Freud vs. C. S. Lewis

Una crítica de la película La última sesión de Freud (2024).

13 DE JUNIO DE 2024 · 17:16

Fotograma de la película.,
Fotograma de la película.

Sigmund Freud (1856 - 1939) y Clive Staples Lewis (1898 - 1963) son dos figuras prominentes del siglo XX cuyas contribuciones han dejado una huella profunda en sus respectivos campos: la psicología y la literatura, así como en la filosofía y la teología. Ambos pensadores, aunque contemporáneos en parte de sus vidas, representan visiones del mundo diametralmente opuestas, particularmente en su enfoque hacia la religión, la naturaleza humana y el propósito de la vida. 

Freud, nacido en Freiberg, Moravia (hoy Príbor, República Checa), fue un neurólogo austríaco y el padre del psicoanálisis. Su trabajo revolucionó la comprensión del inconsciente y el papel de los deseos reprimidos en la conducta humana. Freud es conocido por su teoría del desarrollo psicosexual, su concepto del ello, yo y superyó, y sus investigaciones sobre los sueños y las neurosis. Para Freud, la religión era una ilusión, una creación del hombre para mitigar los sentimientos de desamparo y ansiedad. En su obra El porvenir de una ilusión (1927), argumenta que las creencias religiosas son construcciones psicológicas que reflejan deseos infantiles y proyecciones del inconsciente. Freud veía la fe religiosa como una forma de neurosis colectiva que la humanidad debe superar para alcanzar la madurez psicológica y cultural. 

Por otro lado, C.S. Lewis, nacido en Belfast, Irlanda del Norte, fue un académico, novelista, crítico literario y apologista cristiano. Profesor de la Universidad de Oxford y más tarde en la Universidad de Cambridge, es célebre por sus escritos de ficción, como Las Crónicas de Narnia, y por sus obras de apologética cristiana, entre las que destacan Mero Cristianismo y Los milagros. A diferencia de Freud, Lewis comenzó su vida como ateo, pero se convirtió al cristianismo a los 32 años, influenciado por amigos como J. R. R. Tolkien. Lewis sostenía que la existencia de Dios y la verdad del cristianismo podían ser defendidas racionalmente y que el deseo humano de algo más allá del mundo material indicaba una realidad trascendental. 

La confrontación entre los pensamientos de Freud y Lewis puede ilustrarse en varios puntos clave:

Visón de la religión

Freud consideraba la religión como una ilusión, un sistema de creencias irracionales que tiene su origen en la necesidad humana de sentirse protegido y de encontrar consuelo ante la adversidad. En cambio, Lewis veía la religión, y en particular el cristianismo, como la respuesta a las preguntas más profundas del ser humano. Para Lewis, los anhelos humanos de justicia, amor y eternidad apuntaban hacia la existencia de un Dios real que los podía satisfacer plenamente. 

Naturaleza humana

Freud tenía una visión pesimista de la naturaleza humana, marcada por conflictos internos y deseos reprimidos. El ello (id) representaba los impulsos más básicos y primitivos, el yo (ego) mediaba entre esos impulsos y la realidad, y el superyó (superego) actuaba como una conciencia moral internalizada. Para Freud, el mal y el sufrimiento humano eran resultado de estos conflictos internos y la represión de los deseos. En contraste, Lewis creía en la bondad intrínseca del ser humano como creación de Dios, aunque corrompida por el pecado. Afirmaba que la verdadera naturaleza humana se encontraba en armonía con Dios y que el mal era una desviación de esa naturaleza creada. 

El propósito de la vida

Freud veía la vida como un campo de batalla entre los deseos instintivos y las restricciones sociales, donde el mejor objetivo posible era alcanzar una especie de equilibrio psicológico. No ofrecía una visión trascendental del propósito de la vida, limitándose a una perspectiva materialista y naturalista. Lewis, en cambio, sostenía que el propósito de la vida humana era conocer y disfrutar de Dios, y que la historia humana tenían un destino divino. En su apologética, Lewis argumentaba que los deseos humanos más profundos solo podían ser satisfechos en Dios, y que la vida tenía un propósito y un significado que trascendían la existencia material.

El enfoque hacia el sufrimiento

Para Freud, el sufrimiento humano era en gran parte producto de los conflictos intrapsíquicos y las frustraciones derivadas de los deseos insatisfechos. La terapia psicoanalítica buscaba aliviar el sufrimiento haciendo conscientes esos conflictos y trabajando a través de ellos. En cambio, Lewis veía el sufrimiento como una parte integral del crecimiento espiritual. En su obra “El problema del dolor”, Lewis argumenta que el sufrimiento puede tener un propósito redentor y que, a menudo, nos lleva a una mayor comprensión de nuestra dependencia de Dios y de nuestro verdadero estado moral. 

Freud y Lewis representan dos mundos opuestos: uno dominado por la razón y el escepticismo, el otro por la fe y la esperanza. Freud, con su enfoque en los mecanismos internos de la mente humana y su rechazo de la religión como una ilusión, ofrece una visión del hombre centrada en lo material y lo psicológico. Lewis, con su afirmación de la realidad espiritual y la trascendencia divina, propone una perspectiva en la que la vida humana tiene un propósito más elevado y un destino eterno. La confrontación de sus pensamientos no solo enriquece el diálogo entre psicología y teología, sino que también desafía a los a reflexionar sobre las grandes preguntas de la existencia humana desde diferentes ángulos. 

La última sesión de Freud adapta la obra de teatro escrita por Mark St. Germain, estrenada en 2010, que imagina un encuentro ficticio entre los dos personajes. Situada en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, los dos pensadores discuten en el estudio de Freud en Londres, en septiembre de 1939. Freud, en sus últimos días y sufriendo de cáncer bucal, ha invitado al joven académico Lewis para mantener una conversación que promete ser intensa y reveladora. 

Freud, a pesar de su deterioro físico, muestra una mente afilada y una defensa apasionada de sus teorías. Su escepticismo y racionalismo se ponen a prueba en el diálogo, quien, con su juventud y vigor intelectual, presenta una visión del mundo impregnada de fe y esperanza. 

Lewis, respetuoso pero firme, ofrece contraargumentos a las posiciones de Freud, basándose en su propia experiencia de conversión y su profunda reflexión sobre el cristianismo. Su caracterización en la obra destaca su habilidad para combinar lógica y emotividad en su defensa de la fe. 

Matt Brown dirige recreando con elegancia la época y el entorno, pero preocupado por querer añadir aspectos cinematográficos que hagan olvidar al público que asiste a una obra teatral, acaba lastrando y desordenado un relato que solo mantiene el sentido y su fuerza en los diálogos imaginados entre C. S. Lewis y Freud. 

 

 

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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Pantallas - Freud vs. C. S. Lewis