Mirando a cara descubierta
Ésta es precisamente la declaración del apóstol Pablo acerca de una revelación divina sobre el proceso de transformación espiritual que podemos llegar a experimentar.
27 DE AGOSTO DE 2023 · 09:00

Esta expresión es un tanto atrevida, pero describe perfectamente un acto decidido y sin rodeos, acerca de una determinación personal con respecto a algo o alguien. Y ésta es precisamente la declaración del apóstol Pablo acerca de una revelación divina sobre el proceso de transformación espiritual que podemos llegar a experimentar en la presencia de Dios. “Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2ª Corintios 3:18)
Alguien puede pensar que esta descripción podría interpretarse de manera mística y quiero ratificar este punto de vista porque, ciertamente, esa actitud contemplativa de nuestra alma con la divinidad nos conecta con el Espíritu Santo y nos abre la puerta a una experiencia transformacional progresiva que puede llegar a impregnar nuestra vida de la imagen de Cristo de manera muy significativa.
Los cristianos hemos adoptado algunos tópicos que, con frecuencia, no se traducen en realidades de la fe en nuestra vida particular; ejemplos como “tenemos que orar más” para ser cristianos victoriosos, “tenemos que tener comunión con Dios” para vivir una vida santa y un largo etcétera de proclamas que hemos popularizado, pero que tienen poco efecto real en nuestra casi inexistente vida devocional.
Pero, centrándonos en la revelación apostólica, ésta también nos invita a modo congregacional porque también es una propuesta corporativa “Nosotros todos…”, iglesias que cultivan un culto vivo, sereno y emocionado, “Mirando a cara descubierta”, sin velos y de manera intencional, “como en un espejo la gloria del Señor”. Ésta no es una cuestión imaginaria ni tampoco ilusoria, ni mucho menos, es una cuestión de profunda y verdadera espiritualidad, tal y como también nos lo describe el salmista: “Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo” (Salmo 27:4). Y de esa manera admirarle y adorarle siempre.
Esto es “Mirar a cara descubierta… la gloria del Señor” en el tiempo y en el espacio, de forma un tanto opaca. Y en esa bendita disciplina personal “Somos transformados (metamorfo) de gloria en gloria en la misma imagen (de Cristo) como por el Espíritu del Señor”; esto supone algo más que una catarsis que lleva aparejada la transformación de nuestra mente y la purificación y renovación de nuestro ser interior (espíritu).
Esta experiencia de transformación gradual se va implantando en nuestra vida con la aparición del fruto del Espíritu en nuestros actos y en nuestra vivencia espiritual. Podríamos incluir algunos ejemplos de otros personajes de la Biblia, pero ahora mismo nos interesa quedarnos con esta idea central: “Mirando a cara descubierta”, decididamente y día tras día, la preciosa gloria del Señor en la faz de Jesucristo nuestro bendito Señor, seremos transformados como por el Espíritu del Señor, que nos va modelando precisamente a la imagen de Cristo Jesús, el modelo perfecto.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Mirando a cara descubierta