Si Dios es inmutable, ¿por qué dice la Biblia que se arrepintió de haber creado al hombre?
Dios no puede cambiar. Lo que ocurre es que sólo se puede comunicar con el hombre hablándonos en términos humanos.
12 DE DICIEMBRE DE 2020 · 09:00
Es cierto que en el Antiguo Testamento hay varios pasajes en los que parece que Dios se arrepienta o cambie de opinión (Gn. 6:6; Ex. 32:14; 2 S. 24:16; 1 Cr. 21:15; Jer. 26:19; Am. 7:3, 6; Jon. 3:10). Sin embargo, ninguna de tales expresiones significa que el creador se haya equivocado en sus planes eternos y tenga que modificarlos, igual que hacemos los humanos en tantas ocasiones. Algunas versiones bíblicas traducen el término “se arrepintió” por “lamentó”, que expresaría mejor la idea de que a Dios le preocupa el pecado humano y se duele por causa del mismo.
Cuando la Biblia dice: Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón (Gn. 6:6), le está asignando una cualidad humana a Dios para explicarnos cómo se sentía el creador a causa del pecado del hombre. La idea es comunicar a las personas el profundo dolor que Dios experimenta por culpa de la maldad humana. La Escritura presenta a un Dios personal muy cercano al ser humano que nos conoce profundamente y sufre con nuestras transgresiones.
Por ejemplo, en Éxodo 32:14, podemos leer: Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. Es evidente que si Dios lo sabe todo, es eterno e inmutable, no va a cambiar de opinión, en el sentido de arrepentirse de algo, o de reconocer que estaba equivocado. A nosotros puede parecernos que cambia de opinión, desde nuestra perspectiva finita y temporal. Sin embargo, desde su perspectiva eterna, Dios no puede cambiar. Lo que ocurre es que sólo se puede comunicar con el hombre por medio de una revelación antropomórfica. Es decir, hablándonos en términos humanos temporales que podamos entender. Rebajándose hasta nuestro nivel.
Otro ejemplo, cuando Adán y Eva pecaron y se escondieron de la presencia de Dios, en Génesis 3:9, leemos: Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? ¿Es que el Dios omnisciente (que lo sabe todo) no sabía dónde se había escondido Adán? ¡Claro que lo sabía! No está preguntando por su localización física sino por su condición espiritual: ¿Dónde estás tú en relación conmigo? ¿Sigues siendo el mismo de antes o tu corazón ha cambiado? Incluso esto último también lo sabía Dios porque: El conoce los secretos del corazón (Sal 44:21). Él sabía dónde estaba el ser humano y qué había dentro de su corazón, pero deseaba que fuera el propio hombre quien se diera cuenta de lo que había hecho. Dios busca a Adán en el huerto de Edén sabiendo que ha pecado y sabiendo donde se esconde, pero lo explica desde nuestra perspectiva humana, finita y espacial.
De la misma manera, lo que a nosotros puede parecernos un cambio de opinión, o que Dios se arrepiente de sus intenciones previas, es sólo un lenguaje humano (antropomórfico) para que lo entendamos. Dios no se sorprende nunca de nuestras decisiones porque las conoce desde la eternidad. Él sabe qué elección hará cada persona, desde antes de la fundación del mundo. En Jeremías 18:8, Dios dice: “Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles”. Esta es una manera humana de hablar, puesto que Dios sabe desde el principio quién se arrepentirá y quién no. Él hace que todas las cosas contribuyan a sus planes eternos y a su voluntad suprema, en la cual no hay mudanza, ni sombra de variación (Stg. 1:17).
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