La ley de Moisés, ¿una copia de los sumerios?

El código mosaico ofrece un enfoque innovador del pensamiento, un enfoque que nadie había visto hasta ese momento.

  · Traducido por Joana Morales

06 DE ENERO DE 2018 · 21:00

El código Ur-Nammu en el museo arqueológico de Estambul. / Wikimedia commons,
El código Ur-Nammu en el museo arqueológico de Estambul. / Wikimedia commons

En la actualidad hay muchos escépticos que argumentan que las leyes que aparecen en el Antiguo Testamento se escribieron basándose en los códigos sumerios y babilónicos ya existentes. El propósito de tales tesis es cuestionar la inspiración divina de las Escrituras y demostrar que los principios subyacentes en estos textos son meramente humanos, e incluso me atrevería a decir que de naturaleza imitativa.

Estas tesis pueden resultar bastante convincentes a primera vista para alguien que no tenga conocimiento del tema. Por poner un ejemplo popular: es posible encontrar la máxima “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano” (Éxodo 21:23, RVA) en el código de Hammurabi, que data de un período de al menos 400 años antes: “si un hombre deja tuerto a otro, le dejarán tuerto a él también” (Artículo 196), o “si un hombre le arranca los dientes a una persona de su mismo rango o clase social, le arrancarán los dientes a él también” (Artículo 200).

Además, estas similitudes no se limitan únicamente a las leyes de Hammurabi. Por ejemplo, el código de Ur-Nammu, que tiene al menos 300 años más y que está considerado por algunos como el código legal más antiguo, dice que “el hombre que cometa asesinato morirá” (Artículo 1). Comparen esto con la ley mosaica que nos dice que “el que hiere a alguien causándole la muerte morirá irremisiblemente” (Ex. 21:12, RVA). Tales semejanzas conducen a menudo al juicio preliminar muy simplista de que el Antiguo Testamento quizás ha copiado estas leyes. Es cierto que pueden existir similitudes, pero la semejanza no es sinónimo de causalidad. Además, las similitudes en la redacción y la expresión son bastante normales en estas leyes, teniendo en cuenta que todas proceden de un tiempo y una geografía comunes. Tal vez sería más apropiado decir que la similitud entre las leyes apunta más a la preocupación común de la humanidad por la justicia que a una mera causalidad.

Para mí, lo verdaderamente fascinante son los asombrosos descubrimientos a los que llegas al examinar los principios subyacentes en estos códigos. Me atrevería a decir que la ley de Moisés muestra grandes diferencias con el espíritu de los códigos legales mesopotámicos. De hecho, las diferencias son tales que honestamente creo que muchos no se dan cuenta del carácter revolucionario de las leyes mosaicas en su época. En los párrafos siguientes se contrastan las diferencias entre los códigos mesopotámicos y la ley mosaica en cuatro apartados principales, prestando especial atención al código de Ur-Nammu:

 

1) ORIGEN DIVINO vs ORIGEN HUMANO

En la introducción del código de Ur-Nammu se estipula lo siguiente: “después de que An y Enlil le entregaran el reino de Ur a Nanna, en aquel tiempo Ur-Nammu, hijo nacido de Ninsun, de su amada madre que le gestó, según sus principios de equidad y de verdad (…) Entonces Ur-Nammu, guerrero poderoso, rey de Ur, rey de Sumeria y Acadia, por la fuerza de Nanna, señor de la ciudad y de acuerdo con la palabra verdadera de Utu, estableció igualdad en la tierra, desterrando maldición, violencia y conflictos y estableciendo los gastos mensuales del templo en 90 gur de cebada, 30 ovejas y 30 sila de mantequilla”.

De esta declaración se desprende que este código legal surgió por iniciativa del rey Ur-Nammu. La razón para la redacción de esta ley no es necesariamente un Dios particular sino la propia voluntad del rey. Aunque el rey subraya que algunas deidades le han proporcionado apoyo espiritual y dirección, esto es muy distinto de la afirmación del origen divino de la ley mosaica. Compárenlo con la introducción y la voz directa de Dios que encontramos en Éxodo 20:1-2: “y Dios habló todas estas palabras, diciendo ‘Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud’” (RVA).

