El estilo ¿evangélico? de gobernar de AMLO (I)

Si en el pensamiento de AMLO se acrisolan distintas tradiciones, ¿por qué afirmar que sus ideas son preponderantemente evangélicas/pentecostales?

23 DE JULIO DE 2023 · 13:20

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Andrés Manuel López Obrador. / EneasMx , Wikimedia Commons.

Para dirimir si el estilo con el que gobierna Andrés Manuel López Obrador es evangélico, primero es necesario clarificar si el presidente se identifica con tal confesión religiosa.

En consecuencia resulta imprescindible aportar, así sea sucintamente, una definición histórica y teológica del término. No es posible avanzar en el tema de si AMLO ejerce su gobierno evangelicalmente sin definir quiénes son los evangélicos y qué creen.

Considero correcto lo que afirma Rodrigo Salas Uribe en su artículo “El estilo evangélico de gobernar”, al sostener que

“Más allá del debate sobre el papel que las creencias personales deben jugar en el discurso público, prestar atención a estas declaraciones nos permite entender a profundidad las ideas, actitudes y hábitos que dan forma al estilo de liderazgo de López Obrador. Al mismo tiempo, tomar con seriedad la dimensión religiosa del discurso oficial ayuda a identificar patrones de conducta que comparten figuras centrales dentro de la llamada Cuarta Transformación y que rebasan a un solo individuo”. 

Normalmente las creencias, cuando son profundas como en el caso presidencial, se manifiestan en tomas de decisiones y acciones que dimanan de lo que se cree.

El autor del mencionado artículo apunta que debe cuestionarse “toda interpretación de los hechos que califique las acciones de un grupo como sinsentidos y hacer un esfuerzo empático por entender otras realidades, en este caso la dimensión religiosa, en sus propios términos”.

Después de las líneas anteriores era de esperarse que Rodrigo Salas Uribe hiciese lo prometido, es decir, comprender la dimensión religiosa en sus propios términos. Lo que sí concluye, tras dejar ver que analizar lo religioso tiene sus vericuetos, es contradecirse con lo que antes manifestó y asegurar que “para rastrear las fuentes del pensamiento religioso del presidente, resultaría muy sencillo remitirnos a los movimientos evangélicos pentecostales”.

Acto seguido justifica su aserto con una mención al sociólogo Jean-Pierre Bastian, para quien, resume Salas Uribe, los pentecostales “han incrementado exponencialmente su presencia desde los años sesenta del siglo pasado, gracias a la capacidad de sus rituales de adaptarse fácilmente a las creencias populares locales. Además, se han caracterizado por constituirse en partidos y movimientos políticos de corte conservador”.

La cuestión no es la consideración de Bastian, sino que Rodrigo Salas Uribe sin haber dirimido qué entiende por evangélico implica que, además de serlo, AMLO lo sería en la vertiente pentecostal.

Los vasos comunicantes, histórica y teológicamente, entre evangélicos y pentecostales son varios, sin embargo es importante dilucidar que todo pentecostal es evangélico, pero no todo evangélico es pentecostal.

El mundo evangélico es un abanico amplio y diverso, con todo es posible definirlo por el común denominador de creencias que comparten los evangélicos insertos en distintas denominaciones como la bautista, presbiteriana, metodista, congregacional, anglicana y pentecostales, entre otras.

Los cristianos evangélicos son una vertiente del protestantismo, la que más crece, y aglutina mayor número de creyentes. Ser evangélico y ser protestante parecen sinónimos, pero no lo son, ya que todo evangélico es protestante, pero no todo protestante es evangélico.

¿Qué es lo característico de ser evangélico? El tipo de protestantismo que con más fuerza se asentó en México, en términos generales también a lo largo de América Latina, es el de rostro evangélico.[1]

Sus características son:

1) un enfoque, tanto devocional como teológico, en la persona de Jesucristo, especialmente en el significado salvífico de su muerte en la cruz;

2) la identificación de la Biblia como la autoridad final en materias de espiritualidad, doctrina y ética;

3) un énfasis en la conversión o un “nuevo nacimiento” como experiencia religiosa que produce cambio en la vida;

4) una preocupación por compartir la fe con otros (fuerte acento en misiones), especialmente al través del evangelismo. [2]

La definición es más o menos la misma de otros estudioso(a)s del evangelicalismo, que no del evangelismo, y no es posible prescindir de tales investigadore(a)s cuando se hace el intento de referirse al perfil identitario del campo religioso evangélico. [3]

El cristianismo evangélico comparte la columna vertebral de la Reforma protestante iniciada en el siglo XVI por Martín Lutero: “solo Cristo, la Escritura [Biblia] sola, la gracia sola, la fe sola, la gloria de Dios sola, énfasis a los cuales hay buena base para añadir el sacerdocio de todos los creyentes”.[4]

Además le adiciona el activismo para ganar converso(a)s y la integración de los mismos a una comunidad de fe en la cual ser discipulados.

Es importante mencionar que casi desde los inicios del movimiento liderado por Lutero y durante el siglo XVI, el protestantismo, llamado así a partir de la Segunda Dieta de Espira (1529), experimentó una diversificación que ha sido constante hasta nuestros días.

