Hortensias de otoño
De la señora Hortensia aprendí que no siempre sirve más el que más brilla, sino el que tiene el corazón dispuesto.
20 DE OCTUBRE DE 2024 · 16:00
“Nuestro deseo de servir a Cristo se traduce en la realidad de servir a otros. ”
William Tyndale
“El servicio es un desbordamiento de la vida de un cristiano ante los demás, de la misma manera que la adoración es el desbordamiento de la vida del cristiano ante Dios.”
Kenneth C. Fleming
“El servicio es la manifestación visible de una superabundante devoción hacia Dios”.
Oswald Chambers
“Cristo escogió hacer suya la responsabilidad reservada para los siervos de la casa”.
Christopher Shaw
Las hortensias son plantas muy bonitas que nos recuerdan el norte de mi España, donde son tremendamente populares. Sus exuberantes y voluminosas flores de colores tienen un talento oculto: ¡son capaces de cambiar de color!
Aunque las hortensias son habituales en nuestro país, estas plantas son en realidad originarias de Asia y América. Su atractivo se debe a la frondosidad de sus hojas verdes y, sobre todo, a sus llamativas flores de colores. Seguro que te has fijado en que su paleta cromática es muy variada: puedes encontrar hortensias azules, blancas, rosas, moradas, rojas, amarillas, verdes… La hortensia es una planta repleta de simbolismo que representa la abundancia, la belleza y la gratitud. Por supuesto, su significado varía en función del color de la flor.
La hortensia azul significa confianza, armonía, afecto y amor, también transmite sentimientos de paz, relajación y amistad.
Una hortensia blanca representa la abundancia, la paz, la pureza y la elegancia.
Las hortensias rosas y rojas simbolizan el romanticismo, el amor, la pasión y la seducción.
Una hortensia morada es símbolo del buen gusto y la sofisticación .
Las hortensias verdes transmiten alegría, optimismo y esperanza.
Y por encima de todo esto, es la flor por excelencia de mi ciudad, La Coruña, son bellísimas, y cuando están en su máximo esplendor os aseguro que son una delicia. Pero por alguna razón cuando era una niña, sólo su nombre me hacía echar para atrás; ¿por qué razón?, enseguida os lo digo, hoy con vergüenza y arrepentimiento.
Cuando era una niña había una mujer en nuestra iglesia, yo siempre la recuerdo mayor, que siempre iba vestida de negro; guapa.... lo que es guapa... no era... y entre otras cosas tenía una costumbre que me ponía muy nerviosa; siempre llegaba la primera a la iglesia, ¡tenía llave! Y al vernos llegar a mi hermana y a mí, venía corriendo, nos tomaba la carita entre sus manos y nos decía “mi neniña” mientras nos daba unos super besos de esos de super muuuuuuaks... mi nieto diría que esos son “besos de vaca” porque entre otras cosas nos dejaba la cara auténticamente mojada, mientras mi madre nos empujaba hacia ella suavemente por detrás.
La señora Hortensia ponía todos todos los domingos un ramo de claveles rojos metidos a machete en un jarrón y aquello me parecía tan horrible, que llegué a odiar la flor por excelencia de mi país...... Un clavel, un rojo, rojo clavel........ También se ocupaba de colocar la mesa del Señor, el mantel... ¡blanquísimo! Y las copas y la jarra, que en aquel entonces eran de metal... Impolutos.
La señora Hortensia no tenía familia, vivía sola en una casa con las escaleras muy altas y una vez me enteré que, cuando hacía mucho frío y como tenía llave de la capilla, se metía dentro y como podía, envuelta en en su abrigo negro y no sé qué más, dormía sobre uno de los bancos.
En una ocasión le pregunté a mi madre, mamá ¿qué es una diaconisa?... pues... ¡la señora Hortensia! No me hizo falta más explicación, lo pillé al instante. Sí lo era y aunque no tenía familia, era un poco familia de todos hasta cuando partió con el Señor. Y hoy me acuerdo con cariño de ella y me pesan todas esas cosas que me molestaban, pobrecita. Pero así es servir al Señor y así es una iglesia que cuida de los suyos.
Las hortensias secas, como las del otoño, son especiales; parece que se van a morir, pero cuando llega la primavera brotan renuevos sobre renuevos inundándolo todo con su belleza exuberante. Y el secar las hortensias es todo un arte que yo estoy aprendiendo.
De la señora Hortensia aprendí que no siempre sirve más el que más brilla, sino el que tiene el corazón dispuesto. “Sus obras con ellos siguen”.
Por un año más
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