Es evidente que el código de Ur-Nammu y otras leyes antiguas similares se registraron por iniciativa de los propios reyes, mientras que el texto del Antiguo Testamento afirma claramente que las leyes vinieron directamente de Dios. En este contexto, el Antiguo Testamento está haciendo una declaración revolucionaria, reclamando una autoridad legal divina que nadie había reclamado hasta entonces.

 

2) EL CONCEPTO DE IGUALDAD Y LAS RAZONES PARA EL CASTIGO

Según la comprensión mesopotámica de la justicia, el objetivo de la ley es poner orden en la sociedad. Pero no se puede decir que este método sea equiparable al concepto actual de igualdad ante la ley. Por ejemplo, en el caso del código de Hammurabi, los que tienen una clase social más alta sufren formas de castigo más ligeras en comparación con aquellas personas que cometen el mismo delito pero pertenecen a una clase inferior. Comparen los tres niveles de castigo según la clase social que se ven en los artículos 202, 203 y 204 del código de Hammurabi:

  • Artículo 202: si un hombre golpea a otro con un rango o clase social superior a la suya recibirá en público sesenta golpes con un látigo.
  • Artículo 203: si un hombre nacido libre golpea a otro hombre nacido libre o de igual rango, pagará una mina de oro.
  • Artículo 204: si un hombre liberado golpea a otro hombre liberado, pagará diez siclos.

La ley mosaica es muy diferente en este sentido, porque el castigo depende de la naturaleza del crimen y no de la clase social. Una de las razones más importantes detrás de esto es que la ley de Moisés no se basa en sensibilidades de clase sino que se basa en la santidad de cada vida individual creada a “imagen de Dios”. Su concepto de ley se apoya en la idea de la “santidad de Dios” en lugar de la protección de la élite social: “me seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis míos”. (Levítico 20:26, RVA)

 

3) LA DIFERENCIA DE ENFOQUE EN CUANTO A LA PENA DE MUERTE Y LA COMPENSACIÓN MONETARIA

Tal vez una de las diferencias más llamativas entre los antiguos códigos mesopotámicos y la ley mosaica es la naturaleza de los castigos por delitos cometidos contra la dignidad humana. En el sentido más general (aunque hay algunas excepciones), en las leyes de la antigua Mesopotamia los delitos cometidos contra la dignidad humana se castigan con multas, mientras que los delitos contra la propiedad son castigados con la muerte. En la ley mosaica se observa un enfoque opuesto, ya que los pecados contra la dignidad humana son castigados con la muerte, mientras que los delitos contra la propiedad se pagan con multas. Esta diferencia se puede ver claramente en los siguientes ejemplos:

  • Ur-Nammu, Artículo 2: “si un hombre comete robo, morirá”.
  • Ley mosaica, Éxodo 22:1: “cuando alguien robe un buey o una oveja y lo degüelle o venda, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja pagará cuatro ovejas”. (RVA)
  • Ur-Nammu, Artículo 3: “si un hombre comete un secuestro, será encarcelado y pagará 15 siclos de plata.”
  • Ley mosaica, Éxodo 21:16: “el que secuestre a una persona, sea que la venda, o que ésta sea encontrada en su poder, morirá irremisiblemente”. (RVA)
  • Ur-Nammu, Artículo 28: “si un hombre comparece como testigo y se demuestra que ha cometido perjurio, pagará quince siclos de plata. “
  • Ley mosaica, Deuteronomio 19:18-19: “los jueces investigarán bien, y si aquel testigo resulta ser falso, por haber testificado falsamente contra su hermano, le haréis a él lo que él pensó hacer a su hermano. Así quitarás el mal de en medio de ti”. (RVA)

 

