Quinto centenario del surgimiento de los anabautistas, 21 de enero de 1525

A los practicantes del bautismo de creyentes y contrarios al paidobautismo, se les comenzó a llamar anabautistas, es decir, rebautizadores. Éstos, en cambio, consideraban que el único bautismo acorde a las enseñanzas del Nuevo Testamento era el de personas conscientes del acto que llevaban a cabo.

18 DE ENERO DE 2025 · 17:42

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La alianza [entre el poder político y los teólogos magisteriales] dejó la interpretación del significado de las Escrituras en manos de exégetas con formación humanística y familiarizados con las lenguas originales. Los radicales, por otro lado, asumieron la comunidad hermenéutica con conversaciones congregacionales constantes basadas en las Escrituras traducidas al idioma de cada pueblo. Esta visión, incorporada en el primer orden congregacional anabautista [del siglo XVI], involucraba idealmente a todos los miembros en la interpretación de las Escrituras y significaba que la autoridad interpretativa final no recaía en la élite letrada sino en la comunidad creyente y discerniente, reunida para escuchar y obedecer la Palabra de Dios.

Werner O. Packull
 

El distanciamiento creciente de los posteriormente llamados anabautistas con el reformador Ulrico Zuinglio tuvo su punto de quiebre en 1525, el 21 de enero. En tal día un grupo puso en práctica su entendimiento sobre el bautismo de creyentes y, al hacerlo, enfrentó la simbiosis Iglesia oficial/Estado dominante tanto en territorios católicos como protestantes.

Es importante detenerse en la explicación del vocablo anabautistas. El término les fue adjudicado desde afuera, ya que practicaban, según sus adversarios, el rebautismo. Las iglesias que bautizaban infantes, al juzgar la práctica de quienes decidieron solamente bautizar a los y las que previamente se convirtieran al camino de Jesús, consideraron el hecho como un rebautismo, dado que ya tales personas habían sido bautizadas en su infancia. Fue así que, a los practicantes del bautismo de creyentes y contrarios al paidobautismo, se les comenzó a llamar anabautistas, es decir, rebautizadores. Éstos, en cambio, consideraban que el único bautismo acorde a las enseñanzas del Nuevo Testamento era el de personas conscientes del acto que llevaban a cabo.

Acontecimientos previos a 1525 incidieron en el surgimiento del anabautismo. Casi diez años antes el estudio del Nuevo Testamento en griego transformó vida y ministerio de Ulrico Zuinglio. La lectura neotestamentaria la hizo en la edición realizada por Erasmo en 1516, entonces “compara la Iglesia de sus propios días con la Iglesia de Pablo y los Apóstoles”.[1] Hacia fines de 1518 Ulrico ingresa al equipo clerical de la Catedral de Zúrich, y el primero de enero del siguiente año hace a un lado el calendario litúrgico católico romano e inicia con la predicación sistemática de libros bíblicos. Primero lo hace con el Evangelio de Mateo, al que le siguió Hechos de los Apóstoles. Así daba inicio la reforma religiosa y social de Zúrich.

Integrantes del círculo de estudios dirigido por Zuinglio se fueron distanciando de él y, como veremos, construyeron una alternativa teológica y eclesiológica reprobadas por el reformador. No solamente Zuinglio, sino otros reformadores magisteriales, comprobaron cómo en el seno de los movimientos que encabezaron surgieron disidentes que sostuvieron críticas tanto al catolicismo romano como hacia ellos.[2] Fueron resultados indeseados, no hijos sino hijastros de la Reforma.[3]

Afuera la temperatura rondaba los cero grados centígrados, dentro de la casa ardían los corazones de los asistentes. Eso sucedió el 21 de enero de 1525, en Zúrich, Suiza.[4] Los reunidos en casa de Anna, madre de Félix Mantz (o Manz, como también es citado su apellido), uno de los líderes del grupo, sabían bien que pesaba sobre ellos una orden que prohibía congregarse en hogares para estudiar e interpretar la Biblia y efectuar actos como la Santa Cena. El Concejo de Zúrich, partidario de las enseñanzas del reformador Ulrico Zuinglio, decretó el 18 de enero de 1525 que los niños y niñas debían ser bautizados en el plazo de una semana. Esto implicó que Conrado Grebel, Félix Mantz, Jorge Cajacob y otros tomaran la decisión de no obedecer la citada ley, confrontándola con su entendimiento bíblico sobre el significado del bautismo.

Los antes mencionados fueron inicialmente discípulos de Zuinglio, más tarde la brecha fue creciendo entre él y ellos, hasta que los mismos tomaron la decisión de seguir por un camino que les apartaba de su antiguo maestro. Es necesario mencionar lo sucedido antes y durante las primeras semanas de 1525 para tener un cuadro más amplio de la decisión tomada por el círculo de ex zuinglianos en cuanto a practicar el bautismo de creyentes.

Hacia finales de 1524 Ulrico publicó Quién da ocasión a la revuelta, escrito en el que criticaba las enseñanzas de sus adversarios y la desestabilización social que causaban, entre ellos los anabautistas, sobre quienes expresó que “si se bautiza a niños, ellos gritan diciendo que en la cristiandad no hay nada más abominable, espantoso o pecaminoso que bautizar niños. Y de este tipo de ridículas farsas producen día a día más de lo que produce África en materia de animales extraños”.[5]

El Concejo de Zúrich no respondió a la petición hecha en diciembre de 1524 por Félix Mantz sobre que requiriera a Zuinglio poner por escrito las razones por las que apoyaba el bautismo de infantes. El cuerpo gobernante decidió actuar cuando Jacobo Hottinger, de Zollikon, interrumpió el sermón de Gaspar Megander, quien estaba exponiendo acerca de bautizar niñas y niños. El Concejo decidió llamar a un debate sobre el tema para el martes 17 de enero de 1525.[6]

