150 años de metodismo en la Ciudad de México (II)

Desde los inicios del metodismo sureño en la capital mexicana fue clave la contribución de Juárez y la red de iglesias lideradas por él.

11 DE FEBRERO DE 2023 · 22:30

Sóstenes Juárez.,
Sóstenes Juárez.

Terminé la primera entrega de esta serie con las siguientes líneas: si bien el metodismo está cumpliendo 150 años en el país, el cristianismo protestante/evangélico en México es más antiguo. Los misioneros que arribaron a la capital mexicana en los primeros días de enero de 1873 en sus informes dejaron constancia de los núcleos que hallaron en la urbe y a cuyos liderazgos invitaron a participar en el inicio de iglesias metodistas.

El obispo Gilbert Haven, de la Iglesia metodista episcopal, y el obispo John C. Keener, de la Iglesia metodista episcopal del sur, conocían los esfuerzos iniciales de su contraparte para dar comienzo a reuniones con mexicano(a)s que, eventualmente, se transformarían en iglesias. Quien pudo hacerse de un lugar para tal objetivo fue Keener, con la ayuda de quien encabezaba la célula de la Sociedad Evangélica en un salón de lo que fue el convento de Betlemitas, en la sección que actualmente tiene el nombre de calle Filomeno Mata.

Juárez fue congregante en el primer local de la Sociedad Evangélica (situado en el cruce de lo que en la actualidad son las calles Isabel la Católica y Cinco de Mayo, Centro Histórico de la Ciudad de México) que abrieron, entre otros Manuel Aguilar Bermúdez. Éste fue líder de los padres constitucionalistas, quienes encabezaron reuniones ya desligados de la Iglesia católica romana en 1861. Aguilar Bermúdez dejo evidencia de lo que acontecía en la ciudad capital en carta que hizo llegar, en 1866, a la Sociedad Bíblica Británica:

Ya hallamos personas que examinan las Escrituras diariamente con espíritu de humildad y devoción; que las estudian bajo la influencia de fervientes oraciones y llenos de fe, que predican la verdad con celo apostólico, que se apropian sus saludables preceptos y se consagran a Cristo nuestro divino Salvador para vivir sólo para él. La buena semilla del Evangelio está cayendo sobre terreno sediento del agua de la gracia, el pan de la vida se toma con avidez por los hambrientos hijos, muchas ovejas descarriadas están oyendo la voz misericordiosa del divino Pastor que las llama; muchas sintiendo la bienhechora influencia de la gracia del Espíritu santo, practican la caridad. Todo esto robustece nuestras esperanzas y, nos hace confiar en que Dios, en su infinita misericordia, está visitando este pueblo para el bien. Orad con nosotros para que nuestro padre celestial se digne bendecir nuestros esfuerzos, nos dé fuerzas en nuestras debilidades y nos llene de su Espíritu para que la obra que se hace en México, sea hecha para honra y alabanza de Cristo nuestro Señor.

Hacia mediados de 1869, casi cuatro años antes de que llegaran los misioneros metodistas, la prensa consigna el papel preponderante que tenía Sóstenes Juárez en la propagación del naciente protestantismo mexicano. Una nota periodística menciona que el credo “gana terreno aquí, que hay congregaciones evangélicas en Miraflores, Amecameca, Zoyatzingo, Ozumba, Ayapango y Cuautla; que todas estas congregaciones se han organizado por los esfuerzos de D. Sóstenes Juárez, conforme al plan de la que existe en la calle de San José el Real núm. 21, y de la cual es presidente dicho señor; y que hay todavía en esta capital otras congregaciones protestantes, además de estas”.1

Representantes de las comunidades evangélicas mencionadas tienen un encuentro en San José el Real, para coordinar los trabajos y apoyarse mutuamente. Dado el liderazgo de Sóstenes Juárez en ese lugar es muy probable que él haya presidido las deliberaciones. La primera reunión general de las comunidades evangélicas en la Ciudad de México y entidades aledañas, “viene a mostrar la incipiente organización de los protestantes, que aun antes de la llegada oficial de las misiones [extranjeras] ya había dado algunos pasos firmes en la construcción de la nueva religión en México”.2

