“Mis ‘planes B’ han sido siempre los mejores”
La flexibilidad para aprovechar nuevas oportunidades ha permitido a Manuel Zamudio desarrollar su carrera en el sector de la restauración, donde opera actualmente con 13 restaurantes en España.

Manuel Zamudio es un empresario afincado en Valencia que se dedica el sector de la restauración. Con una amplia trayectoria en la gestión ejecutiva y la gerencia a nivel internacional, este mexicano ha abierto trece franquicias de restaurantes de comida rápida en España en los últimos siete años.
El de la restauración organizada no era el negocio con el que Manuel soñaba, que desde pequeño se mostraba apasionado por la ingeniería mecánica. Sin embargo, las oportunidades que se le fueron presentando y que supo aprovechar han servido para construir una carrera próspera y llevarle a echar raíces, junto a su familia, en un lugar inesperado.
Zamudio considera que el sector de la comida rápida tiene aún margen para crecer en nuestro país, y afirma que ese crecimiento no debe ser solo comercial o económico: desde el primer momento, ha apostado por una gestión responsable que implique todos los procesos del trabajo, desde el inversor al trabajador.
Pregunta. ¿Cómo es que un ingeniero mecánico termina en el negocio de la restauración?
“Desde pequeño, me gustaba ver que las piezas encajan, que las cosas funcionan”
Respuesta. Crecí y me crié en México y pronto quise seguir el ejemplo de mi padre, que era ingeniero mecánico y tenía una pequeña empresa de puertas automáticas. Era algo que me atraía desde niño: ver que las máquinas funcionasen, que las piezas encajaran, los procesos de funcionamiento… Así que desarrollé mis estudios en este ámbito. Primero en México, luego en Detroit durante un año, donde pude trabajar en Ford. Pero al volver a México tuve una oferta para trabajar como becario en P&G, una empresa de gran consumo a nivel mundial. Lo curioso es que me ofrecieron trabajar en el área de marketing. Pero ¿qué hace un ingeniero en márketing? Yo tenía entonces un amigo de la iglesia que trabajaba allí, y me mostró cómo había muchos ingenieros, personas a las que también les gustaban los números, que las piezas “encajaran”. Y la verdad es que me encantó, así que me quedé allí trabajando. y haciendo cinco años de carrera en ese ámbito.
P. ¿Es estando en México cuando llegas a la comida rápida?
R. Así es, me hicieron una oferta para trabajar en PizzaHut en México. Así que pasé de vender champús, pañales y detergentes a vender pizzas y comida rápida.
En este sector todo ocurre rápido, y así fue que pasé de estar en las pizzas a otro negocio dentro de la misma corporativa, KFC (especializado en pollo) en México, que ya era uno de los grandes de comida rápida en el país.
Tras unos años trabajando en México, surgió la oportunidad de hacer carrera internacional. Me ofrecieron ir a Inglaterra como director de marketing, con la idea de volver a México en un tiempo. Sin embargo, la posibilidad de regresar se cerró por algunos cambios inesperados. En ese momento vi que podía hacer un cambio en mi carrera, para centrarme más en la operativa del negocio. Así surgió la posibilidad de ir a España.
P. ¿Cómo ha sido tu trayectoria laboral en España?
R. Ha sido toda una aventura. Salimos de México con mi esposa y mis hijas pequeñas con destino a Inglaterra, pero hemos terminado afianzándonos y echando raíces en España, donde estamos desde 2011. Aquí trabajé durante cinco años como director general de KFC para España y Portugal, con el objetivo de relanzar la marca en España y ponerla “en el mapa”. Empezamos a cambiar el plan de expansión, buscar nuevos franquiciados e inversionistas. Tras cinco años, en 2016, surgió la oportunidad de comprar un restaurante en Valencia y comenzar un plan de expansión.