En la disputa con Zuinglio participaron sus ex discípulos, pero no es posible saber con certeza lo que expusieron dado que no quedaron registros de lo sostenido por ellos. En contraparte, Zuinglio sí dejó constancia de que se alzó con la victoria ya que, según él, “testigos imparciales” lo apoyaron. Agregó que “Grebel y varios otros, que son insignificantes, persistieron en sus opiniones”.[7] Al día siguiente del debate el Concejo tomó partido por Zuinglio, y mandó que los infantes fueran bautizados. Esto implicó que Conrado Grebel, Félix Mantz, Jorge Cajacob y otros tomaran la decisión de no obedecer la citada ley, confrontándola con su entendimiento bíblico sobre el significado del bautismo. A Grebel le tocaba de manera directa el mandato del Concejo sobre bautizar infantes, ya que pocos días antes, el 5 de enero, había nacido su hija Raquel.[8]

Las autoridades reforzaron el 21 de enero las medidas contra los rebeldes prohibiendo todas las reuniones que no hubiesen sido autorizadas previamente, además decretaron que quienes no fueran ciudadanos de Zúrich iban a ser expulsados en ocho días. No eran ciudadanos en el círculo de Grebel y Mantz, entre otros, Wilhelm Reublin, pastor en Wytikon; Hans Brötli, pastor asistente en Zollikon; Andreas Castelberger, librero en Zúrich y Ludwig Hätzer, quien se unió al grupo en el otoño de 1524.[9]

Los disidentes de Zuinglio y las autoridades de la ciudad se congregaron para decidir qué hacer ante la ordenanza que les declaraba ilegales y, de continuar en rebeldía, sujetos de ser encarcelados. En casa de Félix Mantz, el 21 en la tarde, era sábado, y después de intercambiar opiniones sobre los pasos a dar tomaron una decisión crucial. Conscientes de las represalias a sufrir por ir en sentido contrario a las doctrinas de la simbiosis Iglesia-Estado en Zúrich, aconteció que

Llegaron en estas cosas a la unanimidad, y en el puro temor de Dios reconocieron que una persona necesita aprender de la Palabra divina y de la predicación una fe verdadera, que se manifieste en el amor, y recibir el verdadero bautismo cristiano sobre el fundamento de la fe reconocida y confesada, [manteniendo] su unión con Dios mediante una buena conciencia [y preparándose] de ahí en adelante para servir a Dios en una santa vida cristiana con toda piedad, y también para estar firme hasta el final en la tribulación. Y sucedió que estuvieron así reunidos hasta que el temor (angst) comenzó a invadirlos, y en verdad se sintieron oprimidos (gedrungen) en sus corazones. Entonces comenzaron a doblar las rodillas ante el Altísmo Dios de los cielos; lo invocaron, como conocedor que es de los corazones, y le suplicaron que les diera fuerzas para hacer su divina voluntad y que manifestara su misericordia para con ellos. Lo que los impulsaba no era la carne ni la sangre ni la osadía humana, pues bien sabían lo que a causa de ello tendrían que soportar y sufrir. Después de la oración, Jorge Cajacob se puso de pie y pidió a Conrado [Grebel] que lo bautizara por el amor de Dios, con el verdadero bautismo cristiano sobre su fe y su conocimiento. Y cuando se arrodilló con esa súplica y ese deseo, Conrado lo bautizó, en vista de que en esos momentos no había ningún ministro ordenado que llevara a cabo semejante acción. Después de que esto se hizo, los demás desearon de manera semejante que Jorge [Cajacob] los bautizara. Y él bautizó a todos cuantos se lo pidieron. De esa manera todos a una se entregaron a sí mismos al nombre del Señor, en el alto temor de Dios. Cada uno de ellos confirmó al otro en el servicio del Evangelio, y comenzaron a enseñar y a conservar la fe. A partir de entonces comenzaron a apartarse del mundo y de sus malas obras.[10] 

Sobre Jorge Cajacob se conoce que era un ex clérigo casado, originario de Bonaduz en Grisones, Suiza. No es posible saber con precisión cuándo llegó a Zúrich, aunque se la ha situado en la ciudad junto con su esposa a partir de diciembre de 1524.[11] Primero se acercó a Zuinglio y después hizo causa común con Grebel y Mantz. Se le conoció más por su apodo (Blaurock, abrigo azul), porque en una ocasión intervino en una discusión y alguien preguntó quién había tomado la palabra, la respuesta fue el del abrigo azul.[12]

En los bautizos tuvo parte “un pequeño grupo de varones”, tal vez “aproximadamente una docena de hombres”.[13] Participaron del acto Jorge Blaurock, el primer bautizado, Conrado Grebel, Félix Mantz, Wilhelm Reublin, Hans Brötli y Simón Stumpf y otros más.[14] Lo que esa noche hicieron, practicar el bautismo voluntario de personas y ahondar su idea del sacerdocio universal de los creyentes, fue resultado de descubrimientos iniciados años antes al estudiar la Biblia junto con Ulrico Zuinglio. Quisieron poner en práctica un principio del que ya estaban convencidos meses atrás.      

La narración de lo acontecido la gélida tarde/noche del 21 de enero de 1525 es de la conocida como Crónica Hutterita, cuyo iniciador fue Gaspar Braitmichel, él tuvo como fuente a Jorge Cajacob, el primer bautizado.[15] La Crónica es una interpretación sobre la continuidad de las comunidades de creyentes desde tiempos del Antiguo Testamento, así como del remanente fiel a través de los siglos iniciando con la Iglesia primitiva. Menciona los enfrentamientos de John Wyclif, en el siglo XIV, y de Jan Hus, en el siglo XV, con el sistema eclesiástico cuya cúspide era el papado. También describe el levantamiento de Martín Lutero en 1517 y de Ulrico Zuinglio en 1519, quienes, para la Crónica, no fueron congruentes con sus planteamientos iniciales.[16] El documento enfatiza que ambos “Lutero y Zuinglio, denunciaron y sacaron a la luz toda la alevosía y bribonada de la santidad papista, como si quisieran echar todo por tierra con rayos. Empero, no ofrecieron nada mejor a cambio. No bien se apoyaron en el poder temporal y se remitieron a la ayuda humana les ocurrió lo mismo que a quien remienda un viejo caldero y sólo logra que el agujero empeore”.[17]

