Si hubo evolución, ¿qué pasa con Adán y el pecado original? (segunda parte)

No todos los cristianos han interpretado del mismo modo las palabras de Pablo sobre Adán. Ni mucho menos.

12 DE FEBRERO DE 2022 · 22:00

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En el artículo anterior “¿Podemos creer en Adán y en la evolución?” expuse algunos argumentos que a mi juicio cuestionan que el autor original de Génesis pretendiese transmitir la necesidad de creer en una creación instantánea y literal de Adán y Eva. Expuse algunas reflexiones acerca de los problemas morales atribuidos a la teoría de la evolución y del concepto de muerte en Génesis 1-3. Comenté también algunas razones de por qué una lectura simbólica de la creación sería una interpretación más liberadora y coherente, tanto para sus receptores originales como para nosotros hoy.

En esta segunda y definitiva entrega comentaré algunos aspectos de las alusiones de Pablo al pecado de Adán y el dogma del “pecado original”. Considero que estos versículos son los que más problemas suscitan a algunos creyentes para aceptar la teoría de la evolución y, por tanto, una lectura más simbólica de Génesis 1-3.

Comencemos:

El origen de la doctrina del “pecado original”

No todos los cristianos han interpretado del mismo modo las palabras de Pablo sobre Adán. Ni mucho menos. “Hasta el período de Agustín, el Oriente cristiano no tiene el concepto propio de un pecado original que afecte a toda la humanidad, pero mantiene con vigor que la humanidad está en una situación de separación de Dios1”. Aunque hubo algunos acercamientos previos (como el de Ireneo, s. II), sería Agustín de Hipona (354-430) quien desarrollaría lo que luego se convertiría en el llamado dogma del pecado original influyendo determinantemente en nuestra Iglesia​ occidental.

Muchos teólogos creen que Agustín fue demasiado lejos con su doctrina por tratar de frenar el dualismo de las potentes corrientes gnósticas que separaban lo espiritual de lo corporal. Otro elemento determinante en las “lentes” con las que Agustín leía La Biblia fue su fuerte lucha personal con la sexualidad. Él concluyó que el pecado original se transmitía por concupiscencia en la concepción de hijos durante las relaciones sexuales y que el sexo, incluso dentro del matrimonio ¡Era algo malo! Así que esta idea tan negativa y distorsionada del sexo pudo influir en su hermenéutica.

Hoy existen millones de cristianos que ven el asunto de manera diferente fuera del catolicismo. “La Iglesia Oriental a diferencia de la Occidental, nunca habla del paso de la culpabilidad de Adán y Eva a su prole, como hizo Agustín. Al contrario, se considera cada individuo responsable sólo por la culpa de sus propios pecados2”.

Al igual que en el Antiguo Testamento, muchos judíos actuales tampoco ven una imputación universal del pecado concreto de Adán. “Las corrientes renovadoras dentro del judaísmo interpretan la caída como el primer acto de libre albedrío del hombre […] la caída sería una elaborada alegoría del pasaje a la adultez y la autonomía3”.

En la literatura extra bíblica más popular en tiempos del Nuevo Testamento, las interpretaciones judías eran variopintas. Es en este periodo (s. II a. C-II d. C.) cuando se comienza a hablar del asunto en libros como 2ª de Baruc, 2ª de Esdras, La Vida de Adán y Eva, o las citas de Filón. Estos acontecimientos nos ayudan a situar las alusiones de Pablo en el marco de los debates de su tiempo, los cuales no tenían que ver con orígenes biológicos ni ciencia.

Una vez que la doctrina de San Agustín se instauró surgirían cuestiones teológicas complejas derivadas del dogma. Por ejemplo: Si Jesús no tuvo pecado y al mismo tiempo recibió el ADN “adánico” por vía materna … ¿Cómo conciliar su santidad plena (como Dios) con el pecado imputado (como humano)? La Iglesia Católica trató de solucionar este conflicto con la doctrina de la inmaculada concepción de María, sin pecado concebida ¿Pero ¿cómo lo solucionan los protestantes que creen en el dogma?

