El verdadero arrepentimiento
Sin convicción de pecado, no hay un verdadero arrepentimiento y sin un genuino arrepentimiento, no hay conversión posible.
03 DE AGOSTO DE 2025 · 09:00

Cuando Dios envió al indolente Jonás a Nínive, para pregonar públicamente su pecado y el juicio divino decretado contra el imperio asirio, se produjo una enloquecida reacción del profeta huyendo del mandato de Dios en dirección totalmente contraria, debido a su prejuicio nacionalista contra el que había sido el verdugo de Israel en diferentes ocasiones. Sin embargo, sorprendentemente observamos que el Señor no quiso prescindir de él, dándole una segunda oportunidad a pesar de su manifiesta desobediencia inicial.
Esta asombrosa historia nos revela que Dios lo tiene todo preparado, a pesar de las posibles eventualidades, incluso hasta el último detalle. El Señor dispuso una tormenta, un gran pez, una calabacera, un gusano y hasta un sofocante calor que produjo una insolación que abatía al mismo profeta. Y Jonás seguía porfiando con Dios respecto a la misión encomendada.
No obstante, lo más impresionante de toda esta historia es la inmediata y sorpresiva respuesta de los ciudadanos de Nínive y sus gobernantes a la escueta y juiciosa predicación de Jonás. Esta Biblia miniaturizada en los cuarenta y ocho versículos de este brevísimo libro nos muestra no solo la asombrosa soberanía de Dios, sino también su extraordinaria misericordia hacia todas sus criaturas.
Lo sucedido en Nínive fue un acto de la pura gracia de Dios, de pronto sus habitantes respondieron al llamado divino de arrepentimiento, lo que causó una consternación general y una clara conciencia de su maldad (entiéndase de su pecado). Y esto es lo que debe producirse en la conciencia social y personal de las gentes de nuestras ciudades. Sin convicción de pecado, no hay un verdadero arrepentimiento y sin un genuino arrepentimiento, no hay conversión posible. Solo el arrepentimiento detiene el justo juicio de Dios hacia nosotros, por causa de nuestros muchos pecados, porque indiscutiblemente Dios ama al mundo entero sin excepciones de raza o cultura.
Cada vez estoy más seguro que lo que sucederá en nuestro país en algún momento no muy lejano, será algo similar al efecto Nínive. Las gentes de España siguen muy ensimismadas en sus historias personales y, por lo que parece, siguen estando muy ajenos a los planes de Dios. El materialismo, la incredulidad y la vanagloria de la vida están cegando el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del Evangelio de Cristo.
Pero el mensaje de esperanza para una Iglesia indolente y distraída cual Jonás nos suena a ultimátum, y este es el mensaje: “Levántate y resplandece…levántate y predica la Salvación de Jesús Iglesia de España; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria…” Isaías 60:1. Y este desafío divino demanda de todos nosotros una gran determinación.
Esta reacción no la puede provocar ninguna estrategia humana, solo el Espíritu Santo puede convencer a la gente de su pecado personal y redargüirles en sus conciencias. Este es el verdadero milagro que provocará la salvación de miles de nuestros conciudadanos. Por lo cual no hemos de forzar nada ni a nadie, ni tampoco hacer nosotros de Espíritu Santo, pero si ser intencionales y audaces en la proclamación del Evangelio del Reino. Y mientras tanto, oramos a Dios para que en su misericordia se produzca cuanto antes el efecto Nínive entre nosotros y seamos testigos de una poderosa visitación divina, equivalente a un genuino avivamiento y a un verdadero despertar de las conciencias al llamado de Dios. Y tal como dice el antiguo himno evangélico, que por fin veamos a España marchando hacia la Luz de Cristo y miles de nuestros compatriotas sean salvos, antes de que sea demasiado tarde.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - El verdadero arrepentimiento