Más adelante el cronista hace notar que los reformadores magisteriales “defienden su doctrina —que en realidad han recibido y aprendido de su padre y cabeza, el Anticristo— con la espada, aun cuando saben que las armas de la milicia de los cristianos no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de toda confabulación humana (2 Corintios 10:4 y siguientes). De modo que la fe no puede imponerse por la fuerza, sino que es un don de Dios (Efesios 2:8 y siguientes)”.[18]

Acerca de la base sobre la que descansaba la convicción de enseñar y practicar el bautismo de creyentes por parte de Grebel y los demás, el reformador Enrique Bullinger, adversario de los anabautistas, escribió que para éstos la fundamentación de su postura era resultado de lo que entendían de las Escrituras, sobre todo “de los Evangelios y de Hechos de los Apóstoles, remarcaban que los apóstoles no bautizaron infantes sino solamente adultos conscientes”.[19] En la concordancia bíblica compuesta por Conrado Grebel en 1525, sobre la fe y el bautismo, los pasajes centrales eran Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-16; Hechos 2:38, 9:17-19, 16:17-34, 19:1-5.[20]

Al otro día de los bautismos en Zúrich, que tuvieron lugar el 21 de enero, Conrado Grebel, Félix Mantz y Jorge Blaurock revitalizaron al grupo de simpatizantes que tenían en Zollikon, población de 350 habitantes y distante a tres kilómetros de Zúrich.[21] En la semana del 22 al 29 de enero de 1525 fueron bautizadas en Zollikon treinta y cinco personas.[22] Además el domingo 22, o lunes 23, Grebel condujo un servicio en casa de Jacob Hottinger, durante el cual se compartió la Santa Cena. Lo mismo aconteció en distintos días en otros hogares de Zollikon.

Las reuniones caseras comenzaban con lecturas de pasajes del Nuevo Testamento sobre la Cena del Señor, le seguía una explicación acerca del significado de la misma. Posteriormente partían el pan, servían el vino y compartían ambos elementos. Los participantes eran conscientes, según el testimonio de un participante, de que al tomar la Cena del Señor se comprometían a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo.[23]

Nacidos en y/o habitantes de Zollikon habían participado por lo menos desde 1522 de los intentos de hacer cambios teológicos y eclesiásticos en Zúrich. Los hermanos Claus y Jacobo Hottinger se involucraron en actividades del círculo encabezado por Ulrico Zuinglio, del que después saldrían para hacer causa común con la célula anabautista.[24] Claus tenía trayectoria de iconoclasia (del griego, ruptura de imágenes), lo que le había causado problemas con las autoridades.[25] En junio de 1523 Jacobo irrumpió en la Iglesia de Zollikon e increpó al expositor, el doctor Lorenz, llamándolo “predicador de mentiras” y argumentó que la Santa Cena debería ser impartida en ambas especies, pan y vino. Acciones similares las realizó en varias ocasiones. El mismo año, en septiembre, Claus y un acompañante removieron un crucifijo en Stadelhofen, poblado entre Zollikon y Zúrich, ambos fueron encarcelados y posteriormente desterrados. Claus Hottinger siguió promoviendo sus creencias, cayó en manos de autoridades católicas de Klingnau, fue condenado a morir por espada el 9 de marzo de 1524.[26]

En Zollikon era pastor el ex clérigo católico romano Hans Brötli, uno de los signatarios de las cartas enviadas a Thomas Müntzer en septiembre de 1524 por el núcleo de Conrado Grebel.[27] Brötli ofició el primer bautismo en Zollikon, en la persona de Fridli Shumacher, el 22 de enero de 1525.[28] Durante ocho días “la fiebre de bautizos se propagó por la villa”, la mayoría de los cuales los impartieron Brötli y Blaurock, algunos Félix Mantz y aunque Grebel los promovió no tuvo a su cargo bautizo alguno en Zollikon, en pocos días salió hacia Shaffhausen.[29]

Para el 30 de enero el diez por ciento de los habitantes de Zollikon habían sido bautizados por su propia voluntad. A menudo quienes recibían el símbolo del agua lo hacían con lamentos y lágrimas, fueron los casos de Conrado Hottinger, Jorge Shad, Hans Bruggbach y Rudolf Breitiner cuando solicitaron ser bautizados y también se comprometieron a dejar de pecar y llevar una nueva vida. Lo mismo sucedió con ocho mujeres el 26 de febrero.[30] Es importante notar que “aunque las conversiones emocionales no sería la norma por todas partes en el inicial anabautismo suizo, el arrepentimiento de pecado permanecería central en subsecuentes entendimientos anabautistas del bautismo”.[31]

Frente a la insubordinación de los bautizados en Zollikon, las autoridades de Zúrich decidieron actuar y mandaron aprehenderlos. Los condujeron al claustro agustino para interrogarlos y lograr que se retractaran. Ulrico Zuinglio los visitó y entró en polémica con ellos e hizo intentos de conciliación.[32] Las autoridades decidieron que los de Zollikon podían continuar reuniéndose para estudiar la Biblia, hacer oración y edificación mutua, pero los bautizos de adultos quedaron prohibidos, se les ordenaba bautizar a sus infantes y participar en la iglesia de la villa.[33] El 8 de febrero fueron liberados veinticinco tras pagar una multa, permanecieron encarcelados Félix Mantz y Jorge Blaurock, ambos fueron cuestionados por el Concejo de la ciudad el 18 de febrero, estuvo presente Zuinglio.

Blaurock encaró a Zuinglio, y dijo de él que “violentaba las Escrituras y las falsificaba más de lo hecho por el papa”.[34] Blaurock salió del encierro, regresó a Zollikon y el domingo 26 de febrero animó a la hermandad para continuar el camino iniciado. En las siguientes tres semanas bautizó a cerca de ochenta personas. Mientras tanto Félix Mantz siguió bajo prisión.

