¿Quién enseña al tejedor?
Se cree que los nidos del tejedor común son los más elaborados que existen entre las aves.
22 DE DICIEMBRE DE 2022 · 19:20

El tejedor común (Ploceus cucullatus) es un pájaro africano perteneciente a la familia Ploceidae, que construye grandes nidos colgantes en el extremo de las ramas, hechos con hierbas entretejidas.
Estos nidos suelen tener la entrada en su parte inferior y se cree que son los más elaborados que existen entre las aves.
Se conocen más de 60 especies distintas de tejedores pertenecientes a este mismo género Ploceus y repartidas por el África subsahariana, Asia tropical y Australia. Los nidos pueden variar de forma, tamaño, material o técnica de construcción, según sea la especie de tejedor.
Aquellas que crían en colonias pueden elaborar nidos conjuntos capaces de albergar hasta 300 parejas en un solo árbol.
La gran variedad de nidos construidos por las aves es algo que ha venido llamando la atención de los naturalistas desde siempre.
Incluso existe una disciplina, denominada “caliología” que estudia los refugios, madrigueras o nidos hechos por los animales.
Generalmente esta habilidad constructora se ha atribuido al instinto innato de las especies que, aunque algunos individuos puedan mejorar algo a lo largo de su vida mediante imitación, repetición o aprendizaje, debe estar ya prefigurada de antemano en su información genética.
¿Cómo pudo generarse al azar por selección natural dicha información? El propio Darwin admitía, al principio del octavo capítulo de El origen de las especies, que: “Muchos instintos son tan maravillosos, que probablemente su desarrollo le parezca al lector una dificultad suficiente para echar por tierra toda mi teoría”.[1]
A pesar de lo cual, él sí creía que la selección natural podría haber sido la causa de tales instintos.
Sin embargo, creer no es lo mismo que demostrar y lo cierto es que hasta el día de hoy -más de 160 años después de Darwin- nadie ha podido explicar de manera satisfactoria cómo ciertos animales son capaces de hacer obras de ingeniería tan fascinantes.
Es cierto que existen varias especulaciones al respecto pero ninguna conclusión formal acerca del origen real del instinto.
Darwin concluyó su capítulo acerca de los instintos con estas palabras:
“Finalmente, puede no ser una deducción lógica, más para mi imaginación es muchísimo más satisfactorio considerar (…) no como instintos especialmente creados o donados, sino como pequeñas consecuencias de una ley general que conduce al progreso de todos los seres orgánicos; es decir, que multiplica, varía y deja vivir a los más fuertes y morir a los más débiles”.[2]
El padre del darwinismo prefería más bien creer que los instintos animales habrían aparecido por evolución, aunque esta no fuera “una deducción lógica”, antes que aceptar su creación especial por un Creador sabio.
Por mi parte, prefiero creer que fue este último quien enseñó a tejer al pájaro tejedor, de la misma manera que puso eternidad en el corazón del ser humano, “sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. (Ec. 3:11).
Notas
[1] Darwin, 1980, El origen de las especies, Edaf, Madrid, p. 255.
[2] Ibid., p. 285.
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