Pedro Casaldáliga, el obispo-poeta

Viene muy a cuento pasar revista a su poesía, inevitablemente religiosa y profundamente militante de las causas más hondas del pueblo pobre y marginado.

14 DE AGOSTO DE 2020 · 11:43

Casáldiga y un indígena de Brasil.,
Casáldiga y un indígena de Brasil.

Con un callo por anillo,

monseñor cortaba arroz.

¿Monseñor “martillo

y hoz”?

Me llamarán subversivo

y yo les diré: lo soy.

Por mi pueblo en lucha, vivo.

Con mi pueblo en marcha, voy.

Tengo fe de guerrillero

y amor de revolución.

Y entre Evangelio y canción

sufro y digo lo que quiero.

Si escandalizo, primero

quemé el propio corazón

al fuego de esta Pasión,

cruz de Su mismo Madero.1

P.C., “Canción de la hoz y el haz”

Ahora que acaba de acontecer la pascua de don Pedro Casaldáliga, obispo claretiano emérito de São Félix de Araguaia, Brasil, y que lo ha recibido al pie de un árbol la tierra que escogió para ser su morada final (el cementerio de los indios karajá, a la orilla del Río Araguaia), viene muy a cuento pasar revista a su poesía, inevitablemente religiosa y profundamente militante de las causas más hondas del pueblo pobre y marginado, primero del país amazónico y de toda América Latina. Es un ejercicio obligado por la forma en que encarnó las exigencias del Evangelio de Jesucristo desde el desprendimiento total y a partir de la disposición para el servicio al prójimo necesitado, todo ello acompañado también por una incesante escritura poética. Pocos obispos como él han merecido el calificativo de “incómodo” para su vetusta institución eclesiástica. La propia Conferencia del Episcopado Latinoamericano, tan reacia a reconocer a este tipo de prelados “radicalizados”, de una época que ya parece muy lejana (como sus pares Hélder Cámara, Paulo Evaristo Arns o Aloísio Lorscheider, y una larga lista en otros países), tuvo que reconocer los méritos espirituales y eclesiales de Casaldáliga:

A lo largo de su vida, este hermano nuestro ha dado un testimonio especial de la cercanía amorosa de Dios a los más pobres. El rostro de una Iglesia pobre para los pobres siempre ha brillado en su conducta episcopal.

Especialmente durante los duros años del régimen militar vivido en Brasil y en muchos países de América Latina, él fue un referente constante de pastor que guarda fielmente su rebaño, a la luz de la Palabra de Cristo. Más allá de su prelatura, Mons. Pedro Casaldáliga fue y seguirá siendo un icono en la defensa de los pobres, especialmente de los indígenas.2

Nacido en Balsanery, Cataluña, el 16 de febrero de 1928, fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1952. Fue rector de un seminario y director de la revista claretiana Iris. En julio de 1968, año crucial en el mundo, y especialmente en el catolicismo latinoamericano por la Conferencia de Medellín, implementación práctica del Concilio Ecuménico Vaticano II, llegó al norte de Mato Grosso encargado de fundar una misión. El país que conoció Casaldáliga era pobre, dominado por una sangrienta dictadura militar, adonde abundaba la injusticia social, y, por ello, germinaría su labor profética. Fue consagrado obispo en octubre de 1971 y, como primer acto, publicó la carta pastoral Una Iglesia de la Amazonia en conflicto con el latifundio y la marginación social, en la que denunció la terrible situación de la agricultura brasileña, una postura que mantuvo siempre. Se afilió a la teología de la liberación y trabajó especialmente la espiritualidad de la liberación. El lema de su actividad pastoral fue: “No poseer nada, no llevar nada, no pedir nada, no callar nunca, y, sobre todo, no matar nunca”.3 En 1975, luego de un severo enfrentamiento con el gobierno regional (antes, lo habían amenazado varias veces de muerte y sufrió varios intentos de asesinato), recibió la extensa “Epístola a Monseñor Casaldáliga”, por parte del poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, lo que constituyó uno de los momentos más emblemáticos en la confluencia de su labor episcopal con los movimientos identificados con la teología de la liberación. En ese poema, muy del estilo “exteriorista” (narrativo y testimonial) se apoya abiertamente su trabajo en favor de las familias sin tierra mediante diversas alusiones y símbolos bíblicos y proféticos, además de una fuerte crítica al sistema y la política imperialista estadounidense. En una sección se lee lo siguiente:

Vienen las compañías levantando los cercos. Pasan

por el cielo del Mato Grosso los terratenientes en sus avionetas

no lo invitan al gran churrasco con el Ministro del Interior

Sembrando soledad las Compañías

Van llevando el telégrafo para transmitir falsas noticias

El transistor a los pobres, para las mentiras al oído

Prohibida la verdad porque hace libres

Soledad y división y agudas púas

Usted es poeta y escribe metáforas. Pero también ha escrito:

“la esclavitud no es una metáfora”.