Nuevamente anabautistas de Zollikon resultaron conducidos a la cárcel y a partir del 20 de marzo de 1525 debieron comparecer individualmente para ser enjuiciados. Los interrogatorios a Félix Mantz (encarcelado desde febrero) y Jorge Blaurock (reaprehendido días antes) fueron más incisivos. Zuinglio anotó que conforme a sus creencias ellos continuaban “practicando el rebautismo contrariando la voluntad del senado y del pueblo”.[35] Los jueces decidieron que quienes no tuvieran ciudadanía de Zúrich deberían abandonar el territorio, y los demás, a menos que se retractaran, seguirían bajo arresto. En junio de 1525 otro Hottinger, de nombre Hans, entró durante la misa en la Iglesia de Zollikon y dirigiéndose a la congregación grito: “¡salgan, salgan! Protéjanse ustedes mismos de los falsos profetas”.[36]

Mientras en Zollikon los “rebautizadores” enfrentaban diversas dificultades, Conrado Grebel se dirigió a otros lugares para esparcir las convicciones que le llevaron a romper con Ulrico Zuinglio. En su itinerario amplió la forma de bautizar. Normalmente los bautizos entre los “hermanos suizos” se realizaban con derramamiento de agua sobre la cabeza de la persona. Así hizo Grebel con Jorge Cajacob el 21 de enero de 1525. Le correspondió al mismo Conrado Grebel bautizar por primera vez mediante inmersión en febrero de ese año a un monje converso, Wolfgang Ulimann. El acto tuvo como escenario el río Rin, en la sección cercana a Schaffhausen.[37] Grebel sumergió en las frías aguas a Ulimann, y después permaneció cerca de dos meses con la congregación de Schaffhausen para fortalecerla y hacer discípulos.

Debido a lo fructífero de las tareas evangelizadoras de Ulimann, el bautizado en el río Rin, y las de dos anteriores convertidos por Grebel (Gabriel Giger y Lorenz Hochrutiner), los trabajos anabautistas en San Gallen y alrededores se acrecentaron. Grebel se les unió para consolidar la obra. En Gallen se conforma una congregación muy receptiva. El 9 de abril, en el río Sitter, Grebel bautiza a un buen número de personas. En semanas la etapa inicial de la obra anabautista en San Gallen crece y son bautizados unos ochocientos creyentes, varones y mujeres.[38]

Aunque sabía de la animadversión contra él por parte de Zuinglio y el Concejo de Zúrich, Grebel regresa a mediados de abril a esa ciudad y visita discretamente a los hermanos. Se queda en Zúrich hasta principios de junio, cuando viaja a Waldshut por invitación de Baltasar Hubmaier.[39] Evita aparecer en público, ya que es consciente de que si las autoridades eclesiásticas y políticas del lugar lo ubican su destino sería la cárcel.         

Durante su ocultamiento en Zúrich padece a causa de su frágil salud, mermada desde 1515-1518, cuando estudiaba en la Universidad de Viena. También se recrudece la falta de recursos económicos, de tal manera que Grebel se propone vender preciados libros de su biblioteca. Pero ni enfermedad ni pobreza, tampoco las amenazas de ser encarcelado, detienen a Conrado, quien toma la decisión de ir a predicar a Groningen. Entre finales de junio y el 8 de octubre de 1525, cuando es arrestado, Grebel se dedica a testificar a una o dos personas a la vez, también enseñaba a pequeños grupos y hacía visitas en sus casas a los creyentes. Continuaba enfatizando la necesidad del arrepentimiento y la autoridad de las Escrituras para normar las creencias y conducta cotidiana.

Uno de los discipulados por Grebel en San Gallen, maestro de escuela en Wil (30 kilómetros al oeste de Gallen), cuyo nombre era Hans Krüsi, fue condenado a la hoguera el 27 de julio de 1525, en Lucerna. Meses antes, a principios de abril, Krüsi asistió a las reuniones que Grebel tenía junto al río Sitter. Además de oír la predicación de Conrado, recibió de sus manos una colección de versículos bíblicos y se involucró con el núcleo anabautista del cantón.

Debido a sus nexos con el anabautismo, Krüsi perdió el puesto de maestro, entonces el liderazgo anabautista lo invitó para que fuera lector en voz alta de la Biblia y dirigiera reuniones en su casa. Predicaba “basado en la viva Palabra de Dios que nadie debería ser obligado a pagar diezmo y otros tributos”.[40] Los anabautistas fueron declarados fuera de la ley en San Gallen el 6 de junio. Krüsi era muy activo en las villas de San Jorge y Tablat, ubicadas a menos de un kilómetro de San Gallen. El mismo día del decreto anti anabautista fue elegido en Tablat para que “leyera la Biblia [en voz alta], bautizara y celebrara la Cena del Señor”.[41] Tras varios intentos por apresarlo, finalmente fue detenido a mediados de julio, llevado a Lucerna, “militante cantón católico”.[42] Le condenaron por hereje a ser quemado en la hoguera, el cumplimiento de la pena ocurrió el 27 de julio de 1525.

En la redada del 8 de octubre de 1525, además de Grebel, es apresado Jorge Cajacob. Gracias a que logra escapar, Félix Mantz no corrió la misma suerte que sus dos hermanos en la fe. Pero solamente tardaría tres semanas en acompañar a Grebel y Cajacob en la cárcel del castillo de Groningen, ya que entonces los captores no fallaron. De nueva cuenta Grebel, Mantz y Blaurock tuvieron que defender la legitimidad del bautismo de creyentes, del 6 al 8 de noviembre hubo una disputa pública en la que cada una de los bandos expresó sus conocidos puntos de vista. El trío es llevado a juicio el 18 de noviembre de 1525, y condenado por “su anabautismo y su conducta impropia, a permanecer en la torre con una dieta de pan y agua, y a nadie, excepto a los guardias, se le permitía visitarlos”.[43]

Pronto les harían compañía otros anabautistas. A lo largo del gélido invierno los carceleros podían escuchar las oraciones, cánticos y predicaciones de los anabautistas presos. A pesar de las inclementes condiciones de la prisión Grebel se dio a la tarea de escribir un trabajo prometido a los hermanos de Groningen acerca del bautismo. Los investigadores no han localizado copias del tratado, parcialmente se conoce su contenido por lo que reprodujo Zuinglio para rebatirlo, fue publicado en 1527, con el título Refutación de las artimañas de los anabautistas.[44]

Conrado había afirmado antes de ser encarcelado que “si ellos [sus perseguidores] permitían que su escrito fuera impreso, él estaría dispuesto a discutir con el maestro Ulrico Zuinglio, y si el maestro Ulrico Zuinglio resultara vencedor, él, Conrado, estaría dispuesto a ser quemado; mientras que si él resultara vencedor no exigiría que Zunglio fuera quemado”.[45]

Tras cinco meses de encarcelamiento el osado Conrado Grebel solicita autorización para que su escrito sobre el bautismo fuera impreso. La petición, pero por supuesto, es rechazada. Se verificó un juicio más contra Grebel, Mantz y Cajacob los días 5 al 7 de marzo de 1526, aunque no nada más contra ellos porque también fueron enjuiciados más anabautistas, cuatro mujeres y once hombres (uno de ellos era Baltasar Hubmaier).