Otro problema importante para la coherencia bíblica es que Eva fue el primer humano en pecar, no Adán (1ª Timoteo 2, 14). Este sería otro motivo para no leer dogmáticamente a Pablo y sí desde un concepto representativo de Adán=humanidad como hace Génesis 5, 2 al afirmar que Dios "los llamó (al varón y a la mujer) Adán el día en que fueron creados”. Como vemos, es en el mismo Génesis donde también Eva aparece como un Adán prototípico de la humanidad, no literal.

 

¿Condenados por el pecado concreto de Adán? … ¿O por los nuestros?

La imputación universal del pecado concreto de Adán fue algo impensable durante todo el Antiguo Testamento. Las innumerables explicaciones para la limpieza del pecado, el templo, la ley, los ritos… ignoran por completo cualquier culpa heredada de Adán ¿No es esto llamativo? Más aún cuando se trata de relatos cercanos a Génesis y cuyo contexto inmediato (Gn. 1-3) tampoco se presenta la caída como un acto de infección a toda la humanidad posterior. Esta ausencia sería sorprendente porque una cosa es una revelación progresiva y otra diferente ignorar el supuesto epicentro del problema humano que sería el pecado imputado de Adán.

El término “pecado” no aparece en La Biblia hasta el capítulo 4 de Génesis con Caín y Abel. Curiosamente, y lejos de apelar a la supuesta culpa “recién” heredada de Adán, el pecado se presenta como algo que “está acechando en la puerta” y que “no obstante, tú puedes dominarlo” (4, 7). Esta descripción armoniza con el resto del Antiguo Testamento en el que el Israel de la alianza siempre se contempla con la posibilidad de agradar a Dios, de ser justos y rectos mediante la obediencia a La ley. Israel nunca se describe como anulado o condenado por el pecado de Adán.

Ciertamente, durante un tiempo inicial del camino progresivo de Israel se llegó a decir que el pecado de los padres se heredaba durante varias generaciones. Hasta la cuarta se llega a concretar (Ex. 20, 5; 34, 7). Pero incluso en estos textos tampoco se señala a Adán y Eva como culpables. Nunca. No obstante, serían las propias Escrituras quienes finalmente aclararían este asunto afirmando contundentemente que cada uno paga por sus propios pecados, no por herencia de ningún tipo:

Dios también me dijo: «Los israelitas repiten a todas horas ese refrán que dice: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”. Pero yo me pregunto por qué lo repiten. Porque yo les aseguro que ese refrán no volverá a repetirse en Israel. La vida de todo ser humano me pertenece, tanto la de los padres como la de los hijos. Sólo morirá aquel que peque. […] Ni el hijo tiene que ser castigado por los pecados del padre, ni el padre tiene que ser castigado por los pecados del hijo. Sólo morirá la persona que peque. Quien haga lo bueno recibirá lo que merecen sus buenas acciones; quien haga lo malo recibirá lo que merece su maldad” (Ezequiel 18: 2-4; 20 (TLA). Ver también: Isaías 53, 6. Génesis 6, 5-7; 6, 21.)

A pesar de todo, el debate de la culpabilidad heredada de los padres seguiría abierto entre algunos judíos durante el siglo I. Esto se observa cuando a Jesús le preguntan: “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? ―Ni él pecó, ni sus padres — respondió Jesús” (Juan 9, 2-3). De nuevo no se dice nada de Adán.

Ya en línea con Ezequiel, autores como Santiago vincularían la muerte espiritual a las acciones pecaminosas propias, no imputada por terceros: “Cada uno es incitado a pecar por su propia avidez, que lo arrastra y lo seduce. Después la avidez concibe y da a luz al pecado, y el pecado, una vez consumado, origina la muerte” (St. 1, 14-15).  Fijémonos también que en Santiago la muerte que produce el pecado es espiritual y no física tal y como comenté en el anterior artículo respecto al “ciertamente morirás” de Génesis 2, 17.

