Dorcas

Como mujer virtuosa, cristiana consagrada, empresaria de éxito y entregada a los pobres y necesitados, debe ser ejemplo para las mujeres cristianas de todos los países.

12 DE NOVIEMBRE DE 2020 · 09:45

La resurrección de Tabita, un dibujo de Giovanni Francesco Barbieri, del 1618. / Wikimedia Commons ,
La resurrección de Tabita, un dibujo de Giovanni Francesco Barbieri, del 1618. / Wikimedia Commons

Jope. En el cuarto tomo de la Enciclopedia de la Biblia, entre las páginas 599 y 602, Ramiro Sánchez, profesor de Historia de Israel en la Universidad de Barcelona, nos suministra abundantes datos geográficos sobre esta antigua ciudad. Está situada en la costa mediterránea, unida a la actual capital de Israel, Tel-Aviv. La primera vez que Jope se menciona en la Biblia es con motivo del reparto primitivo de la tierra prometida, asignada a la tribu de Dan. Más tarde cayó en poder de los filisteos y fue reconquistada definitivamente en la época de David. Destruida por el emperador Tito Flavio Vespasiano en el siglo primero, volvió a cobrar importancia en los siglos siguientes, convirtiéndose en uno de los puertos más importantes de Israel junto con el de Haifa.

En esta ciudad vivía en tiempos de Cristo una mujer llamada Dorcas en griego y Tabita en arameo.

Lucas dice que Dorcas era “discípula”, pero no aclara de quién, si de Jesús, de Pablo o de los apóstoles.

En el Antiguo Testamento la palabra discípulo apenas reviste importancia en su significado de aprender. En el Nuevo Testamento el discípulo no se forja en una escuela, sino siguiendo a Jesús y sus enseñanzas. La meta del discipulado en la segunda parte de la Biblia está principalmente en el testimonio y en la trasmisión de la doctrina. Los discípulos aprenden de Cristo y enseñan a las personas.

No es mucho lo que sabemos de Dorcas. Sólo ocho versículos en el capítulo nueve de los Hechos de los Apóstoles.

Es interesante notar que a Dorcas se le da el calificativo de discípula. Es la única vez que hallamos este nombre en femenino. En el griego clásico, ni Platón ni Aristóteles dieron a mujer alguna el título de discípula, porque estimaban que la mujer no estaba facultada para aprender. Fue Cristo quien dignificó a la mujer permitiendo que aprendiera a sus pies, como María de Betania.

Después de presentarnos a Dorcas, Lucas añade que “abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía”.

¿En qué consistían las buenas obras? ¿La habían adoctrinado en los principios de Jesús, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, ayudar a los forasteros, vestir al desnudo, asistir al enfermo y visitar a los presos? El teólogo argentino Juan E. Vareto dice que para que las obras sean buenas, las personas que las ejecutan tienen que ser buenas. Dorcas no sólo hacía buenas obras, sino que estaba llena de ellas, porque emanaban de su corazón.

En cierto modo, la limosna es diferente de las buenas obras, aún cuando la limosna lo sea también. Limosna, término muy usado por la Iglesia católica, significa dar donativos a los pobres, especialmente dinero. ¿Era Dorcas una mujer rica? Por el versículo 39 en este capítulo 9 de los Hechos nos enteramos que era muy industriosa, tal vez dueña de un negocio de ropa, porque cuando Pedro llega a la casa las viudas que estaban junto al cuerpo muerto mostraron a Pedro “las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas” y que le producía algún dinero.

En aquellos días Dorcas “enfermó y murió”.

Mujer cristiana, mujer misionera, mujer de buenas obras, mujer caritativa, mujer consagrada, murió. Algunos comentaristas del Nuevo Testamento sostienen que murió joven. ¿Por qué murió? ¿Por qué Dios prescindió a destiempo de una gran mujer que le seguía y le servía en la tierra? A la pregunta por qué murió responden dos autores bíblicos. El autor de la epístola a los Hebreos dice que está establecido que los seres humanos mueran, sin importar la edad, el sexo ni el color de la piel. Y Salomón agrega en el Eclesiastés que no valen armas en la lucha contra la muerte. Tenemos perdida la batalla en esta guerra. Nadie puede no morir. Un día más de vida es un día más que nos acerca a la muerte.