Todos recibieron condena de permanecer bajo arresto, con dieta de pan y agua hasta que alguno(a) se retractara o muriera. Un nuevo decreto ordenaba en Zúrich castigar el acto de bautizar adultos con la pena de muerte.[46] El 21 de marzo, con ayuda de simpatizantes y seguidores, los varones anabautistas presos escaparon de la cárcel.

Bajo persecución Grebel y Mantz se dirigen a otros cantones (Appenzell y Graubünden) para continuar con su ministerio itinerante. Cajacob toma otra dirección, pero igualmente insiste en predicar el Evangelio, bautizar creyentes, rechazar la unión Iglesia-Estado y en mantener una vida que reflejara la no violencia de Jesús. Más tarde Mantz y Grebel se separan, éste se encamina a Maienfeld, en el Oberland.

Los tres principales participantes en los bautizos de aquella gélida noche en Zúrich padecieron persecuciones, castigos corporales, destierros y cárcel. Conrado Grebel se refugió en Mainfeld, probablemente en casa de su hermana Bárbara, casada con un originario de la villa, Beat Beli. Murió en Maienfeld mientras huía de sus perseguidores, víctima de la peste en agosto de 1526, tenía menos de treinta años.[47] 

Félix Mantz, en cuya casa se bautizaron uno a otro los anteriores discípulos de Zuinglio, fue el primer anabautista suizo ejecutado por autoridades protestantes. Lo ahogaron en el río Limmat, en Zúrich, el 5 de enero de 1527, tenía 29 años.[48] Pagó con la vida el no haber renunciado a sus convicciones. Las autoridades religiosas y políticas de Zúrich lo consideraron tanto hereje como disidente político por negarse a reconocer los principios teológicos oficiales de la ciudad.

Félix Mantz nació en Zúrich en 1498. Hijo de un sacerdote católico, que llegó a ser canónigo del Grossmünster. Félix tuvo una buena educación escolar que le capacitó en el manejo del latín, griego y hebreo. En 1522 se une al grupo dirigido por Zuinglio que estudiaba el Nuevo Testamento en griego, en la edición realizada por Erasmo en 1516. Por la renuencia de Zuinglio a poner en práctica las conclusiones a que habían llegado en el grupo de estudio bíblico, Mantz, junto con Conrado Grebel y otros, deciden comenzar a tomar distancia del reformador de Zúrich.

En diciembre de 1524 Mantz envió un escrito tanto al Pequeño Concejo como al Gran Concejo de Zúrich, donde da respuesta a las acusaciones en su contra de ser “revolucionario y bestia”. Pero sobre todo se ocupa de explicar sus ideas acerca del bautismo de creyentes, el cual, de practicarse, no tendría por qué ser un factor desestabilizador del gobierno. Claro, siempre y cuando, se estableciera la separación Iglesia-Estado, pero mientras existiese la simbiosis necesariamente el disidente en cuestiones teológicas era, inevitablemente, también adversario político.

En su exposición escrita Mantz cita varios pasajes neotestamentarios sobre el bautismo. De manera especial se ocupa de Mateo 28:18-20, y del caso en que Ananías bautiza a Pablo comenta: “A partir de estas palabras vemos claramente qué es el bautismo y cuándo debe practicarse. Debe bautizarse a la persona que se haya convertido por medio de la Palabra de Dios, que haya cambiado su corazón y que, desde ese momento en adelante, desee vivir en vida nueva”. Para Mantz la naturaleza del bautismo de creyentes excluía el bautismo de infantes.

Más o menos un año antes de ser ultimado mediante ahogamiento, Mantz escribió una carta a la congregación anabautista de Basilea. En ella la hermandad era exhortada a vivir una vida de auténtico arrepentimiento, consistente en dar frutos acordes con el ejemplo de Cristo y no nada más en un sentimiento pasajero de contrición. Denunciaba que castigar y perseguir eran conductas contrarias al amor y misericordia de Dios. Advirtió que los hijos de Belial trabajaban por envidia “para destruir el orden de Cristo, tal como hizo Caín al asesinar a su hermano Abel cuando Dios vio con agrado la ofrenda de Abel”.[49] La misiva sirvió de inspiración para un himnario de los Hermanos Suizos, llamado Ausbund, y que sigue en uso en la actualidad en las comunidades amish. Consta de dieciocho estrofas, y la primera dice: “Ahora cantaré con alegría:/ Mi corazón se deleita en Dios,/ quien me mostró tanta paciencia,/ que salvo fui de la muerte/ que nunca terminará./ Te alabo Cristo en el cielo,/ quien todas mis penas transformó”.[50]

Tras la escapatoria en marzo de 1526, Félix Mantz siguió desarrollando su ministerio, en algunas ocasiones junto con Blaurock y en otros momentos solo. Padeció encarcelamientos en Zúrich (La Torre de la Bruja y la prisión de Wellenberg), Chur, San Gallen y Groningen. Fue precisamente en la región de Groningen que cayó capturado junto con Jorge Blaurock, el 13 de diciembre de 1526. Los llevaron a la prisión de Wellenberg.