Los Textos de Pablo

Vayamos, por último, al meollo de la cuestión. A las citas paulinas de Adán en Romanos 5, 12-21 y 1ª Corintios 15, 21-22:

 

1- Romanos 5, 12. Un texto difícil... y de esperanza

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un humano (“antropos”, genérico para ser humano), y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…”  (Romanos 5, 12 RV60)

En primer lugar, debemos admitir la complejidad de este pasaje (Ro. 5, 12-21) del que el comentarista conservador William Barclay dice:

No hay pasaje en todo el Nuevo Testamento que haya tenido más influencia en la teología que éste; ni que sea más difícil de entender para la mentalidad moderna. Es difícil, porque Pablo se expresa con dificultad. Notamos, por ejemplo, que la primera frase no termina, sino que se interrumpe a mitad del camino mientras Pablo persigue otra idea por otra vía. Y además, es que Pablo está pensando y expresándose en términos que eran corrientes y claros para los judíos de su tiempo, pero no para nosotros. Si hubiéramos de encerrar el pensamiento de este pasaje en una sola frase escogeríamos la que Pablo pone al principio e interrumpe después: "Por el pecado de Adán toda la raza humana quedó contaminada de pecado y separada de Dios; pero por la justicia de Jesucristo toda la humanidad adquiere la justicia y vuelve a estar en la debida relación con Dios»4

Como bien resume Barclay, la preocupación de Pablo es mostrar la solución a la muerte espiritual que el pecado ejerce desde que llegó a “todos”. Este “todos”, por cierto, tampoco debió ser entendido por muchos oyentes como una referencia absoluta a la muerte física ya que por entonces había judíos (quizás Pablo entre ellos) que creían que personajes como Enoc o Elías no vieron nunca dicha muerte corporal (Ge. 5, 18-24; 2 Re. 2, 11; He. 11, 5).

Siguiendo con el análisis de Romanos 5, el profesor Peter Enns observa que la desobediencia de Adán en Pablo posee implicaciones universales: Adán trajo la muerte a "todos". Pero entonces ¿Qué significa que Jesús vino a dar vida a "todos"? Si asumimos que Pablo no pretende exponer una salvación universal... ¿No sería mejor decir que Jesús trajo vida a "todos los que creen"? Bien. Seguramente el mismo apóstol era consciente de que su paralelismo entre Pablo y Adán no es del todo preciso tal y como todos estamos viendo. Pablo está escribiendo y luego dice "muchos" (vs. 15 y 19) en lugar del anterior "todos". Como que retrocede un poco para decir… "Bueno, no “todos” como dije…”. Estas imprecisiones ya nos hacen pensar que Pablo no buscaba establecer un nuevo, estricto y sorprendente dogma teológico de la imputación condenatoria de Adán en cada humano que nace. Como ya vimos, esta idea era impensable para los judíos, por lo que a buen seguro que Pablo la hubiera explicado mucho mejor si realmente hubiera pretendido presentar dicho dogma.

Sospecho que si previamente no nos hubieran hablado de la doctrina del pecado original, probablemente nos acercaríamos a Romanos y Corintios concluyendo (al igual que millones de ortodoxos y protestantes) que lo que Pablo pretende es exponer la realidad del pecado en todos nosotros y a Cristo como su solución. Que lo que salió mal en Adán es rectificado en Cristo y que el plan de Dios con la humanidad vuelve a reactivarse en Jesús.

Como Peter Enns señala, en la teología de Pablo toda la creación comienza como un nuevo punto de partida en Cristo. Esto no significa que el pecado se hereda sino que tras entrar por Adán se convirtió en un poder universal dominante en judíos y gentiles. En este sentido sí existe y sí debemos creer en un “pecado original”, pero no como una condena por el error concreto de un primer individuo necesariamente histórico.

