La rosa de Sarón

Las rosas, tal como se conocen hoy, no se mencionan en la Biblia canónica, sino solamente en el libro apócrifo de la Sabiduría.

18 DE NOVIEMBRE DE 2021 · 19:20

La rosa, del género Rosa sp., no se menciona en la Biblia sino solamente en el libro apócrifo de la Sabiduría, que fue escrito después de que todo el Antiguo Testamento estuviera confeccionado. / Antonio Cruz.,
La rosa, del género Rosa sp., no se menciona en la Biblia sino solamente en el libro apócrifo de la Sabiduría, que fue escrito después de que todo el Antiguo Testamento estuviera confeccionado. / Antonio Cruz.

Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. (Cnt. 2:1)

La palabra hebrea khabbaggeleth, חֲבַצֶּלֶת, que se tradujo por “rosa” en la mayoría de las versiones castellanas de la Biblia (Cnt. 2:1; Is. 35:1), muy probablemente no se refiere a esta flor sino al narciso silvestre (Narcissus tazetta) muy común en Tierra Santa.

Las rosas (Rosa sp.), tal como se conocen hoy, no se mencionan en la Biblia canónica y fueron introducidas en Israel desde Persia después del exilio babilónico.

Sin embargo, en el libro apócrifo de la Sabiduría, que fue el último en escribirse, después de que todo el Antiguo Testamento estuviera confeccionado, se mencionan los “capullos de rosa”.

En efecto, en medio de una magistral definición del pensamiento ateo de los impíos, se puede leer: Embriaguémonos de vinos exquisitos y perfumes, que ni una flor primaveral se nos escape. Coronémonos con capullos de rosas antes que se marchiten (Sab. 2:7-8).

Esta cita sí se refiere a las auténticas rosas, que también eran conocidas por los egipcios y griegos desde la época de los Ptolomeos (323 a.C. hasta el 30 a.C.).

En cambio, las menciones que hace de la rosa otro libro apócrifo, el Eclesiástico (24:24 y 39:13), se refieren a las flores de la adelfa (Nerium oleander), muy abundantes en Jericó a orillas del Jordán.

Las rosas son las flores de un arbusto espinoso de la familia de las rosáceas conocido vulgarmente como rosal. Existen más de cien especies de rosas, la mayoría originarias de Asia, aunque también las hay nativas de Europa, África y Norteamérica.

Generalmente se cultivan como plantas ornamentales debido a su belleza y fragancia, así como a sus aplicaciones industriales en cosmética, perfumería y medicina. Los cultivadores de rosas han logrado mediante hibridación de especies naturales y selección artificial todas las variedades actuales.

Las principales especies progenitoras son: Rosa moschata, R. gallica, R. damascena, R. wichuraiana, R. californica y R. rugosa. Y, de éstas, se han venido obteniendo todas las demás.

El reverendo William Colvill escribió en el siglo XVII estas palabras, en las que emplea las rosas como ejemplo:

“En esta vida nuestro gozo está mezclado con aflicción, como las espinas con la rosa. Jacob tuvo gozo cuando sus hijos regresaron de Egipto con los sacos llenos de trigo, pero mucha aflicción cuando se dio cuenta de que la bolsa con las monedas de plata estaba en el fondo de los sacos. David tuvo mucho gozo al subir el arca de Dios a Jerusalén, pero al mismo tiempo, mucha pena cuando Uzá cometió su falta. Ésta es la gran sabiduría del Señor, equilibrar, templar y moderar nuestro gozo.“[1]

Así es siempre en esta vida, la belleza y fragancia de las rosas suele estar mezclada también con el dolor que producen sus espinas.

Sin embargo, esta ambivalencia tiene los días contados porque el Señor venció definitivamente al mal.

 [1] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 358.

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