos pocos sobre todo el pueblo. Desde aquel momento, los sacerdotes y las familias saduceas se contaron entre sus enemigos más irreconciliables. A los pies de la cruz aparecerán de nuevo reclamándole un movimiento de autosuficiencia para creer: “… Los principales sacerdotes escarneciéndole con los escribas y fariseos y los ancianos decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz y creeremos en él” (Mt. 27:41). ¡Si esto es “equilibrio”, resulta inexplicable!

5. Jesús escandalizó a los ricos piadosos invitándoles a seguirle con propuestas desconcertantes e inesperadas. Lc. 18:22 – “Vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme”. Mr. 10:24-26 – “… ¡Cuán difícil le es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas. Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?”

Jesús provocó y desconcertó a muchas familias acaudaladas de Israel, y tuvo la audacia de pronunciar palabras que sonaron absolutamente subversivas, incluso para los discípulos. Hasta el día de hoy, la sentencia de Jesús en este texto ha interesado más a camellos que a los ricos. Con este discurso tan radical no pudo sino padecer la enemistad y el rechazo de los poderes económicos de su tiempo1. ¿”Equilibrio”?

Lo que está fuera de toda discusión es que la enseñanza y la práctica de Jesús representaron una radical amenaza al poder religioso, económico y político de su tiempo, y que éste reaccionó. Jesús fue, esencialmente, una “persona en conflicto” y un “desequilibrado” para las lubricadas estructuras de la clase dominante, por ello fue rechazado, perseguido, arrestado, condenado y acabó como lo hizo. Fue una persona subversiva y en conflicto que estorbó a la autoridad competente y al que estorba se le quita de en medio.

El conflictivo y “desequilibrado” Jesús se enfrentó, en el nombre del Dios verdadero a todos los demás dioses/ídolos: El egoísmo, la religión, el dinero, la injusticia, el poder, la codicia, la ambición y la violencia. Y lo pagó con la muerte. La cruz es el precio que Dios estuvo dispuesto a pagar y pagó por amor a los seres humanos a causa de sus pecados, para que estos participen de la vida de su vida y alcancen la salvación integral. Por eso es tan relevante a lo largo de todas las Escrituras, aunque el crucificado sea casi un extraño para nuestra cultura burguesa y nuestro cristianismo acomodaticio y adormecido.

Si, ahora, tomamos el concepto “equilibrio” como lo hemos entendido y explicado aquí, situándolo bajo la luz de la praxis de Jesús, el resultado es escandaloso. Porque, entonces, la definición del término sufre un vuelco radical y se vuelve hostil sirviendo sólo para describir a conservadores religiosos, jueces inmisericordes, sabelotodos narcisistas y teóricos del evangelio que, en vez de comprenderlo y practicarlo, va y resulta que lo ignoran, lo tuercen y lo manipulan cuestionando, sin saberlo, su dimensión de “locura y escándalo” de la que tanto habla la Escritura.

Conviene tener esto en cuenta a la hora de señalar, etiquetar o censurar a los demás, porque la sabiduría que nos transforma y renueva es la que nos conduce a practicar con el espejo y no con la lupa. Y, sobre todo, aquella que nos sitúa a los pies del “desequilibrado” Jesús para convertirnos en seguidores e imitadores de su extraordinaria vida, desde la que podemos experimentar la salvación y la vida auténticas desde ahora y para siempre.

 

1 Delás E. “Dios es Jesús de Nazaret”. Noufront. 2007. 136-138

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En el camino - El ‘equilibrio’ de Jesús de Nazaret