Protestantismo en el Nuevo Mundo (I)

Werner Thomas considera que una de las causas de la poca penetración del protestantismo en la Península, estaba relacionada con el hecho que “América alejó de España, sobre todo en los años 1520, un sector de la clerecía con ideas extremadamente reformadoras y, bien consideradas, bastante cercanas al protestantismo. Muy pronto, Cisneros decidió enviar a América solamente a clérigos regulares pertenecientes a la ra"/>

Los frailes herejes y el Nuevo Mundo

Protestantismo en el Nuevo Mundo (I)

Werner Thomas considera que una de las causas de la poca penetración del protestantismo en la Península, estaba relacionada con el hecho que “América alejó de España, sobre todo en los años 1520, un sector de la clerecía con ideas extremadamente reformadoras y, bien consideradas, bastante cercanas al protestantismo. Muy pronto, Cisneros decidió enviar a América solamente a clérigos regulares pertenecientes a la ra

21 DE DICIEMBRE DE 2009 · 23:00

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“En otros países fueron justamente ellos los que se habían mostrado sensibles a la doctrina luterana y también en España hubo casos de observantes acusados de luteranismo”.(Thomas, 2001, pág. 116) Interesa este aspecto que Thomas considera como verdaderas causas de rechazo al luteranismo, pero abre y agranda, sin embargo, el deseo reformador de esas llamadas “minorías de frailes herejes” que acudieron al Nuevo Mundo intentando poner en práctica la utopía de Tomás Moro, Campanela o Juan Valentín Andrae. Los Doce Apóstoles que Quiñones mandó a Méjico eran verdaderos extremistas reformadores y su movimiento considerado radical, por su decepción de la sociedad y de la Iglesia. Según el artículo de Ana de Zahalla Beascoechea y Josep-Ignasi Saranyana(1) las reformas tomaron aspectos como el joaquinismo de Fiore con una nueva y plena comprensión espiritual de la Escritura, llamada “evangelio eterno”, durante el tercer status; y una nueva economía de salvación sin signos ni figuras, que se instaurará antes de los últimos tiempos. Dirán estos autores: “El superior de los Doce, Martín de Valencia, ferviente adepto de la reforma establecida en la provincia de Extremadura, era él mismo ´un joaquinita de formación y de comportamiento; llevó consigo el De conformitate beati Francisci ad vitam Domini Jesu, impreso poco antes en Milán (1510 y 1513), que era más o menos como ´los Hechos de los Apóstoles del monaquismo mendicante que Joaquín de Fiore había profetizado como vehículo del Evangelio eterno de la tercera edad del mundo”. Sin embargo, a pesar de las prohibiciones muchos proscritos por causa de la religión pasaron al Nuevo Mundo, aunque ya en 1518 las disposiciones reales habían reglamentado el paso a las Indias, sin que pudieran hacerlo los extranjeros, los cristianos nuevos, los reconciliados y todos aquellos que fueran hijos o nietos de quemados o condenados “por la herética parvedad o apostasía”. Serían condenados por la Inquisición extranjeros por herejía y luteranismo que a través de contactos habían podido pasar al Nuevo Mundo, pero sobre todo pasaron como comerciantes y piratas. Además de estos y los no pocos frailes rebeldes unos y evangélicos otros, pasarían muchos judeoconversos y otros perseguidos que buscaban un descanso y una paz que nunca llegaron. Termina Werner Thomas afirmando que si hubiesen triunfado las ideas de los “frailes herejes” que embarcaron hacia América, “sus intentos habrían terminado en una iglesia revolucionaria y antirromana, una iglesia espiritual y no material, sin jerarquía ni dignidades y con una igualdad social de los miembros. Su cristianismo hubiese sido paulino, interiorizado y ascético. Si no hubiesen abandonado España con destino a América, este grupo de clérigos radicales quizás habría podido significar un peligro para el catolicismo ortodoxo tal como se conocía en la Península Ibérica”(2) La inquisición tuvo tres centros de represión y control en el Nuevo Mundo: el de México, el de Lima y el de Cartagena (Colombia). En México comenzaría con procesos este tribunal por 1570, generalmente extranjeros, piratas y expedicionarios. En el siglo XVI y XVII hubo muchos juicios contra luteranos y calvinistas. En febrero de 1574, fueron penitenciados 36 luteranos. En Lima el tribunal se estableció unos meses antes que en México, por 1570 y también procedió contra los protestantes de los que muchos murieron en las llamas. Del tribunal de Cartagena, que comenzó sus tareas en 1611, dependían los arzobispados de Santa Fe y de Santo Domingo, y los obispados de Cartagena, Panamá, Santa Marta, Popayán, Venezuela, Puerto Rico y Santiago de Cuba. Sin embargo tuvo menos actividad que los otros dos tribunales y menos causas graves de herejía. Hay que destacar, que debido a la extensión territorial, los procesos se dilataban y los acusados permanecían injustamente en las prisiones. La causa más importante del tribunal de Lima, denominada “Gran complicidad”, es la del auto de fe de 1639, protagonizada por conversos, cristianos nuevos de judíos. Hubo una conspiración judía internacional y especialmente de Holanda para adueñarse de las colonias hispanoamericanas. Se constituyó la Compañía Holandesa de la Indias Occidentales financiada por judíos, relacionados con convertidos portugueses que controlaban la mayor parte del comercio de Lima. Sólo aparecen como luteranos condenados por este tribunal de Lima dos españoles uno por luterano y otro por iluminado o alumbrado. Y en el periodo de 1569 a 1820 solo serán procesados 77 protestantes en Lima. De todos modos la simple lectura de la historia de este tribunal de Lima, parece un novelón surrealista comparado con la Inquisición en España y los procesados españoles del XVI en la península. Desde inquisidores amancebados, familiares de la inquisición abusando de las mulatas y negras, acusados llenos de supersticiones, blasfemos y bígamos, todo un mundo más allá del oeste americano donde la fascinación por un mundo nuevo en libertad, creaba monstruos y personajes únicos. Los peor parados seguían siendo los encarcelados, que una buena parte morían de enfermedades y maltratos: “este testigo ha oído muchas quejas a diversas personas de agravios que dentro de la cárcel a los presos les hacen, principalmente a oído decir que porque tratando de alegar de su justicia de palabra o por escripto les han echado mordazas y de noche venir ensantbenitados con un azote y azotarlos gravemente, de lo cual este testigo se escandalizó muy mucho, y se lo refirió y contó a un clérigo que se llama Herrera (cuyo nombre propio no lo sabe) por haberle comunicado poco, y hay muchas personas que le conocen en esta ciudad, y este testigo cree que le enviaron desterrado a España.” (Toribio Aguirre, 2000, pág. Cap X)
1) La discusión sobre el joaquinismo novohispano en el siglo XVI en la historiografía reciente. Ana de Zahalla Beascoechea. Universidad del País Vasco y Josep-Ignasi Saranyana. Universidad de Navarra. 2) (Werner, La represión del protestantismo (1517-1648), 2002) Pág, 117

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