“Me imagino una vida entera guardándolo todo y, al final, te marchas con una maleta”

En Rumanía se encuentran más de 450.000 ucranianos que han huido de la guerra, según ACNUR. Las iglesias evangélicas locales sirven en la frontera para ayudar en la acogida de quienes llegan.

Jonatán Soriano

SUCEAVA · 17 DE MARZO DE 2022 · 10:00

Refugiados ucranianos en la aduana de la frontera con Rumanía, cerca de Suceava. / Biserica Bethel,
Refugiados ucranianos en la aduana de la frontera con Rumanía, cerca de Suceava. / Biserica Bethel

A escasos 40 kilómetros de la frontera con Ucrania se encuentra la ciudad de Suceava, ya en territorio rumano. Desde allí, la iglesia evangélica Bethel se ha volcado en la acogida de las personas que cruzan la frontera huyendo de la guerra para refugiarse en el país vecino

“Hay muchas personas que solo vienen a salvar sus vidas y buscar un refugio”, explica Cristian Harasemuic a Protestante Digital. Después de 20 años de ministerio en España, ahora sirve como pastor en un punto de misión de la iglesia Bethel en un pueblo cerca de Suceava. Prácticamente cada día se desplaza a la aduana fronteriza para coordinar y ayudar en las labores de acogida de los refugiados que llegan a Rumanía. “No hay palabras para describir esto”, dice.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 453.000 ucranianos se encuentran en Rumanía, que se ha convertido en el segundo país con más refugiados de la guerra entre Rusia y Ucrania, solo después de Polonia. “Muchas personas que están llegando se preguntan porqué Dios les hace pasar por esto”, señala Harasemiuc.

Campaña de ayuda desde España

Desde la Iglesia Evangélica Bautista de Vilafranca del Penedès, junto con la comunidad de Bethel de la que Harasemiuc es uno de los líderes, han puesto en marcha una campaña de ayuda para los refugiados ucranianos que están llegando a Rumanía. 

“Nos hemos visto en el privilegio de servir al Señor amando con hechos, tratando de apoyar lo que esta congregación [Bethel] está haciendo”, asegura el pastor de la comunidad en Vilafranca del Penedès, Gabriel Torrents

Uno de los objetivos principales de la campaña es el de enviar un contenedor con alimentos básicos y productos de primera necesidad. “Disponemos ya de un camión para hacer el transporte y necesitamos llenarlo”, explica. También buscan a familias dispuestas a acoger a las personas que han comenzado a llegar ya a España, y aportaciones económicas que transferirán cada mes a la iglesia en Suceava. “Que podamos ser de bendición para toda la gente que está llegando”, dice Cristian Harasemiuc.

(Se puede obtener más información sobre la campaña de ayuda escribiendo a [email protected])

“Me imagino una vida entera guardándolo todo y, al final, te marchas con una maleta”

El pastor Cristian Harasemiuc, a la derecha del todo (con capucha y chaleco), se desplaza casi cada día a la aduana fronteriza para ayudar en la acogida de las personas que están llegando a Rumanía. / Briselica Bethel.

Entrevista a Cristian Harasemiuc

Pregunta: ¿Cuál es la situación en la frontera de Rumanía con Ucrania?

Respuesta: Aquí, la situación es muy mala, muy grave. Hay mucha gente que cruza la frontera. Además de los ucranianos también hay personas de otras nacionalidades que están llegando al país, como indios, egipcios o marroquíes. La mayoría son madres con niños que llegan con desesperación. Hay muchas personas que no tienen a nadie y solo vienen a salvar sus vidas y buscar un refugio. La situación es muy difícil. 

P: ¿Y cómo llegan las personas?

R: Nosotros estamos en la aduana fronteriza desde el primer día de la guerra. Hemos estado con un líder de nuestra iglesia que sabe ucraniano y también tiene conocimiento de los procedimientos legales. La condición de los refugiados que llegan desde Ucrania es que vienen con una mochila y una maleta. Afuera hace mucho frío y ellos vienen sin mantas ni comida. Me imagino una vida entera guardándolo todo y, al final, te marchas con una maleta. Es duro. Además ellos llegan a un país desconocido. No conocen a nadie, ni la cultura ni el idioma. Si me pongo en su lugar, no hay palabras para describir esto.

 

P: En vuestra iglesia estáis acogiendo a muchas de esas personas.