Y se internan hasta por el alto Xingú

los cazadores de concesiones bancarias usurarias.

El llanto en esas zonas, como la lluvia amazónica:

La Policía Militar le ha dicho que

la Iglesia sólo debe cuidar a los “espíritus”

¿Pero y los niños anémicos por las sociedades anónimas?4

Luego del triunfo del sandinismo en Nicaragua, país de poetas, fue uno de sus más apasionados defensores como puede apreciarse en la memorable entrevista recogida colaboración en el volumen colectivo Nicaragua y los teólogos (1987). En 1988 fue llamado a Roma para explicar su orientación pastoral y su posición tan cuestionada. En 2005 renunció al gobierno de la Prelatura que ocupaba, pero siguió viviendo en la región, para molestia del Vaticano. Casaldáliga escribió varias obras de espiritualidad, antropología, sociología y ecología, entre las que pueden citarse: Yo creo en la justicia y en la esperanza (1975), La muerte que da sentido a mi credo. Diario 1975-1977, Diálogos en Mato Grosso con Pedro Casaldáliga (Teófilo Cabestrero, 1978), Nicaragua, combate y profecía (1986), El vuelo del quetzal. Espiritualidad en Centroamérica (1988), Al acecho del Reino. Antología de textos, 1968-1988 (1989), Espiritualidad de la liberación (con José María Vigil, 1992), Opción por los pobres hoy (colectivo, 1992), Nuestra espiritualidad (1993), Juventud con Espíritu (1996), Amerindia, muerte y vida (con Pedro Tierra, 1997) y Cuando los días dan que pensar. Memoria, ideario, compromiso (2005). Muchas de ellas pueden leerse y descargarse en los sitios: https://independent.academia.edu/PedroCASALDALIGA y www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/obras/index.html. También participó en Misa de la Tierra sin Males (texto suyo y de Pedro Tierra, música: Martín Coplas, 1980); y La Misa de los Quilombos (texto suyo y de Pedro Tierra, música: Milton Nascimento, 1981).

Casáldiga, con el teólogo Leonardo Boff.

Casáldiga, con el teólogo Leonardo Boff.

Se inició como poeta desde muy joven y nunca dejó de publicar. Algunos de sus títulos (también disponibles en los sitios indicados) son: Palabra ungida (1955), Memorias de Uriel (1955-1960), Llena de Dios y de los hombres (1965), Clamor elemental (1971), Tierra nuestra, libertad (1974), Fuego y ceniza al viento (1973), Cantares de la entera libertad (1984), El tiempo y la espera (1986), Me llamarán subversivo (1988), Todavía estas palabras (1989) y Sonetos neobíblicos precisamente (1996). Finalmente, Antología personal apareció en 2006. En 1978 fue incluido, junto a otros nueve sacerdotes-poetas españoles (Jorge Blajot y José Luis Martínez Descalzo, entre ellos), en la recopilación de Florencio Martínez Ruiz, Nuevo mester de clerecía. Allí, el antologador se refirió de este modo a su vocación lírica:

Pedro María Casaldáliga es, sin duda, un lírico en su más pleno sentido, un vate del mandamiento nuevo. Es decir, un profeta atizado por todos los carismas de la religiosidad de hoy. […] pasa sin solución de continuidad de aniñarse ante la Virgen Madre o sentir su pavor ante la “llegada” de Dios a componer las piezas del evangelio terriblemente radical y concreto de la no violencia, con poemas al “sertao” o al Che Guevara, en un “clamor elemental”, que asciende de las realidades más duras y comprometidas a su verso más escondido. […]

Hay en su verso una luminosidad de aire libre, propia del Canigó, empapado de la ebriedad del paisaje, que responde a diversas influencias y a ninguna. Casaldáliga propone un verso de génesis directa, aristado y radiante, mucho menos elaborado de lo que pueda aparecer a simple vista.5

Su primer volumen, Palabra ungida (catalogado por el autor de “libro adolescente y clerical”), fue prologado por José García Nieto:

Casaldáliga es un nuevo soldado, portador de estas dobles armas que la campaña hacia Dios necesita en el vuelo de la Poesía. […] ¡Qué gozo el de ver cómo en estos versos las enormes palabras Vida, Muerte, o Amor, o Dios, se sitúan de una vez y para siempre en su certero y clarísimo espacio! Cómo el doble magisterio hombre-religioso y hombre-poeta maneja el vocablo en la oración, y en la Oración. Plegaria y gramática, plegaria y retórica, servidas sin declinaciones a mayor gracia de Dios, a gracia menor de los hombres.

 

De allí se extrajeron las siguientes muestras.

La granada abierta

Abriré el corazón rotundamente,
igual que una granada.
Para que se lo lleven, grano a grano,
los pájaros del cielo,
las almas de los hombres...
 

