Los benedictinos

La llama del Cristianismo parecía casi apagada tras sus primeros quinientos años de existencia.

14 DE SEPTIEMBRE DE 2012 · 22:00

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Tras la oficialización del Cristianismo, éste entró en un largo periodo de decadencia que duró varios siglos, pero un movimiento de anacoretas que pretendían mantener su cristianismo puro frente la paganizada religión del Estado, logró mantener encendida la llama de la fe. Durante los siglos precedentes se habían producido pequeños avivamientos en diferentes áreas del mundo conocido. San Patricio extendió el Cristianismo por las Islas Británicas y logró muy buenos resultados, se cristianizaron grandes partes de Asia, norte de África y el norte de Europa. Pero la llama del Cristianismo parecía casi apagada tras sus primeros quinientos años de existencia. Benito de Nursia fue hijo de un noble romano. La única fuente de información que tenemos sobre su vida es la que nos proporcionan Los Diálogos de Gregorio Magno. San Gregorio nos cuenta que Benito se crió en su ciudad natal, de allí pasó a Roma para completar sus estudios en filosofía y retórica. La situación espiritual de la ciudad le dejó muy decepcionado y se refugió en un lugar apartado llamado Enfide. Benito, imitando a los antiguos profetas de la Biblia y al propio Juan el Bautista, se refugió en una cueva para vivir una vida apartada y contemplativa. Los pastores de la zona extendieron su fama hablando a todos de los milagros que realizaba el ermitaño. Tras varios años en soledad, Benito deja su apartado retiro, para dirigir un monasterio cercano, pero su rigorismo le causará grandes enemigos y algunos monjes intentan envenenarlo. Benito abandona el monasterio, pero a partir de ese momento fundará numerosos cenobios y monasterios. En 529, Benito se instala en Montecasino y desde allí extenderá la orden benedictina y escribirá una regla para sus monasterios. La Reglade San Benito ayudó a reformar parte de la Iglesia. Estaba dirigida a seglares, no a religiosos, ya que Benito creía que la vida cristiano no era cosa de sacerdotes, en ella debía estar implicado cada creyente. Por eso Benito no impuso pobreza, castidad y obediencia en sus reglas, como otras órdenes religiosas. Otro de los logros de Benito fue la dignificación del trabajo físico, que por muchos religiosos era visto como denigrante, para Benito toda la vida del creyente era importante, no únicamente la oración o los servicios religiosos. Benito intentó demostrar con su regla que el Cristianismo únicamente se puede vivir en sociedad. Concibió su orden como una familia, más que como una jerarquía de poder. No se promovió la pobreza de los monjes, aunque tenían todos los bienes en común. El superior era elegido por el voto del resto de los monjes. Los monasterios benedictinos fueron los encargados en un primer momento de salvaguardar muchos escritos y se dedicaron a la oración, parecían pequeñas islas de fe y razón en un mundo embravecido por la barbarie y la superstición.

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