Siete años después, tenemos 13 restaurantes de KFC en la Comunidad de Valencia, Castilla-La Mancha y Salamanca. Todo ello en un contexto complicado, con la crisis de la pandemia, la guerra en Ucrania, pero ganando experiencia en el mundo empresarial, que es distinto al corporativo.
“El camino para lograr los hitos ha sido sorprendente”
P. Al repasar tu trayectoria, ¿de qué forma afrontaste los cambios a medida que iban surgiendo las oportunidades?R. Mis “planes B” han sido siempre los mejores. Yo tenía hitos que quería lograr en mi carrera, pero el camino para llegar a esos hitos siempre ha sido sorprendente. Pensábamos irnos de México para volver, pero al final llegamos a España y nos hemos establecido aquí. Llegamos trabajando en el ámbito corporativo, pero nos hemos lanzado al negocio propio. Lo que veo es que hemos actuado confiando y estando seguros de qué queremos, pero el cómo ha sido lo que ha ido cambiando y sorprendiéndonos. Y con el tiempo, puedes ir entendiendo el por qué ha sido así, el propósito. Algo que he aprendido es que, en la carrera profesional, es necesario pararse de vez en cuando para pensar en qué quiero hacer, pero ser flexibles en el cómo, para adaptarnos a las circunstancias y ser capaces de aprovechar aquello que pueda surgir que te cambie los planes.
P. Tu trayectoria en KFC en España ha sido destacada por la prensa especializada como muy exitosa. ¿Cómo desarrollaste este trabajo?
R. Cuando llegamos, KFC era una marca que tenía poca presencia, con unos 60 restaurantes centralizados principalmente en Madrid, Barcelona y las zonas más turísticas; con mucho arraigo entre los latinoamericanos, que ya conocían la marca, y estaba identificada con este público. Pero lo que queríamos era competir con los grandes jugadores de comida rápida, sobre todo con el mundo de la hamburguesa, lo que nos planteaba un tremendo reto. Así que empezamos a mejorar la oferta. También a contratar a personas locales, y demostrar que el cliente español podía valorar la marca y entenderlo como una alternativa de comida rápida, que no fuera hamburguesas y pizzas.
Ahora es un negocio de más de 300 restaurantes, que ha crecido mucho y se ha consolidado hasta ser una de las grandes empresas de comida rápida en el país.
P. Luego diste el salto a adquirir restaurantes y hacerte franquiciado. ¿Cómo te has desarrollado al dar este paso?
R. Sí, en 2016 decido comprar un restaurante. Ha sido un reto porque supuso echar a andar un negocio, lo que me implicó centrarme más en el desarrollo del proyecto, la captación de personal y la gestión financiera. Actualmente, queremos consolidar el modelo de crecimiento. Hemos pasado de uno a trece restaurantes en siete años, un crecimiento vertiginoso. A la vez, estamos explorando alternativas, ideas para nuevas marcas que veamos que tienen proyección, y que sean buenas oportunidades.
“Queremos cambiar el estigma de que el trabajo en la restauración no es bueno”
P. ¿En qué momento está el sector de la restauración organizada?R. Todavía hay mucho campo de negocio por explotar, y esto es una tendencia global. El sector de la restauración a veces tiene mala imagen por las condiciones laborales. Se suele decir que en un restaurante “sabes cuando entras, pero no cuando sales” de trabajar, eso sí, cobrando lo mismo. En mi caso, puedo decir que esta empresa paga todo lo que se trabaja, y todo con la legalidad por delante. Es algo que incluso le llama la atención a algunos de los empleados, porque en cuanto entran a trabajar yo les digo: “bienvenido a esta empresa donde te vamos a pagar por cada hora que trabajes”. La gente no está acostumbrada, pero la restauración organizada va en esta línea y creo que estamos ayudando a cambiar ese estigma que arrastra este sector.