A Blaurock las autoridades, al no ser ciudadano de Zúrich, le ordenaron salir. A Mantz lo condenaron a muerte.[51] La Enciclopedia Menonita consigna cuál fue el motivo de las autoridades para imponerle la pena capital a Mantz el 5 de enero de 1527:

Porque contrario a la ley y las costumbres cristianas se había involucrado en el anabautismo, porque confesó haber dicho que quería reunir a los que querían aceptar y seguir a Cristo, y unirse a ellos por medio del bautismo, de manera que sus seguidores se separaron de la Iglesia Cristiana y estaban a punto de levantar y preparar una secta propia […] porque él había condenado la pena capital […] ya que tal doctrina es perjudicial para el uso unificado de toda la cristiandad, y conduce al delito, a la insurrección y a la sedición contra el gobierno[…] Mantz debe ser entregado al verdugo quien amarrará sus manos, lo pondrá en un bote y lo llevará a la cabaña más abajo; allí el verdugo meterá sus rodillas entre las manos atadas, pasará un palo entre sus rodillas y brazos y en esta posición lo lanzará al agua para que allí perezca en el agua. Con eso se habrá apaciguado la ley y la justicia […] Sus propiedades también deberán ser confiscadas por sus señorías.[52]

 

El mismo día que se dictó sentencia contra Mantz se cumplimentó la ejecución. Fue llevado desde la prisión de Wellenberg al río Limmat. En el trayecto hacia el lugar donde sería cruelmente ahogado iba testificando de su fe a quienes le conducían y a una audiencia enmudecida. Una voz se hizo escuchar, era la de su madre, que le animaba a permanecer fiel a Cristo y su Evangelio. En el bote, mientras sus verdugos le ataban manos y piernas, Mantz, así dejó constancia el cronista de Zúrich, Bernhard Wyss, iba cantando In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu).

Jorge Cajacob, el primero en ser bautizado el 21 de enero de 1525, fue expulsado de Zúrich el mismo día de la ejecución de Mantz, pero antes los verdugos le propinaron varazos hasta sangrarle la espalda. Para cuando esto sucede había experimentado en varias ocasiones juicios, castigos y encarcelamientos junto con Grebel y Mantz.

Cajacob, más conocido en Zúrich y alrededores por el apelativo de Blaurock, era de Bonaduz, diez kilómetros al oeste de Chur en los Grisones. Estudió en la Universidad de Leipzig y, posiblemente, en 1513 recibió preparación para el sacerdocio. De 1516 a 1518 tuvo a su cargo la parroquia de Trins, perteneciente a la diócesis de Chur. En 1523 dejó de ser sacerdote y contrajo matrimonio. Llegó a Zúrich unas semanas antes de los bautizos en casa de Mantz.[53]

Era impetuoso y de temperamento un tanto arrebatado. En distintos lugares y tiempos irrumpió en templos para increpar al predicador y tomar el púlpito. En el juicio que se desarrolló en noviembre, descrito antes, Blaurock afirmó que “Zuinglio, Jud, Lutero, el papa y otros de su clase, eran todos ladrones y bandidos”.[54] Cuando le acusaron de querer usar la fuerza contra el Estado, él negó que los anabautistas recurrieran a la violencia para lograr sus propósitos.

Tras la expulsión de Zúrich, Blaurock hizo trabajo misionero anabautista en Berna, los Grisones, Appenzell y el Tirol. En territorio austriaco, particularmente en la región sur de Innsbruck, contribuyó para la vinculación entre los hermanos suizos y los moravos. Trabajó junto con Hans Langegger. Autoridades de Innsbruck, bajo dominio católico, apresaron a Blaurock y Langegger hacia mediados de agosto de 1529. El 6 de septiembre del mismo año los dos fueron quemados en la hoguera, cerca de Klausen (en la actualidad Chiusi, Italia). Blaurock Tenía 38 años.[55]

Lo acontecido en la gélida noche invernal de Zúrich es tanto un punto de llegada como una línea de partida. Un punto de llegada porque representa la implementación de convicciones cuidadosamente construidas. Es una línea de partida porque conociendo las repercusiones negativas que el acto celebrado pudiese traerles a los participantes en él, estuvieron dispuestos a afrontar los costos de ir a contracorriente tanto de la Iglesia católica como de las iglesias protestantes en el asunto de practicar exclusivamente el bautismo de creyentes.

Después de haberse bautizado mutuamente, los integrantes del pequeño grupo reunido en casa de Félix Mantz se comprometieron a difundir la necesidad de proclamar el Evangelio y bautizar a quienes decidieran seguir a Jesús como Salvador y Señor. Les comenzaron a llamar anabautistas, el término tenía una carga peyorativa y apuntaba la ilegitimidad de quienes iban a contra corriente de la simbiosis entre Iglesia oficial/Estado.

El mote anabautistas es reduccionista, porque sobre enfatiza una de las características de los propugnadores de la Iglesia de creyentes de tal manera que hace aparecer casi como único distintivo del grupo la oposición al bautismo de infantes. Lo entiende bien William Estep, al referir que ya para cuando tienen lugar el 21 de enero de 1525 los bautizos en casa de Mantz “el movimiento radical enfocaba mucho más que sólo la misa, o incluso el bautismo de creyentes. Para entonces también se incluía el tema de la naturaleza de la Iglesia. El concepto de una Iglesia de creyentes comprometidos con el Señor había sustituido al de una Iglesia compuesta por una multitud mixta”. Al igual que en tiempos del Nuevo Testamento, “esta nueva Iglesia, como la de los apóstoles, iba a estar compuesta sólo por los que confesaran a Cristo como Señor y recibieran el bautismo de creyentes, en lugar de estar compuesta por todos los nacidos en una determinada parroquia. La Cena del Señor sería practicada por los bautizados en una forma sencilla, despojada de sus adornos medievales, como un compromiso de amor fraternal en memoria del sacrificio de Cristo, una vez hecho y más que suficiente”.[56]

Dada la simbiosis Iglesia oficial/Estado existente al tiempo de la rebeldía anabautista, era inevitable que actos originalmente religiosos (bautismo de adultos, la conformación de una iglesia de creyentes, forma de celebrar la Santa Cena), derivaran, a los ojos de clérigos oficiales y autoridades políticas/civiles, en actos que amenazaban la unidad social y religiosa territorial. En este sentido, aunque “los primeros bautizos fueron actos de arrepentimiento, no llamamientos a la revolución social”,[57] la simbiosis señalada no tuvo flexibilidad para concebir los retos de los anabautistas como acciones ceñidas nada más al ámbito religioso. Debido a su entendimiento bíblico los anabautistas del siglo XVI fueron defensores de la libertad de conciencia, contrarios a ejercer violencia para imponer o defender sus creencias.