En los comienzos los dos campos principales, que al interior también tuvieron importantes variantes, fueron el de la Reforma magisterial (con el apoyo de los magistrados, las autoridades en turno de un determinado territorio), y el de la Reforma radical (opuesto al modelo confesional/territorial dominante) que enarbolaba la libertad de creencias. [5]

Pareciera que el espacio dedicado a intentar definir creencias, coincidencias y diferencias entre protestantismo y cristianismo evangélico ha sido amplio y hasta excesivo, pero considero era necesario para dilucidar si la aseveración de Rodrigo Salas Uribe, que aparece desde el principio de su texto (que AMLO es evangélico en la modalidad pentecostal), tiene asidero o es una presuposición del autor.

La respuesta a las creencias de AMLO está en cómo se ha definido a sí mismo en reiteradas ocasiones.

Una de tales definiciones la hizo en abril de 2018, “cuando acudió a la Conferencia del Episcopado Mexicano”, afirmó: “Sí soy católico. Mi vida ha estado relacionada con la Iglesia católica y hasta fui acólito”.  [6]

En otras ocasiones, como señala Salas Uribe, el presidente ha dicho “ser, ante todo, cristiano”.

¿Y cuál es el perfil de su cristianismo? Uno en el que la “presencia de lo religioso en su persona política y moral, por lo tanto, responde a distintas tradiciones y puede llegar a ser contradictoria”.

Entonces, si en el pensamiento de AMLO se acrisolan distintas tradiciones, ¿por qué afirmar en varias ocasiones que sus ideas son preponderantemente evangélicas/pentecostales?

 

1.  Ver Míguez Bonino, José, Rostros del protestantismo latinoamericano, particularmente el capítulo “El rostro evangélico del protestantismo latinoamericano”, Nueva Creación-Wm. B. Eerdmans Publishing Co., Buenos Aires-Grand Rapids, 1995, pp. 35-56.

2.  McGrath, Alister, A Passion for Truth. The Intellectual Coherence of Evangelicalism, InterVarsity Press, Downers Grove, Illinois, 1996, p. 22.

3.  Una bibliografía mínima, me parece, debiera incluir: Vila, Samuel, El cristianismo evangélico a través de los siglos, segunda edición, mejorada y ampliada, Libros CLIE, Terrassa, Barcelona, 1982, Randall, Ian, What a Friend We Have in Jesus. The Evangelical Tradition, Orbis Books, Maryknoll, New York, 2005; Lewis, Donald M. y Richard V. Pierard (coordinadores), Global Evangelicalism. Theology, History and Culture in Regional Perspective, InterVarsity Press, Downers Grove, Illinois, 2014; Larsen, Timothy y Daniel J. Treier (editores), The Cambridge Companion to Evangelical Theology, Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom, 2007; Noll, Mark A., David W. Bebbington y George M. Marsden (editores), Evangelicals. Who they Have Been, Are Now and Could Be, Wm. B. Eerdmans Publishing Co., Grand Rapids, Michigan, 2019. Para trazar la expansión de la vertiente que referimos es imprescindible la serie de cinco tomos, publicada por InterVarsity Press que tiene el título general de A History of Evangelicalism: Noll, Mark A., The Rise of Evangelicalism. The Age of Edwards, Whitefield and the Wesleys; Wolffe, John R., The Expansion of Evangelicalism. The Age of More, Wilberforce, Chalmers and Finney; Bebbington, David W., The Dominance of Evangelicalism. The Age of Spurgeon and Moody; Treloar, Geoff, The Disruption of Evangelicalism. The Age of Mott, Machen and McPherson; Stanley, Brian, The Global Diffusion of Evangelicalism. The Age of Graham and Stott.

4. C. René Padilla, El legado de la Reforma para América Latina. Riesgos, desafíos y oportunidades, Ediciones Kairós, Buenos Aires, 2017, p. 9. Un resumen de los puntos esenciales del movimiento encabezado por Lutero y trascendencia para los protestantes/evangélicos latinoamericanos es el de Núñez, Emilio Antonio, “Herederos de la Reforma”, en CLADE II, Congreso Latinoamericano de Evangelización. América Latina y la evangelización en los años 80. Un Congreso auspiciado por la Fraternidad Teológica Latinoamericana, noviembre de 1979, FTL, s/l, pp. 163-170.

5.  Para seguir los énfasis y características de cada campo son clarificadoras obras como las de Bagchi, David y David C. Steinmetz, The Cambridge Companion to Reformation Theology, Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom, 2004; McGrath, Alister E., Christainity´s Dangerous Idea. The Protestant Revolution —A History from the Sixteenth Century to the Twenty-First, Harper One, New York, 2007; MacCulloch, Diarmaid, The Reformation, A History, Viking Penguin, New Yor, 2004; Williams, George, H., La Reforma radical, Fondo de Cultura Económica, México, 1983; Yoder, John Howard, Textos escogidos de la Reforma radical, Biblioteca Menno, Burgos, 2016.

6.  Blancarte, Roberto y Bernardo Barranco, AMLO y la religión. El Estado laico bajo amenaza, edición Kindle, Editorial Grijalbo, México, 2019, p. 55.

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