En los capítulos del 1 al 3 de Romanos el problema universal del pecado se expone con más detalle, sin ninguna referencia a Adán. Y no hace falta incluirla porque a donde Pablo quiere llegar es a quetodos pecamos…. Ese es el meollo de todo esto. Y por eso Pablo no dice nada de Adán en 15 de sus 17 epístolas a las congregaciones recién nacidas. En este sentido, el mismo Jesús que continuamente decía que había venido a liberarnos de nuestro pecado… tampoco habló nada de revertir ninguna imputación del error concreto de Adán.

Juan Caballero aporta observaciones muy importantes en Romanos 5, 12: “En general, los exégetas modernos han dejado de lado la traducción de έφ’ ω como in quo, y que está en la base de la interpretación que san Agustín dio de este versículo: «en el que (Adán) todos pecaron»5. Hoy día, la tendencia general es darle a esta expresión un valor causal, y traducirla como «porque». [..] «por cuanto», «puesto que», «ya que», y que así es como la habían interpretado siempre los griegos. Como consecuencia, Pablo estaría afirolando aquí una causalidad de los pecados personales en la muerte eterna de todos los hombres […] El Apóstol, dice Penna, no está interesado ni en precisar cómo se transmite el pecado de Adán ni en hacer disquisiciones sobre la naturaleza de la libertad humana, sino en afirmar el hecho de que en las acciones pecaminosas de los hombres (el verbo ήμαρτον remite a hechos más que a un estado) de algún modo sale a la luz, como de una corriente subterránea, y pulula de nuevo, el antiguo pecado de Adán6”.

Las aclaraciones de Caballero son importantes porque San Agustín no dominaba el griego. Ni mucho menos. Realmente es sorprendente que una doctrina tan determinante fuese elaborada desde la interpretación de un texto en griego extremadamente complejo por ¡Alguien que no sabía griego!

 

2- 1ª Corintios 15, 21-22

Por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados

La idea de esta segunda cita de Adán en Corintios es similar a la ya comentada para Romanos 5. Marcos Abbott cita a Gordon Fee para señalar que “el interés es en última instancia teológico; lo que le interesa aquí a Pablo no es solamente la muerte de los individuos, sino la muerte misma en tanto que es el enemigo final7”. Fijémonos que en Romanos 1,18 y 3, 20 Pablo dice que tanto paganos como judíos son pecadores y que necesitan una salvación que además de para los hijos de Abraham también está disponible para los de Adán ¡Para toda la humanidad! El pecado es, por tanto, un problema universal, no un asunto específico de los hebreos. Esta observación ayuda a entender mejor por qué esta relación entre Adán y nuestro pecado nunca aparece en libros de La Biblia dirigidos únicamente a judíos.

Seguramente fue un error de la tradición y de San Agustín forzar el paralelismo entre Cristo y Adán más de la cuenta. Tampoco debemos ser ingenuos e ignorar que detrás de los dogmas ganadores influían intereses de control de las jerarquías religiosas. Y qué duda cabe que nacer ya condenados generaba miedo en los fieles y la necesidad de obediencia absoluta al poder religioso encargado de ofrecer soluciones para tan terrible situación. Evidentemente, el dogma del pecado original (independientemente de su falta de armonía bíblica) fue muy conveniente para los intereses del poder oficial.

Los niños fallecidos

Un último argumento elegido para cuestionarnos el dogma de San Agustín es acerca de la salvación de los niños que mueren:

“Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos” Mateo 19, 14.