R: Nosotros ya hemos ayudado a más de 2.500 personas a través de nuestras iglesias. Nos hemos juntado diferentes iglesias evangélicas que queremos ayudar e intentamos abrir centros de acogida en cada ciudad cercana a la frontera. Montamos la Misión Kairós y ahí está el centro adonde llevamos a los refugiados que acogemos. Una vez allí les preguntamos acerca de sus planes, si quieren ir a algún lugar específico en Rumanía y qué quieren hacer. También les damos una comida caliente y luego se les envía a familias de acogida de nuestras iglesias, a otro centro que tenemos o al transporte público para viajar a Bucarest o a otra ciudad del país. Los que se quedan van a las casas de las familias de las iglesias que se han prestado a acoger a refugiados. 

En la iglesia hemos formado equipos que se ocupan de recoger a las personas que llegan a la aduana. Hay otros equipos que se encargan del transporte, otros de la traducción y otros de la logística, que trabajan buscándoles billetes de transporte a los refugiados que quieren desplazarse. Vamos haciéndolo todo de la forma más organizada posible y también con la voluntad de implicar a cuantas más personas mejor. Ayudamos a los refugiados ofreciéndoles un lugar para dormir, comida, buscándoles billetes de transporte, y a veces pagándolos. Luchamos para que las personas que recogemos en la frontera puedan llegar a su destino con la máxima seguridad y con sus necesidades cubiertas para retomar sus vidas.

 

P: ¿Cómo estáis viviendo este esfuerzo urgente como iglesia?

R: La iglesia recibe a las personas con mucho cariño. También con mucho dolor al verles, viendo la necesidad y el amor que debemos ofrecer en estos momentos. Pero la iglesia se ha volcado en esta situación. Personalmente, estoy impresionado de las familias que han ofrecido su casa, su coche, comida, ropa, dinero y cualquier cosa que tengan. Estoy orgulloso de todos los hermanos y hermanas en la fe que se han ofrecido de esta forma. Lo veo en la iglesia, pero también lo veo fuera de ella. Toda la gente se acerca a la aduana para ofrecer ayuda. Es impresionante.

 

P: Juntamente con la Iglesia Evangélica Bautista de Vilafranca del Penedès, en Cataluña, estáis coordinando una campaña de recogida de bienes de primera necesidad para transportarlos hasta la frontera entre Rumanía y Ucrania. ¿Cómo ha surgido la iniciativa?

R: Yo he vivido 20 años en España. Formaba parte del liderazgo de la iglesia rumana en el país. Hemos colaborado con Gabriel Torrents, el pastor de la iglesia en Vilafranca, hasta el punto de abrir una iglesia en El Vendrell. Yo regresé a Rumanía hace dos años. Al poco de volver, comenzó la pandemia y ahora vivimos la guerra en Ucrania. En todo momento hemos entendido que Dios quiere utilizarnos aquí, y que podamos ser de bendición para toda la gente que está llegando. Mostrarles el amor de Dios y hablarles de lo que Jesucristo ha hecho por ellos. 

 

P: ¿Hasta qué punto en Rumanía se teme que también la guerra traspase la frontera?

R: Sobre todo entre las mujeres hay cierto temor. Pero pienso que debemos tener fe y confiar en Dios. Si estamos aquí, estamos para ser de bendición. Aunque sí que hay rumores y miedo por si la guerra también llega a Rumanía. Esperemos que todo acabe y que podamos continuar nuestras vidas con normalidad. 

 

P: ¿Qué motivos de oración queréis compartir con los cristianos en otros países del continente europeo?

R: Los motivos son muchos, pero sobre todo por la iglesia que permanece en Ucrania y por las personas que están saliendo del país y que llegan a nosotros diciendo que eran ortodoxos pero que ya no creen en nada porque Dios ha permitido esto. Muchas personas se preguntan porqué Dios les hace pasar por esto cuando tenían sus vidas, sus trabajos y empresas, pagaban sus impuestos y sus donativos a la Iglesia Ortodoxa, y llegan a la conclusión de que Dios no existe. 

Nosotros intentamos decirles que estamos aquí porque Dios está con nosotros y les muestra su amor y su cariño, y que todo lo que hacemos no es porque seamos mejores, sino porque tenemos un Dios que nos enseña lo que es el amor.

Orad por las familias, en especial por las madres. Llegan muchas mujeres embarazadas, con miedo y con temor. Orad por estas familias. 

Orad por nuestras iglesias, porque esto ha resultado ser una prueba de fe para nosotros, para ver si lo que sabemos también lo practicamos. Orad por nuestros jóvenes, que también se están involucrando en esta situación y les está impactando. Ahora hay muchos que nos piden venir a la frontera para ayudar.

Orad por los pastores, porque hay cambios grandes en nuestras ciudades y cercanías. La gente habla de invasión y de guerra, y los pastores deben seguir predicando el evangelio en medio de todo ello. Que el Señor nos fortalezca y que podamos ser luz en toda esta situación.

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