La comunicación como herramienta de misión empresarial
No subestimes el poder de tus palabras, de tus publicaciones. Pueden ser herramientas que abran puertas, transformen percepciones y acerquen a otros a Jesús a través de tu trabajo y tu negocio.

La mayoría de los empresarios que conozco ponen todo su esfuerzo en tener un buen producto, cuidar la calidad de su servicio, ofrecer precios competitivos… y todo eso es importante. Pero hay un área clave que a veces descuidamos: la comunicación. Y no me refiero solo al marketing tradicional, sino a cómo compartimos lo que hacemos, por qué lo hacemos y para quién lo hacemos.
En un mundo saturado de mensajes, comunicar bien no es solo una habilidad técnica, es una necesidad. Porque si ves tu empresa como un verdadero campo de misión, entonces también necesitas comunicar con propósito, con estrategia… y con un corazón alineado con tu misión empresarial.
La comunicación también es parte del llamado
No todos somos expertos en redes sociales ni tenemos un departamento de comunicación, pero todos comunicamos. Cuando eliges qué quieres contar, cómo contarlo, a quién, con qué tono… estás tomando decisiones que influyen directamente en tu posicionamiento, en tus relaciones y en el impacto que puedes tener.
La Palabra de Dios nos recuerda: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6). Esta es una advertencia que vale tanto para una conversación como para un anuncio en prensa, una publicación en redes o un correo a un cliente.
¿Qué quieres que la gente conozca de tu empresa?
Uno de los errores más comunes es pensar que “ya se entiende lo que hacemos”. Pero muchas veces no es así. Vivimos tan “atrapados” en nuestro día a día de nuestro negocio que olvidamos que fuera hay personas que no saben quiénes somos, qué nos hace distintos o por qué deberían confiar en nosotros.
Por eso es tan importante desarrollar una estrategia de comunicación. Una hoja de ruta que nos ayude a identificar:
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Qué queremos decir (nuestro mensaje principal).
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A quién se lo queremos decir (nuestro público prioritario).
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Cómo lo vamos a decir (nuestro estilo, tono, valores).
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Dónde y cuándo lo vamos a decir (canales y calendario).
Esto no es un lujo para grandes empresas. Es una necesidad para cualquier proyecto con propósito, independientemente del tamaño o de los recursos con los que contemos.
No todos los públicos son iguales
Hablar con un cliente no es lo mismo que hablar con un proveedor, con un empleado o con una entidad pública. La clave está en adaptar el mensaje sin perder la coherencia. Puedes cambiar el canal, el lenguaje, incluso el enfoque… pero nunca el propósito ni los valores.
Como embajadores de Cristo en la empresa, debemos ser conocidos por nuestra honestidad, claridad y coherencia. No por manipular, exagerar o esconder. Recuerda lo que decía Jesús: “Sea vuestro sí, sí; y vuestro no, no” (Mateo 5:37).
Tu mensaje tiene que ser claro, creíble y coherente
En marketing hay una regla básica: si tú no defines tu mensaje, otros lo harán por ti. O peor aún: nadie lo entenderá. La claridad en la comunicación no es solo una cuestión técnica, sino de ser fiel a tu identidad.
Por eso, tu mensaje clave debe responder con sencillez a preguntas como:
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¿Qué problema resuelves?
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¿Por qué te importa?
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¿Qué te hace distinto?
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¿Qué pueden esperar de ti?
Y ese mensaje debe repetirse con coherencia en todos tus canales: desde una conversación informal hasta tu web, tus publicaciones en redes sociales o el modo en que contestas una llamada.
Comunicar bien también es servir
Cuando comunicas con claridad, estás facilitando que otros te encuentren, te comprendan y se beneficien de lo que ofreces. Eso también es servir. No se trata de “venderte”, sino de facilitar el acceso a una propuesta que bendice.
Si tu negocio fue levantado con un propósito, entonces no comunicarlo bien es como esconder la lámpara debajo de la mesa (Mateo 5:15). Tu historia, tus valores, tu manera de trabajar… también pueden tocar vidas. Pero solo si los das a conocer.
¿Y si revisas cómo está tu comunicación?
Quizás este sea el momento de revisar cómo estás comunicando. Hazte preguntas como:
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¿Las personas que no me conocen entenderían lo que hago en 30 segundos?
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¿Estoy transmitiendo mis valores de forma visible?
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¿Mi comunicación refleja a quién quiero servir y cómo quiero hacerlo?
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¿Tengo definidos mis canales principales y los uso con estrategia?
A veces no hace falta una gran inversión. Basta con tomar conciencia, alinear esfuerzos y poner orden.
La comunicación es parte del testimonio
Si nuestra empresa es como “el brazo” de nuestra misión, entonces la forma en que comunicamos también lo es. Hablar con claridad, desde la verdad, con un enfoque centrado en el otro, no solo mejora los resultados… también glorifica a Dios.
Así que no subestimes el poder de tus palabras, de tus mensajes, de tus publicaciones. Pueden ser herramientas que abran puertas, transformen percepciones y acerquen a otros a Jesús a través de tu trabajo y tu negocio.
José Manuel Castellón es consultor de negocios, formador y coach con más de 30 años de experiencia profesional. Es el fundador de Ventagy, empresa especializada en soluciones empresariales.
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