Eben-Ezer

“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Dios” (1º Samuel 7:12).

27 DE ABRIL DE 2024 · 22:45

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Imagen de Alp Duran en Unsplash.

“Eben-ezer” proviene del hebreo “piedra de ayuda”.

¿Sabes por qué?

“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Dios” (1º Samuel 7:12).

Este mismo principio lo vemos reflejado desde mucho antes si leemos Josué capítulo 4.

También lo podemos apreciar si leemos el Salmo 121:

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?

Mi socorro viene de Dios, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Dios es tu guardador; Dios es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Dios te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Dios guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre”.

Y ahora te lanzo la siguiente pregunta:

“¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Dios?” (Salmo 107:43).

Si Dios muestra como nos ayuda desde los tiempos de Josué, Samuel y el salmista, y si Dios no cambia: “Tú eres el mismo, y tus años no acabarán” (Hebreos 1:12), debes conocer la identidad de Dios para acceder a Su misericordia ¿no es cierto? Pues fíjate en lo que dice Hebreos 13:8:

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.

Ya sabes: Jesucristo es el único a través de quien te puedes beneficiar de la misericordia de Dios. ¿De qué misericordia estamos hablando? Leamos Salmo 212:8 de nuevo:

“Dios te guardará de todo mal; Él guardará tu alma”.

Hoy mismo puedes afirmar “eben-ezer” porque todavía vives y disfrutas de la bondad de Dios actualmente. Pero espero puedas afirmar “eben-ezer” durante la eternidad también. La única forma en que podrás hacer eso es si tus pecados han sido perdonados porque Cristo murió en tu lugar y te has apropiado personalmente de la vida eterna al arrepentirte de tu pecado y depositar tu fe en el Salvador, Dios encarnado, Jesucristo. Si lo has hecho, la promesa es que Él guardará tu alma. Si no lo has hecho, ¿a qué esperas?

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