Los estados de ánimo en el cristiano

Necesitamos equilibrar nuestros estados de ánimo y aprender a sobreponernos a los desengaños, contratiempos y fracasos personales.

03 DE OCTUBRE DE 2020 · 23:55

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Imagen de Juan Rojas en Unsplash.

Nuestros estados de ánimo suben y bajan, en función de las circunstancias. Si recibimos buenas noticias, nuestro estado anímico se levanta significativamente, pero si recibimos malas noticias, estas repercuten negativamente en él. Estas reacciones son lógicas y humanas.

Sin embargo, lo que no es bueno ni deseable, es que seamos gente emocionalmente inestable e insegura. Necesitamos equilibrar nuestros estados de ánimo y aprender a sobreponernos a los desengaños, contratiempos y fracasos personales.

Es importante, para cualquiera de nosotros, mantener un buen estado de ánimo en la vida. Hay estados de ánimo muy afectados por la tristeza, otros son planos y fríos como el hielo, incluso los hay muy fluctuantes y, por supuesto, también hay estados de ánimo saludables.

Cuando el apóstol Pablo habla de “fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza”, se está refiriendo a nuestro estado de ánimo. Hemos de fortalecer nuestra alma (ánimo) en Dios.

Nuestros estados de ánimo negativos pueden producirse por muchas razones, por ejemplo: Por situaciones de miedo, de disgusto o de ira, por problemas con la salud y también por cansancio o por alguna que otra aflicción que estemos atravesando. No obstante, lo preocupante del caso es cuando el desánimo se convierte en algo crónico.

La alegría, el optimismo y la felicidad afectan positivamente nuestro estado de ánimo. Necesitamos vivir la vida con gozo, con esperanza y con entusiasmo en todo lo que hagamos porque si no es así, caemos en la desidia, en el desaliento y en la incredulidad (y ya no confiamos ni en las promesas de Dios, ni en las personas en general).

No es difícil encontrarnos con muchos cristianos desilusionados y con otros tantos, desanimados o incluso algunos amargados por diferentes circunstancias. Muchos de ellos son gente que vive en un estado de ánimo negativo y que también contagia a otros de su desánimo.

Hay un ejemplo muy llamativo en las Escrituras sobre el estado de ánimo, se trata del rey Josafat que, por su fidelidad a Dios, fue prosperado en todo lo que emprendió. Se nos dice “…que Josafat se animó (se entusiasmó) en los caminos de Jehová.”- 2ª Crónicas 17:6. Esto impulsó su vida en general y consiguió grandes logros.

No solo se trata de mantener un buen estado de ánimo, que es muy necesario, sino también de sobreponernos a los golpes de la vida y a la adversidad como hizo David cuando los amalecitas invadieron Siclag y destruyeron todo, capturando a su familia entera entre otros. 1ª Samuel 30:6 nos informa que, en medio de tanta desolación y angustia, David “se fortaleció en Dios”, se refugió en Él y recuperó el aliento.

Un proverbio bíblico dice “…Quién soportará al ánimo angustiado”. Cuando el estado de ánimo de una persona se enferma, necesita la curación de su alma. Por eso la Escritura afirma: “Vosotros, los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. Esto quiere decir, “los que son inconstantes y se sienten maltratados por los cambios frecuentes en su estado de ánimo, deben limpiar sus corazones…”  de raíces perturbadoras - Santiago 4:8.

No existe un libro más descriptivo sobre los estados de ánimo de una persona como los Salmos de David. Comienza con un canto de afirmación y sigue con varias oraciones de súplica por el asedio de sus enemigos. También expresa sus temores, decepciones y  angustias personales a Dios. Asimismo, confiesa sus pecados abiertamente y clama por el perdón de Dios con un arrepentimiento agónico. En diversas ocasiones, le pide al Señor salud para su cuerpo enfermo… y continúa con infinidad de cantos de gratitud y alabanza. Una y otra vez recuerda con gran exaltación las grandezas de Dios, sus portentosas maravillas y su poderosa liberación, y finalmente proclama su total confianza en Dios.

He descubierto la importancia de leer, meditar, recitar y memorizar las Escrituras continuamente. La verbalización de la Palabra tiene un beneficioso efecto espiritual y anímico en nuestra vida porque nos autoafirma en Dios. Por ejemplo, el Salmo 23 es un salmo de confianza en Dios y también de autoafirmación en medio de las dificultades de la vida.

El Salmo 136 es un canto antifonal replicado y esta práctica musicalizada de declarar a viva voz las Escrituras tiene que ver con lo que hablamos: El poder de la Palabra de Dios recitada con fe.

Los Salmos de David, asimismo, nos enseñan que todos estamos hechos de la misma pasta y nos revelan que lo que cambia nuestro decaído estado de ánimo es la confianza activa en las promesas de Dios.

El hombre y la mujer llenos del Espíritu Santo disfrutan del mejor y del más saludable estado de ánimo que se pueda tener en la vida. El Espíritu Santo por definición es Consolador, Ayudador y Animador en el sentido más noble de la palabra. El Espíritu Santo combate el desánimo con gran eficacia y es el antídoto perfecto contra el desaliento, entre otras muchas cosas buenas que Él nos imparte en esta travesía de la vida.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Los estados de ánimo en el cristiano