China tiene ambiciones, y no lo esconde. El 20º Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh), que se celebró en octubre de 2022, evidenció el fortalecimiento del liderazgo de la formación hasta alcanzar niveles propios de su fundación, con Mao Zedong al frente, y también sus aspiraciones a continuar ganando influencia en la diplomacia internacional. 

El secretario general del PCCh, Xi Jinping, ha sido elegido para un histórico tercer mandato, superando la barrera de las dos legislaturas a las que se habían limitado sus predecesores. “Prometo lealtad a la Constitución [china] para salvaguardar su autoridad y cumplir mis obligaciones legales, ser leal al país y al pueblo, ser comprometido y honesto en mi deber, aceptar la supervisión del pueblo y trabajar por un gran país socialista moderno que sea próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso”, ha señalado Xi durante una intervención en la asamblea.

Jinping fue escogido por unanimidad, es decir, votaron a su favor los 2.952 delegados del partido presentes en la asamblea. El congreso del PCCh también escogió al que fuera alcalde de Shanghái entre 2003 y 2012, Han Zheng, como nuevo vicepresidente del país. 

Una figura para moldear la China contemporánea

En sus dos mandatos previos, Xi Jinping ha conseguido desmarcar su propia figura de la de sus predecesores y remontarse en la memoria hasta el fundador del PCCh, Mao Zedong. De hecho, él mismo reclamó para sí tal herencia histórica al aparecer, por ejemplo, en los actos de celebración del partido, en julio de 2021, vestido con el uniforme gris característico de Mao.

El nombre de Xi Jinping genera ya toda una serie de expectativas históricas entre parte de la población china que comparte las aspiraciones de un proyecto de país que influya más allá de sus fronteras. “El Presidente Xi ya nos ha sacado de la pobreza. Ahora ponemos nuestra fe en él para que traiga una vida aún mejor para todos”, decía Peng Xiaying, un aldeano de la localidad Shenshan, en la provincia de Jiangxi, según recoge la agencia de noticias gubernamental Xinhua. “Las elecciones garantizarán que haya una mano firme al timón, lo que será de gran utilidad para China, sobre todo en esta nueva era de nuevos desafíos”, señalaba por su parte Josef Gregory Mahoney, profesor de política en la Universidad Regular de China Oriental.

Con Xi Jinping, China ha ampliado su esperanza de vida hasta los 78,2 años, el PIB ha crecido desde los 53,9 billones de yuanes en 2012, hasta los 121 billones en la actualidad (más de 16,4 billones de euros; el de España son 1,3 billones de euros) y la economía china ha llegado a representar el 30% del crecimiento económico mundial, según datos de la agencia Xinhua, que también asegura que “el país ha erradicado la pobreza absoluta y ha construido los mayores sistemas de educación, seguridad social y sanidad del mundo”.

Además, el país ha ganado influencia en la comunidad internacional bajo el mandato de Jinping. Bajo el manto de las inversiones, el país ha ampliado su presencia en África de una forma muy considerable. El gobierno de Pekín ha sido el primero en establecer relaciones con el régimen talibán en Afganistán, acaba de conseguir que su mediación entre Irán y Arabia Saudí permita a los dos países retomar las relaciones diplomáticas y se presenta a sí mismo como garantía de mediación entre Rusia y Ucrania.

“La reelección de Xi Jinping para un tercer mandato se daba por descontado y no ha sido una sorpresa”, explica a Protestante Digital el editor jefe del sitio web de noticias Bitter Winter, que analiza los eventos relacionados en China con la libertad religiosa, Massimo Introvigne. Para él, Jinping ha señalado cuatro puntos en su discurso durante la asamblea que definen la solidez de su liderazgo. “Primero, derrotó a la Covid-19 casi sin ayuda de nadie. Esta increíble victoria le convierte en uno de los mayores líderes de la historia de China y de la humanidad. En segundo lugar, ahora está ocupado relanzando la economía, que no ha sufrido a causa de la Covid-19, sino porque algunos empresarios creyeron que podían operar independientemente del control centralizado del Partido. Tercero, envidioso de China, occidente ha montado un asalto sin precedentes contra ella para destruir su economía y derrocar el régimen. Por último, China está sitiada y cualquier debilidad será aprovechada por el enemigo. De ahí que el régimen no pueda permitirse el lujo de ser débil y deba aumentar su vigilancia y control”, resume Introvigne.

Endurecimiento del control interno y aspiraciones internacionales

La reelección de Xi Jinping, dice Introvigne, es también una maniobra de conveniencia para todas las partes en el PCCh. Con su liderazgo, la cúpula del partido ve ampliado su poder del control en el país. “Una de las agencias chinas más poderosas, la Comisión Reguladora de Bancos y Seguros de China (CBIRC), encargada de regular el sector bancario y financiero chino, que mueve miles de millones de dólares, ha sido liquidada de la noche a la mañana. En su lugar se ha creado la nueva Administración Nacional de Regulación Financiera (NFRA), que estará bajo un control mucho más estricto del Comité Central. Esto llega después de un gran escándalo en Italia que tiene ramificaciones mucho más allá de Italia. De hecho, los delitos eran conocidos y aprobados por el PCCh, pero cada escándalo en China es la oportunidad para introducir más control del Partido”, asegura.

“Otra poderosa institución”, dice Introvigne, “la Oficina de la Comisión Central de Ciberseguridad (OCCC), también desaparecerá, sustituida por la nueva Oficina Nacional de Datos (NDB) que estará bajo la dirección directa del Comité Central y tiene como objetivo un control más estricto de Internet”. “Xi se lamenta casi semanalmente de que la web no está suficientemente controlada”, añade.

El Congreso Nacional del PCCh ha producido “un control más intrusivo y directo del Partido sobre los dos componentes principales del sistema nervioso de un gran país: el dinero e Internet”, señala Introvigne. “Obviamente, esto afectará también a los derechos humanos, los disidentes, la libertad religiosa y demás”, agrega.

A esto se le añade que, además de se reelecto como presidente de China, Xi Jinping también ha sido designado líder de la Comisión Militar Central, es decir, se convierte oficialmente también en el líder militar de China.