El legado del abuelo

Ningún corazón de hijos y nietos fue indiferente a aquel testimonio del abuelo.

24 DE DICIEMBRE DE 2020 · 22:00

Llegó la cena de Nochebuena para aquella familia. /  <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@libby_penner">Libby Penner</a>, Unsplash CC0.,
Llegó la cena de Nochebuena para aquella familia. / Libby Penner, Unsplash CC0.

- Jamás habíamos visto al abuelo tan lleno de energía como en los momentos previos a su muerte por covid- dijo el nieto mayor.

- Eso no nos consuela en estas fechas navideñas que lo encontramos a faltar - dijo su hermana.

- Sí, pero no siento aquella muerte como una derrota. Morir hemos de morir todos, y parecía como si su vida fuese a continuar en otra esfera, no sé, me inundó de esperanza el modo de enfrentarse a su fin.

Llegó la cena de Noche Buena para aquella familia, formada ahora por no más de diez componentes, siguiendo las recomendaciones de las autoridades por la epidemia. El recuerdo del abuelo estaba presente en la mente y el corazón de todos.

El nieto de catorce años dijo a la familia que el abuelo le había dado un libro y una carta para abrirla en esa noche. Todos quedaron sorprendidos, sintiendo por un momento como si él estuviese allí.

- Léela, léela tú mismo- dijeron impacientes.

- Dice así: Familia, quizá no notaseis nada en mis últimos días, pero os he de decir que, aunque tarde, mi corazón empezó a palpitar cuando el cuerpo ya se iba apagando. Y todo gracias a la cruda realidad de este virus mortífero. No os deseo que seáis víctimas de ninguna enfermedad, pero sí que podáis pasar por una experiencia regeneradora como la mía, y que no lleguéis tan tarde como yo. Os convoqué a todos para pediros perdón por desparramar una vida de la que ahora me arrepiento, aunque afronto mi fin lleno de esperanza, dejando todo atrás como perdido menos vosotros. Ahora estáis en Navidad, fecha del nacimiento de Jesús. Os lo ruego, entregad vuestros corazones a este Mesías redentor, nada hay en la vida de más valor. Mi mayor deseo es que esta Noche Buena también sea la noche de vuestro despertar de la conciencia, no seáis tan tontos como yo lo he sido, y aspirad al regalo del mismo Dios. Mi libro de cabecera que me ha acompañado estos días ha sido La muerte de Ivan Ilich, de Tolstoi, os lo entrego como mi mejor herencia, no dejéis de leerlo y me entenderéis. No estéis tristes hoy por un abuelo que no está por Navidad, sino estad alegres por un abuelo que ha entrado en la casa del Padre.

Ningún corazón de hijos y nietos fue indiferente a aquel testimonio del abuelo, y como un solo cuerpo y una sola alma, empezaron a experimentar lo que jamás habían sentido…, el perdón de Dios.

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” Hechos 16:31

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