Las actividades de la Sociedad Evangélica encabezada por Sóstenes Juárez no pasaron desapercibidas por quienes deseaban la vigencia del monolitismo religioso en México y tuvo comentarios adversos en la prensa católica. Una de estas publicaciones advirtió a sus lectores sobre “una que se llama Sociedad evangélica”, la que andaba “esparciendo sus desacreditadas y adulteradas biblias, y adoptando los folletos metodistas que se imprimen y publican en Nueva York por la Sociedad Hispano-Americana de Tratados”. Señalaba que los integrantes de la Sociedad Evangélica diseminaban su “propaganda contra el catolicismo” en forma similar a como las serpientes atacaban a sus víctimas: “para asegurar mejor su tiro se esconden entre las hierbas y flores, para seducir a los incautos, halagar a los crédulos y hacerse recibir por los ignorantes”.3

En octubre de 1869 la Sociedad Evangélica se traslada hacia parte de lo que fue el convento de Betlemitas según publicaron periódicos de la capital.4 Al respecto La Iberia hizo un pequeño anuncio: “Templo Evangélico. El que estaba en la calle de San José el Real ha sido trasladado al ex convento de Betlemitas”.5 El nuevo lugar era más amplio, y por ello representaba un avance en el ensanchamiento del grupo, que, como hemos visto, se estaba expandiendo a poblaciones en otras zonas de la República mexicana. La nota periodística no menciona el número de Betlemitas en el cual tienen lugar los servicios evangélicos. En 1871 un personaje de los padres constitucionalistas, que tuvo cercanía con los trabajos de lo que vendría a ser la Sociedad Evangélica y más tardé se alejó, caracterizó al grupo de Sóstenes Juárez de la siguiente forma: “celebran en Bethlemitas un culto demasiado sencillo: más político que cristiano, más racionalista que protestante, muy parecido al de los humildes, industriosos y benéficos cuáqueros”.6

Meses antes de la llegada de los primeros misioneros presbiterianos, seguidos de metodistas, en el verano de 1872, en agosto, más de treinta congregaciones evangélicas independientes del estado de México convocaron a lo que la prensa denominó un “Concilio protestante” a tener lugar en Chalco, cuyo fin sería subrayar que sus fundadores y quienes ahora las integran “no admiten clero alguno ni cooperarán a formar otro cuerpo teocrático de esa especie, pues creen, que al hacerlo así, no harían mas que cambiar de yugo, y que para ser cristianos les basta estudiar y practicar el Evangelio”.7 El diario agregaba que tales “protestantes puritanos no reciben subvención alguna del pueblo americano ni de ninguna persona o sociedad extranjera, como se asegura y se sabe que pasa con las congregaciones episcopales de San Francisco y San José de Gracia” [centros de la Iglesia de Jesús, cuyo liderazgo estaba en manos de mexicanos como los ex sacerdotes católicos Manuel Aguas y Agustín Palacios]. A la convocatoria no fueron ajenas congregaciones que reconocían el liderazgo de Sóstenes Juárez, y casi seguramente éste fue uno de sus principales impulsores.

Mucho más puede aportarse sobre Sóstenes Juárez y su liderazgo en núcleos protestantes/evangélicos en la Ciudad de México y alrededores años antes de su vinculación, invitado por el obispo John C. Keener, a la Iglesia metodista episcopal del sur. Las evidencias claramente apuntan a que desde los inicios del metodismo sureño en la capital mexicana fue clave la contribución de Juárez y la red de iglesias lideradas por él. En buena medida esta contribución ha sido poco aquilatada por quienes enfatizan el rol de los misioneros exógenos y desconocen, o minimizan, los sustanciales aportes de los misioneros endógenos en el enraizamiento del protestantismo evangélico en México.

El obispo Keener y Sóstenes Juárez, principalmente aunque hubo más involucrados, abrieron cultos metodistas en la capilla de San Andrés al inicio de la primavera de 1873. Tema del que tratará la próxima entrega.

 

Notas

1 The Two Republics, 19/VI/1869, p. 3; La Iberia, 20/VI/1869, p. 3.

2 Abraham Téllez, Proceso de introducción del protestantismo desde la Independencia hasta 1884, Tesis de licenciatura, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras-Colegio de Historia, México, 1989, p. 170.

3 “Breve reseña de los cultos, o con más propiedad de las ‘sectas’ tituladas religiosas, invitadas a establecerse en la República”, Semanario Católico, 4/IX/1869, p. 4.

4 El Monitor Republicano, 9/X/1869, p. 2; The Two Republics, 16/X/ 1869, p. 3.

5 La Iberia, 12/X/1869, p. 3.

6 Juan N. Enríquez Orestes, Juicio sobre la carta y conversión del P. Aguas, Imprenta F. Díaz y Santiago White, México, 1871, p. 21.

7 El Monitor Republicano, 22/VIII/1872, p. 3.

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