Tú cuídame, Señor, que esté maduro:
que no me caiga a tierra,
inútil, ni una sola
de sus talladas margaritas rojas...
 

Las palabras no son
más que un eco,
muerto,
casi no mío ya.
La voz es el silencio.
 

Apenas son el viento
de este pinar oscuro de la carne...
La palabra del alma es el silencio.

 

Con tiento el corazón,
alma: con mucho tiento,
que lleva vino de Consagración...

 

El campo y Dios

A Lorenzo Gomis
 

Por debajo del alma
me pasa el agua.
 

Por encima del alma
las nubes altas.
 

Por en medio del alma
la gran nostalgia.
 

Corazón, échate al mar
como una barca sin velas;
ni te pongas a remar.
Suelta al viento la canción
y apaga tus luces. Pon
un niño por timonel...
 

¡Mar adentro, corazón,
que Dios velará por él!

 

La oración de la impaciencia

Como se espera una cita que nunca ha faltado,
te esperaré. De rodillas sentado,
paseándome a lo largo de la impaciencia del río...
 

Por todo el tiempo que Tu amor lo quiera.
 

Te esperaré, Dios mío,
como tu Paz espera!
 

Más allá del martirio de los hombres,
la corona de Dios. Y su palabra
más allá de las fútiles
palabras de los hombres, decisiva.
¡Más allá, la corona
viva de su Palabra!
 

Eres el mar.
Son tuyas todas las playas,
pero ninguna es la tuya...
¡Oh corazón, glorioso
cosmopolita sin hogar ni patria!

 

Pentecostés
Tú te has ido. Con la primavera.
Pero aún nos guía tu Presencia ausente,
Cristo, por el camino
de la esperanza, verde.
 

Hacia el maduro Otoño y la Vendimia...
Tú te has ido, pero refloreces
en nosotros ¡oh Vid
cosechada y perenne!
 

En nosotros que vamos—y Tú vienes—
bajo el estío del Amor
por el camino luminoso y verde...

 

Salmo en Galicia

Baltar, julio de 1952—

Junto al montón de paja de mi vida,
entre el cielo y el mar
y la arboleda oscura donde braman
todas las fieras de la juventud,
he levantado un hórreo sensible
y fiel como una arqueta.
 

Junto al montón de paja de mi vida
— broza muerta de sol...
 

Aquí recogeré el mensaje nuevo
de tu boca, Señor: en la frenada
ternura de estos hombres; en el mirlo
huésped de la paloma; en el aliento
de los húmedos bronquios del paisaje;
en la lengua cartuja de esta celda
donde ya estamos solos...
¡Señor, y en la caliente
sangre del mar! ¡en el latido bronco
de este pobre muchacho incomprendido!
 

En el hórreo fiel nos guardaremos
un volumen reciente de Ejercicios
y los primeros versos
de Fray Juan de la Cruz...
 

(Sobre esta clara mesa donde escribo
duerme el Conde de Orgaz.
Sobre el benigno corazón del Greco.
...Los sentidos se visten
de negros caballeros, demacrados,
y el deseo se alarga en las antorchas
altas serenamente...
Y en los pontificales
brazos de la Prudencia
y en las manos del alma, casta y joven,
el conde muerto espera tu llamada...)
 

Aquí recogeré el mensaje nuevo
de tu boca, Señor...
 

Deshojaremos, juntos, en tu Gracia
la rosa móvil de las estaciones,
y, al fin, me llamarás,
claro, de lejos,
por la ruta del mar iluminada...
 

¡Al marcharnos, Señor, abrasaremos
toda esta broza muerta de mi vida,
junto a la cual te he levantado un hórreo!

1 P. Casaldáliga, “Canción de la hoz y el haz”, en F. Escribano, Descalço sobre a terra vermelha, Campinas, Unicamp, 2000, p. 70, cit. por Emerson Sbardelotti, “Pedro Casaldáliga”, en Concilium, núm. 373, noviembre de 2017, p. 138. Versión del portugués: José Pérez Escobar.

2 Paola Calderón Gómez, “CELAM unido a Iglesia brasileña destaca testimonio de Monseñor Pedro Casaldáliga”, en Prensa CELAM, 8 de agosto de 2020, prensacelam.org.

3 Emerson Sbardelotti, “Pedro Casaldáliga”, en Concilium, núm. 373, noviembre de 2017, p. 135.

4 E. Cardenal, “Epístola a Monseñor Casaldáliga”, en La santidad de la revolución. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1976 (Pedal, 58), pp. 95-96.

5 F. Martínez Ruiz, “Pedro M. Casaldáliga o el don de la profecía”, en Nuevo mester de clerecía. Madrid, Editora Nacional, 1978, pp. 117, 120.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - Pedro Casaldáliga, el obispo-poeta