Don Quijote con fondo bíblico: las armas y las letras
Las letras de la Biblia cumplen las exigencias que pedía Aristóteles, contribuyen a la prosperidad espiritual de la persona y son un consuelo en la desgracia.
10 DE OCTUBRE DE 2024 · 10:31

Comparando armas y letras, Don Quijote señala en su ya célebre discurso: «Ninguno hay más pobre que el soldado, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia…. En mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca…. Lléguese un día de batalla; que allí pondrán la barba en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna».
«Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilia, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a estas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que al estudiante, en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida».
Amparándose en Don Quijote, Cervantes escribe en el capítulo 38, primera parte de su novela, un texto eminentemente autobiográfico. En su novela Nadie muere jamás, Ernest Hemingway dice que la memoria es el don más precioso que nos ha dado la vida. Cervantes la ejercita. En el discurso de Don Quijote sobre las armas y las letras recrea una parte de su vida. Alistado en la milicia en 1570, tomó parte en la batalla naval de Lepanto, recibiendo dos arcabuzanos en el pecho y en el brazo izquierdo, que le estropeó la mano. Posteriormente tomó parte en varios hechos de armas. Rescatado de su prisión en Argelia en 1575 regresó a España, donde se dedicó al cultivo de las letras, escribiendo el Quijote y otras importantes novelas.
También de las armas trata la Biblia.
En la muerte del rey Saúl, David exclama: «¡Cómo han perecido las armas de guerra!». (1º Samuel 1: 27). Describiendo el poderoso ejército de David se dice que sólo los combatientes de una tribu, la de Manasés, eran «ciento veinte mil con toda clase de armas de guerra, todos dispuestos a guerrear». (1º Crónicas 12: 37-38). En el Nuevo Testamento el apóstol Pablo dice que «las armas de nuestra milicia no son carnales». (2ª Corintios 10: 4). Cuando una compañía de soldados acude al huerto de Getsemaní para arrestar a Jesús, el apóstol Pedro desenvaina una espada que llevaba consigo y le corta la oreja a un criado del sumo sacerdote, Anás. En esta ocasión el Maestro se pronuncia en contra de las armas al ordenar a Pedro: «Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán». (Mateo 26: 51-52).
Respecto a las letras, la Biblia en su conjunto es denominada una composición de letras sagradas, divinamente inspiradas.
Estas letras cumplen las exigencias que pedía Aristóteles, contribuyen a la prosperidad espiritual de la persona y son un consuelo en la desgracia. El consuelo que desde el tercer cielo imparte el Ser Eterno.
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