Tenemos, entonces, que el círculo de Conrado Grebel siguió el camino que aquí he intentado describir panorámicamente por las convicciones bíblicas a que llegó. El proceso fue más complejo que lo apenas bosquejado. Las convicciones fueron defendidas como principios teológicos irrenunciables, a la vez que las premisas las iba construyendo el grupo no de manera lineal y sistemática sino en respuesta a su contexto. De todas formas parece factible señalar que el anabautismo surgido en Zúrich se caracterizó por ser “congregacional y separatista desde sus inicios, estos inicios fueron entrelazados por una continuidad teológica con los movimientos de Zollikon, la San Gallen rural y urbana, y finalmente con la Confesión de Schleitheim de 1527”.[58] La de los anabautistas de Zúrich era una comprensión teológica en construcción, a la que otros núcleos y personajes le reforzaron y/o adicionaron ciertas particularidades en otras zonas geográficas en las cuales se diseminó el anabautismo.

La expansión del movimiento anabautista por gran parte del territorio europeo se debió al activismo evangelizador de sus integrantes, tanto hombres como mujeres, pero también fue un resultado de las persecuciones que obligaron a los anabautistas a huir y dispersarse por distintos territorios. Pese a la gran hostilidad en su contra el anabautismo construyó, en el clandestinaje, caminos de continuidad que trascendieron los siglos y sus descendientes confesionales son hoy una familia confesional bien arraigada, familia que continúa enfatizando rasgos identitarios defendidos por sus ancestros del siglo XVI.

Aquella noche en que Blaurock le pidió a Grebel que lo bautizara en casa de Félix Mantz, los tres estaban conscientes de que su acción podría repercutirles negativamente. En menos de cuatro años enfrentarían la muerte de manera trágica. Después de haber bautizado a Cajacob, el ministerio de Conrado Grebel tuvo la breve duración de un año y ocho meses. De los tres Grebel fue el único que tuvo una muerte natural, aunque muy dolorosa.

 

Notas

[1] Diarmaid MacCulloch, The Reformation, Viking, New York, 2004, p. 133.

[2] El término reformadores magisteriales lo uso en el sentido definido por George H. Williams, cuando se refiere “a los protestantes clásicos de la Reforma Magisterial encabezada por Martín Lutero, Juan Calvino y Tomás Cranmer […] Reforma Magisterial [designa] las iglesias establecidas del protestantismo clásico, así las territoriales como las nacionales (en oposición a las sectas, comunidades e iglesias voluntarias de la Reforma Radical). El adjetivo ‘magisterial’ procede de la palabra magistratus o sea la magistratura (concejales, príncipes y reyes) y no de la palabra magisterium, o sea la autoridad magistral, y se refiere, en consecuencia, a la manera como se establecieron y se mantuvieron gubernamentalmente en el siglo XVI las tres formas principales del protestantismo clásico”. La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. X.

[3] Leonard Verduin, The Reformers and Their Stepchildren, The Baptist Standard Bearer, Arkansas, 2001. En el volumen, Verduin sigue la pista a hijastros y otros términos oprobiosos, acuñados en la Reforma Magisterial, para estigmatizar a los inconformes que buscaban no tanto reformar el cristianismo existente en el siglo XVI sino restituirlo conforme al modelo de la Iglesia primitiva.

[4] Juan Driver, La fe en la periferia de la historia. Una historia del pueblo cristiano desde la perspectiva de los movimientos de restauración y reforma radical, Ediciones Semilla-CLARA, Guatemala-Bogotá, 1997, p. 171. 

[5] “Quién da ocasión a la revuelta”, en René Krüger y Daniel Beros (traductores y editores), Ulrico Zuinglio, una antología, Buenos Aires, La Aurora-ISEDET, 2006, p. 206.

[6] John Howard Yoder, Anabaptism and Reformation in Switzerland. An Historical and Theological Analysis of the Dialogues Between Anabaptists and Reformers, Pandora Press, Kitchener, Ontario, 2004, p. 26.

[7] Ídem.

[8] https://en.wikipedia.org/wiki/Anabaptism#Switzerland

[9] Harold S. Bender, Conrad Grebel, c. 1498-1526. The Founder of the Swiss Brethern, The Mennonite Historical Society, Goshen, Indiana, 1950, p. 136.

[10] George H. Williams, La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 149.

[11] Harold S. Bender, Conrad Grebel…, p. 135.

[12] William R. Estep, Los anabaptistas, revolucionarios del siglo XVI, 2008, Publicadora Lámpara y Luz, Farmington, New Mexico, p. 61.

[13] Ibid., p. 23; John D. Roth, Beliefs, Mennonite Faith and Practice, Scottdale, Herald Press, Pennsylvania, 2005, p. 59.

[14] John Howard Yoder (compilador), Textos escogidos de la Reforma radical, Biblioteca Menno, Burgos, España, 2016, p. 141.

[15] George H. Williams y Ángel M. Mergal (editores), Spiritual and Anabaptist Writers, The Westminster Press, Philadelphia, 1957, p. 39.

[16] Ídem.

[17] Partes de la Crónica en John Howard Yoder, Textos escogidos…, p. 138.

[18] Ibid., pp. 139.

[19] C. Arnold Snyder, “The Birth and Evolution of Swiss Anabaptism (1520-1530)”, The Mennonite Quarterly Review, vol. LXXX, núm. 4, octubre 2006, p. 538.

[20] Una lista completa de los pasajes bíblicos seleccionados por Grebel en Leland Harder (editor), The Sources of Swiss Anabaptism. The Grebel Letters and Related Documents, Herald Press, Scottdale-Ontario, 1985, pp. 425-428.

[21] C. Arnold Snyder, “The Birth…”, p. 540.