Dorcas era una cristiana consagrada, una santa y murió. Como morirá un día la mano derecha con la que escribo, como morirás tú, éste, aquél, todos los que estamos vivos. Sólo existen parcelas de terreno donde nadie muere, en todos los países del mundo, los cementerios.

La historia de Dorcas continúa diciendo que después de muerta la lavaron y la pusieron en una sala. Como solía hacerse con otros muertos para cumplir la ley del Levítico, el cuerpo de Dorcas no fue quemado inmediatamente. Fue llevado a la planta alta de la casa, lo que hace suponer que quienes lo hicieron tal vez tenían esperanzas de que viviera. La costumbre de lavar los muertos tenía entre los judíos un sentido simbólico de pureza legal.

Después de esa escena Lucas continúa la historia diciendo que “como Lidia estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres a rogarle: No tardes en venir a nosotros”.

¿Quiénes eran estos discípulos? ¿Formaban parte de los setenta enviados por Jesús de dos en dos a predicar por las ciudades y se encontraban allí circunstancialmente o eran de Jope, convertidos al mismo tiempo que Dorcas y llegaron al enterarse de su muerte? ¿Qué pretendían al pedir a Pedro que acudiera a Jope inmediatamente? ¿Creían que el apóstol podía resucitar a la muerta?

Jope, la actual Jaffa, estaba a 18 kilómetros al norte de Lida. Se ha calculado unas tres horas andando.

Cuando Pedro llega a la sala donde estaba el cadáver “le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”.

Se ha dicho que estas viudas podían formar parte de una institución o especie de orden religiosa en la Iglesia primitiva. Es mucho especular. Yo creo que cada una de aquellas mujeres tenía un motivo especial de desconsuelo. Mujeres que habían quedado desamparadas con la muerte del marido y que visitaban a Dorcas, de quien tal vez recibían limosnas para la subsistencia diaria.

Pedro manda a todos salir de la sala donde estaba el cadáver de Dorcas. Se palpaba la tensión. El drama estaba a punto de desarrollo. No hace falta que se pronuncie pensamiento alguno. No hay duda en la acción. Pedro se pone de rodillas. Los que han salido están pendientes de lo que ocurre en la sala funeraria. No hablan. Contienen la respiración. Pedro se pone de rodillas para estar más cerca del cadáver. Ora invocando la asistencia del Espíritu y la ayuda de Cristo. Se dirige al cuerpo. Sin asomo de dudas, con una seguridad que impresiona, pues se trata de resucitar a una mujer muerta, la llama por su nombre arameo: “Tabita, levántate”. Hace acto de presencia el poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas. Estalla el milagro. A Lázaro muerto dijo Jesús: “Lázaro, ven fuera, y el que había muerto salió”. Dorcas “abrió los ojos, y al ver a Pedro se incorporó. Entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva”.

No quiero distraer la importancia y la alegría de la resurrección de Dorcas. Pero llegado aquí me gustaría preguntar a Lucas qué quiere significar con lo de “santos y viudas”. ¿No había santas entre las viudas? ¿Se trata de una discriminación de género? Son preguntas que me surgen.

Dorcas, como mujer virtuosa, cristiana consagrada, empresaria de éxito y entregada a los pobres y necesitados, debe ser ejemplo para las mujeres cristianas de todos los países, de todas las latitudes hasta el fin de los tiempos. Pastores y predicadores en los púlpitos harían bien en estimular a las mujeres de sus congregaciones a que lean la vida de Dorcas en lo poco que nos cuenta Lucas.

El debate sobre el papel de la mujer en la Iglesia ha sido muy frecuente a lo largo del siglo XX. Yo entiendo que la interpretación tradicional que se da al tema tanto por escritores católicos como protestantes no es del todo acertada. Como se deduce de la vida de Dorcas, discípula comprometida, a la mujer de hoy le corresponde un papel más relevante.

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