Fuego sobre el Monte Carmelo
Nadie puede con el Dios que hizo los cielos y la tierra.
15 DE AGOSTO DE 2021 · 09:30

Soy bibliófilo, en el sentido que creo en la Biblia y en las descripciones que hace sobre la vida en este planeta y en el silencio que aplica en cuanto a la posibilidad de vida en otras galaxias.
Por eso, creo en el relato del Génesis en cuanto a la creación del ser humano. Al hombre lo hizo del polvo de la tierra, le sopló aliento de vida y ¡ya está! Y para hacer a la mujer, puso a dormir al hombre, le abrió el costado, le sacó una costilla y de ella hizo a la mujer. ¿Será por eso por lo que, por lo general, la mujer es más bajita que el hombre? Lo que Dios quería era que la mujer fuera el complemento del hombre. Ni más que el hombre, ni menos. El problema se da cuando en la vida conyugal, se invierten los papeles: la mujer asume el papel del marido en términos de liderazgo intrafamiliar y el marido se transforma en una especie de pelele que hace lo que la mujer le dice que haga.
En la historia del antiguo pueblo de Israel, ocurrió algo así. Un hombre, de nombre Acab heredó de su padre el trono; se casó con una mujer pagana de nombre Jezabel. Y se invirtieron los papeles.
Jezabel, adoradora de dioses falsos, se declaró rebelde a Dios, el líder de los israelitas, e introdujo la adoración de sus propios dioses, siendo Baal el número uno. A partir de ahí llevó al pueblo de Israel a abandonar la adoración de Dios y los transformó en idólatras. Proliferaron los altares falsos y surgieron sacerdotes mentirosos como callampas.
Dios entonces se enojó (porque aunque usted no lo crea, siendo una persona, Dios también se enoja, y también se alegra) y dio instrucciones a su profeta Elías para que pusiera las cosas en su lugar. Elías, entonces, desafió al rey Acab, a su esposa Jezabel y a más de cuatrocientos sacerdotes a una confrontación en el monte Carmelo. Armaron dos altares, pusieron encima de cada uno un buey y oraron a sus respectivos dioses para que hicieran llover fuego del cielo. Sería el verdadero el que lo lograra y falso el que no. Baal no pudo. Dios, sí pudo. En un segundo, el fuego de Dios ardió sobre el Monte Carmelo y del animal sobre el altar no quedó nada.
El pueblo, que estaba presenciando la competencia, se dio cuenta del error en que los habían metido, y se volvieron al Dios verdadero. Elías dio muerte a todos los sacerdotes falsos y poco después en instancias distintas, pagaron con sus vidas los reyes Acab y Jezabel. Fin de la historia. Nadie puede con el Dios que hizo los cielos y la tierra. Es invencible.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El escribidor - Fuego sobre el Monte Carmelo