“Y si demonios mil están …”

La redención conseguida y cumplida de Jesucristo y el poder de su nombre es suficiente para que Satanás y sus demonios huyan.

29 DE JULIO DE 2020 · 16:14

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Foto de Michelle Bonkosy en Unsplash.

Para terminar esta serie, me gustaría responder a las tres preguntas que me han hecho con más frecuencia mis estudiantes a lo largo de los años.  

¿Sigue existiendo la posesión demoníaca en nuestros días?

Me parece que la Biblia no deja ninguna duda. Sin embargo, no todo lo que hoy se entiende de “posesión” realmente lo es. Todo lo contrario. Me atrevería a decir que la inmensa mayoría no lo es. Infelizmente, hay muchos farsantes y especialistas en espectáculos repugnantes y de vergüenza ajena que van de exorcista profesional. Se ven sesiones bochornosas de todo tipo para echar fuera demonios en iglesias, programas de televisión y hasta en directo por facebook. Pero esto no debería llevarnos a la conclusión de que todo relacionado con el tema es obra de charlatanes o que simplemente se explica con trastornos psicológicos.

Ningún libro de la Biblia habla más del tema que el evangelio de Marcos. Varios pasajes nos demuestran la realidad de posesiones demoniacas, pero también el poder de Jesucristo sobre los demonios. es obvio en los evangelios y el libro de los Hechos que se trata de algo real y no simplemente de una expresión no-científica de desajustes mentales o físicos  de tiempos remotos. 

Ser poseído significa que el control de la persona humana es ejercido por uno o varios demonios. Y esto no tiene explicación médica.

Algunos piensan que el Señor Jesucristo y sus discípulos no creyeron realmente en la existencia de demonios, sino que simplemente usaron las ideas mitológicas de sus tiempos. Pero esta postura no carece de cierto aire de soberbia. Un médico que obviamente estaba a la altura de los conocimientos de su tiempo como Lucas, sabía distinguir perfectamente entre una enfermedad y una posesión demoníaca. Lo mismo ocurre con Mateo. Jesucristo nunca tenía reparos a la hora de corregir las ideas equivocadas de su entorno. ¿Realmente creemos que él se adaptaba a una superstición popular para montar un circo como ocurre hoy en día en tantas ocasiones? 

La cosa era más seria. La venida del Mesías y la consiguiente proclamación del evangelio puso en alerta roja al diablo y sus demonios - hasta el día de hoy.

El ministerio de Jesucristo estaba acompañado de una actividad demoníaca intensa, como ya hemos visto en los pasajes mencionados arriba. El propósito de la venida de Jesucristo tenía como propósito entre otras cosas destruir las obras de Satanás. Por lo tanto, no es de extrañar que Satanás y sus huestes estuvieran muy preocupados por la encarnación del Hijo de Dios.

Pero la oposición diabólica no acabó con el ministerio de Jesucristo y de su Iglesia. Su actividad sigue también en el libro de los Hechos. Y no veo argumentos sólidos para pensar que el diablo ya esté jubilado. Aún no.

Particularmente en lugares donde el culto a los demonios, la idolatría, es un hecho diario, es posible encontrarse con fenómenos que no tienen explicación científica y se alimentan del infierno mismo. Para que no se me malentienda: personalmente siempre he dado el consejo de buscar primero una solución dentro de lo que la medicina pueda resolver ante casos “sospechosos”. Pero obviamente la ciencia no puede resolver ciertos casos ni encontrar una explicación satisfactoria de los fenómenos relacionados.

Sin embargo, con la venida de Cristo y la proclamación del evangelio algo sí ha cambiado. 2 Tesalonicenses 2:7 podría indicarnos que en el presente la actividad de los demonios está restringida. La expansión del evangelio y la influencia cristiana sobre una sociedad limitan la actividad de Satanás y sus demonios. Es uno de los beneficios de la predicación del evangelio. Y esto no requiere “exorcismos” complicados. A veces basta con una acción valiente al estilo de Bonifacio en el siglo VIII cuando tallaba el árbol donde supuestamente residía el dios Odín de los germanos. La redención conseguida y cumplida de Jesucristo y el poder de su nombre es suficiente para que Satanás y sus demonios huyan. Esto nos lleva a la segunda pregunta:

¿Puede un creyente ser poseído?