4) Grandes diferencias en los castigos que se IMPONÍAN a las mujeres

Por supuesto, la situación de las mujeres en los códigos legales antiguos dista mucho de nuestras sensibilidades del siglo XXI. Sin embargo, cuando comparamos estas leyes con el código mosaico, vemos que el código mosaico tiene unos límites más justos y equitativos. Por ejemplo, en el código de Ur-Nammu, una mujer que comete adulterio se tiene que someter a la pena capital, mientras que el hombre es liberado. En cambio, en la ley mosaica tanto los hombres como las mujeres condenados por adulterio están sujetos a la pena capital. En el código de Ur-Nammu el castigo impuesto a un hombre que abusa de una virgen es de 5 siclos de plata. En el código mosaico el castigo es 10 veces más, 50 siclos. Además, se esperaba que el hombre que había abusado de la virgen se casara con ella y perdiera todos los derechos de divorcio. Esto sólo ocurría en caso de que el padre de la virgen aceptara el arreglo. Si el padre de la virgen se negaba, ella podía seguir viviendo bajo la protección de su padre, y en ese caso se esperaba que el culpable pagara el precio de la dote de todos modos. Esta última medida puede parecer algo extraña y cruel para nuestros oídos modernos, pero lo que intentaba conseguir era avergonzar al autor y asegurar el sustento material de la mujer para el resto de su vida. A continuación, podemos ver estas leyes:

  • Ur-Nammu, Artículo 7: “si la esposa de un hombre se va con otro hombre y él duerme con ella, la mujer tendrá que morir, pero el hombre será puesto en libertad”.
  • Ley mosaica, Levítico 20:10: “si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera morirán irremisiblemente”. (RVA)
  • Ur-Nammu, Artículo 8: “si un hombre fuerza y desflora a una mujer virgen esclava de otro hombre, ese hombre pagará cinco siclos de plata”.
  • Ley mosaica, Deuteronomio 22:28-29: “si un hombre halla a una joven virgen que no esté desposada, y la fuerza y se acuesta con ella, y son descubiertos, entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven 50 siclos de plata; y ella será su mujer. Porque él la violó, no la podrá despedir en toda su vida”. (RVA)
  • Ley mosaica, Éxodo 22:16-17: “cuando alguien seduzca a una mujer virgen no desposada y se acueste con ella, deberá pagar el precio matrimonial por ella y la tomará por mujer. Pero si el padre de ella rehúsa dársela, a pesar de ello él pagará en dinero el precio matrimonial”. (RVA)

En conclusión, podemos observar muchas diferencias entre los códigos legales mosaicos y mesopotámicos. El código mosaico hace hincapié en que las leyes proceden directamente de la Deidad, mientras que los textos de otras civilizaciones enfatizan que las leyes se basan en la iniciativa de un gobernante. El código mosaico se basa en la santidad de Dios y la santidad de la vida humana, mientras que las leyes de Mesopotamia se basan en la preservación o protección de una determinada clase social o élite. El código mosaico aplica la pena de muerte a los delitos contra la dignidad humana, mientras que las leyes mesopotámicas aplican este castigo principalmente a delitos contra la propiedad. Las leyes de Mesopotamia tratan a las mujeres desde el prejuicio, mientras que el código mosaico resulta más equidistante. En resumen, el código mosaico es bastante revolucionario para su época. Así que, ¿de dónde viene esta comprensión de la ley? Soy plenamente consciente que este estudio en sí mismo no demuestra más allá de toda duda la revelación de las escrituras. Sin embargo, se puede ver claramente que las afirmaciones de que el código mosaico imita o está inspirado en los textos mesopotámicos son bastante simplistas e ingenuas.

Si hay algo claro es que el código mosaico ofrece un enfoque innovador del pensamiento, un enfoque que nadie había visto hasta ese momento. Desde luego, nadie lo había visto en las civilizaciones mesopotámicas, eso es seguro. En mi humilde opinión, esta extraordinaria forma de pensar refleja un código de leyes escrito por inspiración divina, no una imitación.

 

BIBLIOGRAFÍA

    •    “Code of Ur-Nammu.” Wikipedia: The Free Encyclopedia. Wikimedia Foundation. https://en.wikipedia.org/wiki/Code_of_Ur-Nammu

    •    “The Code of Hammurabi,” Translated by L.W. King. http://avalon.law.yale.edu/ancient/hamframe.asp

    •    Joshua J. Mark. “Ur-Nammu,” Ancient History Encyclopedia. http://www.ancient.eu/Ur-Nammu/

    •    Gabriele Bartz, Eberhard König, (Arts and Architecture), Könemann, Köln, (2005).

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