El orgullo viene antes de la caída: La historia de la Asiria de Senaquerib

Un relieve en el Museo de Arqueología de Estambul captura el orgullo y el carácter de Senaquerib.

  · Traducido por Joana Morales

23 DE FEBRERO DE 2020 · 22:10

Tratado de sucesión de Esarjadón. Museo arqueológico de Antioquía. / Marc Madrigal,
Tratado de sucesión de Esarjadón. Museo arqueológico de Antioquía. / Marc Madrigal

Alrededor del siglo VIII a.C., Senaquerib fue el rey de Asiria, la nación más poderosa del mundo. Tenía poder, dinero y un ejército muy grande y tecnológicamente avanzado. Aplastó a sus oponentes, asoló el reino del norte de Israel y asaltó el reino del sur de Judá.

Después de destruir la ciudad de Laquis por completo, volvió su mirada hacia Jerusalén. Leemos tanto en el libro de los Reyes como en el libro de las Crónicas que sitió la ciudad de Jerusalén y amenazó al rey Ezequías con sus mensajeros:

"He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú? ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que mis padres destruyeron, esto es, Gozán, Harán, Resef, y los hijos de Edén que estaban en Telasar? ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?" (2 Reyes 19:11-13, RVR1960).

Senaquerib pensaba que era el rey del mundo, que todos le debían algo. Era tan arrogante que incluso creía que podía atrapar y engañar a Yahvé. Un relieve en el Museo de Arqueología de Estambul captura el orgullo y el carácter de Senaquerib a la perfección. Una estela fechada entre los años 705 y 681 a. C. descubierta en Nínive, que recoge una ordenanza de la ciudad relacionada con la construcción de un nuevo camino real, comienza con la siguiente introducción:

"Senaquerib, el gran rey, rey poderoso, rey del universo, rey de Asiria, rey de las cuatro regiones del mundo, favorito de los grandes dioses. Assur e Istar me han dado un arma invencible y han abierto mi mano para la destrucción de los enemigos de Asiria. Confiando en su gran poder, llevé a mis ejércitos de un extremo a otro de la tierra y puse a mis pies a todos los príncipes que moraban en palacios de los cuatro cuartos del mundo, y ellos asumieron mi yugo".

Este es el orgulloso Senaquerib que decidió desafiar a Yahvé. Desafortunadamente para él, esto también fue su perdición. Después de que el rey Ezequías y el profeta Isaías pasaran la noche orando y ayunando, "Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, avergonzado a su tierra; y entrando en el templo de su dios, allí lo mataron a espada sus propios hijos" (2 Crónicas 32:21, RVR1960)

La arrogancia de Senaquerib fue su perdición. Una valiosa lección que todos los líderes deben tener en mente. Sin embargo, sería un error pensar que el pecado de Senaquerib sólo le afectaba a él. En realidad, sus acciones también allanaron el camino para la desaparición del Imperio Asirio.

Tras la muerte de Senaquerib, hubo una guerra civil en Asiria entre sus hijos. Asarhaddón fue el ganador final, y creó un tratado de sucesión para evitar que volviera a ocurrir algo parecido. Este tratado está expuesto actualmente en el Museo Arqueológico de Antioquía, Turquía. Según el tratado, el hijo menor de Asarhaddón, Asurbanipal, fue elegido heredero del trono asirio, mientras que su hijo mayor, Shamash-shum-ukin, fue proclamado heredero de la ciudad-estado de Babilonia, que estaba bajo dominio asirio en ese momento. Finalmente, en el año 652 a. C., Shamash-shum-ukin se rebeló. Su rebelión fue un fracaso, pero allanó el camino para el desafío babilónico al trono asirio. En el año 627 a. C., cuando murió Asurbanipal, Nabopolasar, que había llegado a ser rey en Babilonia, volvió a desafiar al trono asirio, y esta vez Nínive cayó en el año 612 a. C.

El imperio asirio fue destruido para no volver a ser establecido nunca más. Tal es el fin de todos los reyes y reinos terrenales que piensan que sus acciones arrogantes no tienen consecuencias. Muchos de los profetas menores capturaron esta imagen, especialmente Nahúm. Para Nahúm (cuyo nombre significa "consuelo"), Nínive es una "ciudad sanguinaria"; una "ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos". (Nahúm 3:1,4, RV1960)

Estela de Senaquerib. Museo de Arqueología de Estambul. / Marc Madrigal

La caída de Asiria es un recordatorio de que Dios no olvida, que siempre hace responsables a las naciones de sus líderes orgullosos y sus acciones orgullosas. Nuestro consuelo es que en el Día del Señor, todas las cuentas serán saldadas, el reino de Dios vendrá a la Tierra, y todos los reinos terrenales perecerán!

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