Hay que entender bien la diferencia entre influencia demoníaca y posesión demoníaca. Voy a decirlo muy claro: la Biblia no nos da ningún indicio de que un creyente pueda ser poseído por uno o varios demonios. No existe ni un solo versículo que nos pueda apoyar en esta postura. 

Los argumentos en favor de esta posibilidad normalmente se basan sobre una exégesis bastante extravagante de los versículos en cuestión. Ni era el rey Saúl creyente que confiaba en Dios, ni se dice de Ananías y Safira que fueron poseídos. Tampoco se da ningún ejemplo ni se alude a esta posibilidad en el resto de la Escritura.

La argumentación en favor de esta posibilidad se basa sobre todo en experiencias personales de supuestos demonios expulsados de creyentes. Simplemente cabe destacar lo siguiente: cualquier experiencia en la vida cristiana que no es avalada por la Escritura es un engaño y no vale para establecer todo tipo de doctrinas extravagantes a base de vivencias subjetivas.

Además la cuestión es de sentido común: es impensable que el Espíritu Santo comparta su morada con espíritus inmundos. Un creyente es templo del Espíritu Santo y no puede subarrendar habitación a ningún demonio.

Pero hay un versículo que nos debería sacar de dudas definitivamente porque excluye esta posibilidad de forma tajante: 1 Juan 5:18 nos enseña que el diablo no puede tocar ninguna persona que pertenece a Dios: 

“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”

Hay cinco verdades en este versículo que son fundamentales:

1- Se trata de una verdad indiscutible (“Sabemos”)

2- Se refiere a cada creyente sin excepción (“todo aquel que ha nacido de Dios”).

3- El creyente es pecador, pero el pecado no es su estilo de vida (“no practica el pecado”. La razón: Jesucristo protege a cada creyente sin excepción (“pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda”).

4- El diablo no puede tocar al creyente (“y el maligno no le toca”).

5- Con este versículo tenemos una respuesta definitiva a la pregunta.

Un creyente, sin embargo, puede ser influenciado por los demonios en el momento que baje la guardia, por desobediencia o por no usar bien las armas que Dios le dio (Efesios 6). Allí está el ejemplo de Ananías y Safira. Y la tercera y última pregunta:

¿Cómo podemos defendernos contra los ataques de las huestes malignas?

En primer lugar, jamás debemos olvidar que Jesucristo está intercediendo por nosotros siempre. Además, Satanás está limitado por la voluntad soberana de Dios en sus acciones. Lucas 22: 31, 32 recoge ambas verdades en un solo versículo. Aprendemos de esto que los propósitos de Dios pueden incluir a las actividades de Satanás para fines educativos en la vida de un creyente.

Y por lo demás, como creyentes debemos estar siempre alerta, resistir activamente a las actividades de Satanás  y usar nuestras armas de defensa y de ataque: la Palabra de Dios . Eso se expresa de forma magnífica en el himno Castillo Fuerte de Martín Lutero, en la tercera estrofa:

Y si demonios mil están

Prontos a devorarnos

No temeremos, porque Dios

Sabrá cómo ampararnos.

¡Que muestre su vigor

Satán, y su furor!

Dañarnos no podrá,

Pues condenado es ya.

Por la Palabra Santa.

Es todo un compendio de teología bíblica.

Es mi oración que esta serie de artículos haya podido ser de ayuda para más que uno. No son verdades nuevas, pero de vez en cuando conviene recordar las verdades antiguas porque han edificado a creyentes durante siglos. 

Con esto me tomaré un descanso hasta el inicio de septiembre y si Dios quiere hablaremos de más temas de Teología.

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