[22] Fritz Blanke, Brothers in Christ. The history of the oldest Anabaptist congregation Zollikon, near Zurich, Switzerland, Wipf and Stock Publishers, Eugene, Oregon, 2005, p. 41.

[23] Ibid., pp. 23-24. Una versión novelada sobre los inicios de la congregación anabautista de Zollikon es la de Joseph Stoll, Fuego en las colinas de Zúrich, Farmington, Publicadora Lámpara y Luz, New Mexico, 1999.

[24] Sigo de cerca el trabajo de C. Arnold Snyder, “The Birth…”, pp. 540-541.

[25] Lee Palmer Wandel, Iconoclasm in Reformation Zurich, Strasbourg and Basel, Cambridge University Press, Cambridge, 1999, p. 90.

[26] C. Arnold Snyder, “The Birth…”, p. 541.

[27] En las misivas los firmantes argumentaron a Müntzer que desde la óptica del Evangelio no debía recurrirse a medios violentos para transformar la sociedad, sino que debía seguirse el ejemplo de Cristo y ser constructor de paz. Además enfatizaron que la comunidad de creyentes estaba integrada por quienes voluntariamente se adherían a ella y vivían en contraste con los valores dominantes en el mundo. Las dos cartas suman 345 líneas. La primera es más extensa, contiene 275 líneas, y la segunda 70. J. C. Wenger (transcripción y traducción), Conrad Grebel’s Programatic Letters of 1524, Herald Press, Scottdale, Pennsylvania, 1970.   

[28] C. Arnold Snyder, “The Birth…”, p. 542.

[29] Ídem.

[30] Fritz Blanke, op. cit., pp. 32-34 y 51.

[31] C. Arnold Snyder, “The Birth…”, p. 543.

[32] Contenido de la discusión en “Prison Disputation with the Zollikon Anabaptists, Zurich, January 30-February 8, 1525”, Leland Harder, op. cit., pp. 345-349.

[33] John Howard Yoder, Anabaptism and Reformation…, p. 31.

[34] Ídem.

[35] “The Second Public Disputation on Baptism, Zurich, March20-22, 1525”, Leland Harder, op. cit., pp. 352-356.

[36] C. Arnold Snyder, “Word and Power in Reformation Zurich”, Andrew Pettegree (editor), The Reformation: Critical Concepts in Historical Studies, volumen I, Routledge, London and New York, 2004, p. 245.

[37] William R. Estep, op. cit., p. 49.

[38] “The Reaction to Anabaptism in St. Gallen, May and June, 1525”, en Leland Harder, op. cit., p. 380.

[39] “Grebel and [Jacob] Hottinger in Waldshut, Zollikon, June 1525”, en Leland Harder, p. 411.

[40] “Krüsi, Hans”, en Leland Harder, p. 555.

[41] C. Arnold Snyder; “Swiss Anabaptism: The Beginnings”, John D. Roth y James Stayer, A Companion to Anabaptism and Spiritualism, 1521-1700, Brill, Leiden, The Netherlands, 2007, p. 76.

[42] Ídem.

[43] William R. Estep, op. cit., p. 51. Detalles del juicio y argumentos de cada parte en “The Trial of Grebel, Mantz and Blaurock, Zurich, between November 9 and 18, 1525”, Leland Harder, op. cit., pp. 436-442.

[44] William R. Estep, op. cit., p. 53.

[45] Ibid., pp. 51-52.

[46] “The Tenth Disputation with the Anabaptists: Their Retrial and Sentencing, Zurich, March 5-7, 1526”, Leland Harder, op. cit., pp. 443-448.

[47] “The Death of Grebel, Mainfeld, August 1526”, Leland Harder, op. cit., pp. 455-456; John L. Ruth, Conrad Grebel, Son of Zurich, Wipf and Stock Publishers, Eugene, Oregon, 1999, p. 139.

[48] William R. Estep, op. cit., pp. 55 y 59.

[49] Felix Mantz, Letter from Prison”, en Daniel Liechty (traductor y editor), Early Anbaptist Spirituality, Selected Writings, Paulist Press, New York, 1994, p. 19.

[50] Ibid., p. 41 y William R. Estep, op. cit., p. 60.

[51] “The Banishment of Blaurock and Execution of Mantz, Fourth Martyr of of the Swiss Anabaptists, Zurich, January 5, 1527”, Leland Harder, op. cit., pp. 473-475.

[52] William R. Estep, op. cit., p. 58.

[53] “Blaurock, Jörg”, Leland Harder, op., cit., p. 529,

[54] Ibid., p. 530.

[55] William R. Estep, op. cit., pp. 60 y 64.

[56] William R. Estep, op. cit., p. 30.

[57] C. Arnold Snyder, “The Birth…”, p. 548.

[58] Es lo planteado por Andrea Strübind y glosado por C. Arnold Snyder, “Swiss Anabaptism…”, p. 47. La reunión fue organizada por los “principales grupos del sur de Alemania y los anabautistas suizos […] en Schleitheim, una pequeña ciudad en la frontera germano-suiza”, Pamela Johnston y Bob Scribner, La Reforma en Alemania y Suiza, Ediciones Akal, Madrid. 1998, p. 117. La convocatoria y desarrollo del conclave tuvieron lugar en secreto. Es necesario tener en cuenta la naturaleza de la Confesión o Siete Artículos de Schleitheim. La conversación colectiva y los acuerdos fijados en el documento redactado tuvieron lugar bajo persecución. Los reunidos carecían de condiciones para sostener largas discusiones y el tiempo era corto como para desarrollar posiciones sobre temas clásicos de la teología cristiana. El consenso alcanzado en la Confesión no significa que ésta sea una “Confesión de Fe en el sentido dogmático. Los Artículos no ofrecen un bosquejo completo de las creencias teológicas anabautistas, sino que delinean prácticas esenciales de los anabautistas”, C. Arnold Snyder, Life and Thought of Michael Sattler, Anabaptist, tesis de doctorado, McMaster University, Hamilton, Ontario, 1981, p. 156. El documento está fechado el 24 de febrero de 1527, texto completo en John Howard Yoder, Textos escogidos…, pp. 145-158.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Quinto centenario del surgimiento de los anabautistas, 21 de enero de 1525