P. Nos contabas antes que tu familia te ha acompañado en todo este viaje vital.
R. Sí. Ayuda mucho que mi esposa Paola es chef, y conoce la restauración desde los 14 años. Ella es una apasionada de los restaurantes, con experiencia en todo tipo de negocios. Ahora ella es la directora de recursos humanos y excelencia operativa, y disfrutamos mucho el trabajar juntos. Tiene la capacidad de entrar en un restaurante y ver 25 cosas más de las que veo yo. Así que es una aventura familiar, con ambos muy involucrados. Estos siete años han sido intensos, donde el reto ha sido separar el trabajo de nuestra conversación para enfocarnos en las otras áreas de nuestra vida, como el tiempo para la familia, la dedicación para nuestras hijas. Ahora mismo tenemos una hija de 18 años, ya estudiando fuera del país, y otras dos, de 16 y 15 años. Aunque ya tienen su independencia, es una etapa de exigencia de atención. No hay duda de que un negocio personal compite por el tiempo y la atención, así que estamos en ese aprendizaje.
P. Como cristiano, ¿consideras que los principios bíblicos te ayudan en tu trabajo?
R. Desde que se fundó la empresa, he aprendido a vivir con la incertidumbre: uno tiene sus planes, pero confía ante todo en los planes de Dios. Justo hace siete años no teníamos claro que esto saldría adelante. Incluso mi jefe me dijo que si no iba bien la negociación, podía volver al puesto que dejaba. Yo confiaba en mi trayectoria, conocimientos, currículum… Pero la incertidumbre seguía ahí. Y un día me llegó un pasaje del Salmo 20: “unos confían en carros, otros en caballos, pero nosotros confiaremos en el nombre del Señor”. Y de ahí viene el nombre de la empresa actual, “Chariots investments”, porque no es en los carruajes en lo que confiamos, sino en la provisión de Dios. En aquel momento tres hermanos en la fe formamos una asociación y Dios nos mostró que está al cuidado de las cosas. Ahora hemos ampliado la participación de inversionistas, y siempre procuramos gestionar las cosas como Dios manda, decentemente y con orden. Esto está establecido como principios fundamentales de la empresa.
“La integridad es uno de los pilares básicos, la mentira tiene las patas muy cortas”
P. Nos decías que el sector de la restauración no siempre ha tenido buena fama, por las trampas que a veces se intentan hacer. ¿Crees que vale la pena perder a corto plazo, para ganar a largo plazo?R. Sabes que a corto plazo, hacer las cosas bien puede ser más caro y más difícil. Alguno me ha dicho: “¿Cómo es que pagas todo en A, eres tonto?” Y yo les digo que no, que los pilares de la empresa son más importantes que ganar un poco más. Uno de esos pilares es la integridad, y lo que encontramos es que, al ser íntegros, cuando hablamos con proveedores o inversores, creen lo que hacemos y decimos. Las mentiras tienen muy poco recorrido. Esto nos ha dado una presencia e incluso ante los sindicatos, tenemos una buena relación porque reconocen que se puede cumplir la ley y avanzar. En estos tiempos de crisis, que con la pandemia lo hemos pasado muy mal, que todavía se están pagando deudas, vemos que vale la pena.
P. Sé que estuviste en el encuentro nacional de Líderes empresariales cristianos celebrado en Valencia, ¿qué valoración haces de este proyecto?
R. Me encanta colaborar con grupos organizados. Creo en la asociación, en agruparte, sin duda la suma hace la fuerza. Hay mucho que podemos aportar. También en las iglesias estamos animando a la gente a emprender. Hace poco comenzamos con un taller llamado “Emprende como Dios manda” porque, más allá de ayudar y la solidaridad, creemos que hay que “enseñar a pescar”: generar empresas y dar trabajo para que las personas puedan ser sostenibles.
El tiempo en Valencia fue muy valioso e inspirador. Empresarios grandes y pequeños, personas como Manuel Rodríguez que lleva el nombre de Dios con tanta excelencia… Es muy bueno compartir, para que otros aprendan no solo de los éxitos, sino también de los errores y fracasos.
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