Brasil ha puesto punto y final a la campaña más polarizada de su historia democrática contemporánea con una votación ajustada que se ha llevado Lula da Silva. El candidato del Partido de los Trabajadores ha obtenido el 50,8% de los sufragios, mientras que el hasta ahora presidente, Jair Bolsonaro, se ha quedado en el 49,1%. Unos resultados que evidencian la profunda división que atraviesa la sociedad brasileña.

Unas elecciones cargadas de efemérides. Se trata de la primera en la historia de la democracia de 1989 que un presidente que busca la reelección no la obtiene. También son los resultados más estrechos desde que los brasileños acuden a las urnas en los últimos treinta y tres años. La participación se ha registrado en el 79,47%, una cifra similar a la de la primera vuelta.

“Gracias al pueblo que ha votado por mí”, ha asegurado Lula da Silva en sus primera palabras como presidente electo. “Han intentado enterrarme vivo y estoy aquí, de regreso”, ha remarcado. El candidato del PT llegaba a los comicios después haber pasado 580 días en prisión por una sentencia con cargos de corrupción que posteriormente invalidó el Tribunal Supremo, por incompetencia del juzgado que lo condenó.

Reacciones

Por su parte, el presidente en funciones, Jair Bolsonaro, no se ha expresado todavía desde que los resultados se hicieran públicos. Sí que lo han hecho figuras clave de su entorno. Sérgio Moro, el ex-ministro de Justicia de Bolsonaro y también el juez que lideró la operación Lava Jato, que acabó con la condena contra Lula da Silva, ha señalado en redes sociales que “el resultado de unas elecciones no puede superar la responsabilidad que tenemos con Brasil”. “Vamos a trabajar por la unidad de quienes quieren el bien del país”, ha asegurado el actual senador de Unión Brasil por el Estado Federal de Paraná.

El presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, aliado de Bolsonaro, ha señalado que “al presidente electo, la Cámara de Diputados le felicita” y le “ofrece diálogo y transparencia”. “La voluntad de la mayoría que se ha pronunciado en las urnas no podrá ser contestada”, ha remarcado.

De hecho, Lula da Silva tendrá que buscar apoyos tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado, donde su formación parte con desventaja respecto al Partido Liberal de Bolsonaro y sus aliados.

Desafíos: polarización y economía

Lula da Silva tomará posesión del cargo en enero de 2023 y su tercer mandato estará marcado por el reto de la crisis económica y la inflación la gestión del cambio climático y del impacto sobre la Amazonía y la convivencia en una sociedad altamente polarizada. 

“No nos interesan los acuerdos comerciales que condenen a nuestro país a ser un exportador de materias primas. Vamos a reindustrializar el país, queremos exportar también inteligencia y conocimiento”, había señalado previamente. 

“Nadie quiere vivir en un país dividido y en constante conflicto. Es hora de deponer las armas que nunca deberían haberse alzado”, ha subrayado Lula tras conocer los resultados.

Fundamental en su elección han sido los votos del nordeste y el apoyo de la candidata del Movimiento Democrático Brasileño, Simone Tebet, que en la primera vuelta obtuvo más del 4% de los votos, y que en las últimas semanas de campaña electoral ha mostrado constantemente su apoyo a Lula y le ha acompañado, incluso, en su gira. En este sentido, la prensa brasileña apunta a un más que probable giro hacia el centro de Lula, con el objetivo de conservar los apoyos políticos recibidos en la campaña electoral.

Otra novedad a colación con uno de los debates que vive el país en la actualidad, es la presencia de dos diputados transexuales en la Cámara de los Diputados: Erika Hilton, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Duda Salabert, del Partido Democrático del Trabajo (PDT), según informa Agência Brasil.