Si el pecado original solo fuese quitado por la fe en Cristo, los niños que mueren estarían condenados. Pero si creemos que son salvados por cualquier otra acción divina que no sea la fe (a causa de su inocencia u otra gracia externa a su limitada o inexistente voluntad), entonces se invalida el poder absoluto de la “marca genética” borrable únicamente por la fe ¿No es cierto? Y ya el dogma no es tan dogmático… Y fue precisamente refiriéndose a los niños cuando Agustín formula la popular expresión: “pecado original”. Él dice: “¿Redimidos de qué…? Como a esa edad no han cometido ningún [pecado] en el curso de su vida personal, no queda más que el pecado original8”.

Pero una mayoría de cristianos confiamos en que los niños no son condenados y que existe un perdón acorde a la conciencia para adultos que no escucharon de Cristo tal y como Pablo expone en Romanos 2. Algunos suman otras circunstancias eximentes de reprobación como determinadas incapacidades mentales. Todo parece más coherente si nos abrimos a un Adán prototípico en Pablo que a una condena por herencia.

Dos preguntas más...

  1. "Si Jesús fue un personaje histórico ¿Adán también debió serlo al ser citado ambos juntos?"

Pablo conecta con sus destinatarios desde aquello que ellos conocen. No podría ser de otro modo. En ocasiones incluye citas ajenas a nuestro Antiguo Testamento para ilustrar sus argumentos. En Hechos 14 Pablo cita a filósofos griegos como Pausanias o Filóstrato para sostener la veracidad de su discurso. Pero si mañana se descubriese que Filóstrato no existió (Pablo realmente no pudo corroborar esto), la enseñanza inspirada que Pablo quiso transmitir seguiría intacta independientemente de la historicidad del filósofo citado ¿No es cierto?

Algo similar ocurre cuando Judas (vs. 14-15) cita un párrafo del libro de Enoc que no está en nuestras Biblias. Dicha mención veraz no convierte en históricos a todos los personajes del libro de Enoc ni al 100% de sus extravagantes narraciones. Del mismo modo, Pablo usa elementos creativos que incluyen la personificación, como cuando de Israel dice que “bebieron de la roca, que era Cristo” (1 Co. 10, 4). Y aquí nadie entiende (eso espero) que Cristo estuvo allí históricamente con forma de roca a pesar de ser citado así junto a Moisés (v. 2). El lenguaje figurativo o representativo era un recurso pedagógico muy común. Por tanto, asumir que “ya que Pablo se refiere a Jesús, que fue un individuo histórico… Adán también debió serlo”…  no es un silogismo exigible ¡Nada más lejos de la realidad!

  1. "¿Creía Pablo en Adán como un personaje histórico?"

Los autores del Nuevo Testamento se refieren a personajes del pasado tal y como los asumía la cultura de su tiempo. Muchos judíos probablemente pensarían que sí fueron personajes históricos del mismo modo en el que asumían que el Cosmos tenía tres estratos (Fil. 2, 10-11) o que la esclavitud era el sistema social natural, sin alternativa viable (Co. 3, 22; Ef. 6, 5-9; 1ª P. 2, 18). Pero la revelación inspirada de La Biblia no radica en estas asunciones culturales que son parte de la narrativa. Si Pablo creía que Adán fue un personaje histórico real (tampoco sabemos si así lo pensaba) esto no sería una prueba de su historicidad porque la intención de Pablo no es antropológica ni genetista sino proporcionar enseñanzas espirituales que pudieran ser comprendidas por sus oyentes ¿De qué otro modo iba a hacerlo? Las enseñanzas espirituales son finalmente las mismas para todos, creamos, o no, en la evolución.

 

Conclusión

Adán y Eva como analogía de la humanidad, primeramente de Israel

Las Escrituras se dirigen a un pueblo (Antiguo Testamento) y a comunidades (Nuevo Testamento). De ahí la importancia de la colectividad, y de Adán y Eva también como analogía de Israel. El relato de la creación tuvo un sentido extraordinario como respuesta a la crisis de identidad provocada por la cautividad babilónica. Cuando el pueblo de Israel lee Génesis percibe la expulsión del Edén como su propia historia de fracaso. Ambas historias desembocan en la expulsión de la tierra prometida tras la ruptura de la alianza con Dios. Del mismo modo, salir de aquella Babilonia de confusión (¿Recuerdan la torre de Babel?) y volver al pacto se convierte en esperanza (Ver video).

