Sobre economía… en Proverbios

Carlos Guillermo Scipione

18 DE SEPTIEMBRE DE 2011 · 22:00

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Es interesante observar cómo las malas situaciones nos llevan a evaluar alternativas que, sin ser malas, van en contra del sistema en el que vivimos. Después de un fallido negocio con hermanos cristianos, me vi en quiebra y en la más dura de las vergüenzas. Lo primero que sentí fue que Dios me había dejado. Luego pensé que simplemente era una prueba que me tocaba pasar como a todo cristiano. Finalmente, cuando ya no tenía a quien echarle la culpa y a pesar de mi orgullo, dejando de lado mi antigüedad en la iglesia, mis estudios y experiencias, mi conclusión fue simplemente: “Algo hice mal”. Pero: ¿Qué? Si diezmé, aporté a las ofrendas, ayudé a mis hermanos, traté de estar bien, o al menos lo mejor posible, con el Señor… Y, sin embargo, llegué a la quiebra. Cuando una persona de pronto se encuentra en estas situaciones, se cuestiona a sí mismo y se siente como dice la letra del tango Yira Yira de Santos Discépolo: “Cuando la suerte, que es grela/ fallando y fallando/ te largue parao (…)/ Cuando no tengas ni fe/ ni yerba de ayer/ secándose al sol/ Cuando rajés los tamangos/ buscando ese mango/ que te haga morfar/ La indiferencia del mundo/ que es sordo y es mudo/ recién sentirás.” Después de pagar todas mis deudas y buscando una forma de hacer las cosas mejor, ya que el que se quema con leche, ve una vaca y llora, encontré en Proverbios 27:23-27 una alternativa: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado tus rebaños”. Las ovejas son animales delicados con los que hay que tener cuidado, pero recompensa el fruto de su lana, la cual es útil para vestirse y abrigarse. Israel está en la ruta que une el antiguo imperio persa y el hindú con la potencia mundial de la antigüedad que fue Egipto, por lo que proveían de alimentos y refugio a los comerciantes de la época. Un bien de mucho valor era la lana y los vestidos que se hacían con ella, lo cual le daba un gran valor agregado a la cría de ovejas. Hoy podemos considerar nuestro trabajo personal como el equivalente al cuidado de las ovejas de aquella época, ya que es el ingreso principal de nuestro sustento, y es lo que debemos conocer, cuidar y administrar, buscando siempre mejores propuestas y actualizándonos, ya que con el avance de la tecnología es común hoy en día que algunos oficios desaparezcan, y algunos trabajadores especializados queden desempleados. Algo importante es conocer el mercado de nuestro trabajo, esto es, saber realmente lo que vale en el mercado nuestra especialidad y si el día de mañana no va a convenir cambiarla por otra, ya sea porque desaparecerá o porque otra cotiza mejor y es similar. Usted es administrador ante Dios de los talentos que El le proveyó. En el versículo siguiente dice: “Porque las riquezas no son para siempre; ¿y será corona de futuras generaciones?”. No habla de un continuo cuidado de las riquezas, sino más bien del conocimiento de cómo administrarlas para mantenerlas y hacerlas crecer. En otras palabras, debe estudiar cómo administrar su sueldo y cómo generar una ampliación de su capital para tener en los tiempos malos, así como para las generaciones siguientes, que deben ser instruidas en la importancia del cuidado del capital familiar y el manejo del dinero. En el versículo 25 habla de lo siguiente: “Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y se segarán las hierbas de los montes”. La hierba es la base de todo el sistema ganadero, es la que permite en un lugar la existencia de ovejas, cabras, etc. En nuestro caso, es la capacitación que permite tener un oficio: la hierba de mejor calidad trae el mejor ganado, la capacitación mejora sus posibilidades laborales, y muchas veces los mejores trabajos traen buenos clientes o sueldos; el cuidado de la tierra (su mente), permite mejores pastos y genera mejor ganado. Cuide sus pensamientos y capacítese en su especialidad en forma continua, y evalúe siempre posibilidades de trabajo como lo hace un agricultor, variando los tipos de pastos en su tierra. Los siguientes versículos dicen: “Los corderos son para tus vestidos, los cabritos para el precio del campo; y la abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas”. Fíjese que no consume sus ovejas sino las cabras, que tienen mayor cantidad de crías y necesitan menos cuidados, por lo que su reposición es más rápida. La leche es la de éstas, con las que se puede hacer queso como forma de ahorro, pero en ningún momento se mata a la “gallina de los huevos de oro”. Este par de versículos habla de la administración interna, que conviene que sea austera para que genere capital para inversión. Este ahorro le permite tener mayor capacidad de negociación en el momento de comprar, por poder pagar en efectivo y, en caso de necesitar, le da tiempo para esperar mejores precios de lo que producen las ovejas o su trabajo. De nada sirve que sólo diezme si no es buen administrador de sus talentos y bienes. Nosotros derrochamos por ignorancia, y Dios no avala el derroche sino la buena administración. Mire al pueblo hebreo con el cual tenemos doctrina en común. La diferencia es cómo administran sus bienes y cómo se capacitan para hacerlo. Esto ayudará a que sus aportes a la iglesia sean mayores y sus obras sociales de mayor alcance. Espero le sea de ayuda y que el Señor le bendiga. Carlos Guillermo Scipione, periodista y profesor – Chaco, Argentina

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