Todos los humanos (Adán = humanidad) pecamos. Se trata de una realidad que podemos comprobar cada día y que no cambia si hubo (o no) evolución de las especies. Nada de esto cambia si Adán fue (o no) un personaje literario para representar a la humanidad. Haya evolución, o no, La Biblia manifiesta un profundo sentido prototípico cuando incluye a Adán en las genealogías o cuando presenta a Eva como el origen de la promesa de la simiente que aplastará a la serpiente del engaño. Son elementos llenos de significado.

La salvación es una historia “de y para” la humanidad. Dios crea a la persona en particular, y viceversa, pues en cada individuo se da vida a la humanidad. Dios nos formó para una colectividad que nuestro individualismo moderno nos hace minusvalorar. Pero nuestros actos personales son actos de la humanidad y la afectan a ella. Todos estamos interrelacionados y es en este sentido que sí deberíamos creen en un pecado original bíblico, no tanto según lo entendió Agustín. La vida de Cristo, su muerte y resurrección afectan a la humanidad y a cada persona. La responsabilidad compartida nos ayuda a entender mejor el auténtico sentido del Adán citado por Pablo.

No tenemos todas las respuestas, aunque podemos estar seguros de que todos pecamos y que necesitamos de Su gracia. El asunto de un Adán histórico versus Adán prototípico se ha discutido y se seguirá discutiendo. Mis explicaciones, y las de cualquiera en este asunto, siempre serán incompletas y debatibles. Pero podemos creer en la inspiración bíblica y en la evolución de las especies ¡Sin duda! Esto debería traer paz al cristiano evolucionista así como un refuerzo del diálogo y la convivencia en la iglesia. Nuestra interpretación teológica siempre será humana y estará condicionada por multitud de factores que no siempre la harán coincidir con la palabra última de Dios.

Dar cabida a un Adán no necesariamente histórico no solo me parece la opción más bíblicamente coherente. Además fortalece la evangelización, la fe, la apologética y el discipulado de una mayoría que hoy asume la evolución como un hecho, especialmente fuera de nuestro entorno evangélico. Hay cosas que probablemente nunca sepamos en cuanto a qué sucedió exactamente en el pasado, aunque la falta de certezas en algunos asuntos también es motivo de adoración. En cualquier caso, el evangelio que transforma el mundo revela que "el primer hombre vino del polvo de la tierra; el segundo de El cielo” (1ª Co. 15, 47), algo que Pablo se esfuerza en hacernos entender como la esencia de la verdad definitiva: En Cristo hay salvación y nuestro pecado queda perdonado.

 

Notas

1 Citado por Bernard Sesboüé y  traducido del francés por José Pedro Tosaus Abadía en: El Pecado original: ¿Un código de falibilidad? , Revista Internacional de Teología Concilum, Editorial Verbo divino, febrero 20024, nº 304, p. 14

3 Wikipedia: Pecado original/Enciclopedia sobre judaísmo

4 William Barclay, Comentario Al Nuevo Testamento, Clie, 2008

5 Cfr. Lozano, a., Romanos 5, 183-186 y 188-189

6 Juan Luis Caballero (U. Navarra), Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente. Penna, r., Romani, I, 455-456. Cfr. Pitta, A., Romani, 234. Citado por  Juan Luis Caballero, Rm 5, 1 2 y el pecado original en la exégesis católica reciente, SCRIPTATHEOLOGICA/VOL. 46/2014/ 121-140 ISSN 0036-9764. P. 130, 131 y 133

7 Op. Cit.

8 Agustín, De poena et remissione peccatorum [Sobre la pena y la remisión de los pecados], I,26; PL 44, 131; Vivès 30, pp. 31-32

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