Nuestro rol en las finanzas: diligencia y fidelidad

Una vez que hemos visto cual es el rol de Dios en nuestras finanzas, nos queda preguntarnos, ¿Cuál es nuestro rol en las finanzas de acuerdo con la economía o plan de Dios?

03 DE AGOSTO DE 2025 · 09:20

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Foto de Joshua Hoehne en Unsplash

La experiencia de un encuentro genuino con Cristo y la adopción de una perspectiva centrada en el reino de Dios tienen un impacto profundo y transformador en todos los aspectos de la vida, incluyendo la gestión de las finanzas. Este artículo explora cómo la renovación espiritual influye en nuestro rol financiero, alejándonos de los paradigmas mundanos y alineándonos con los principios divinos.

En un contexto global caracterizado por la volatilidad de los compromisos y la búsqueda desmedida de beneficios inmediatos, se plantea un desafío fundamental para aquellos que profesan la fe cristiana: la necesidad de manifestar fidelidad y diligencia inquebrantables. Este artículo explorará la importancia de cultivar estas virtudes, especialmente en relación con el rol que debemos asumir en las finanzas.

La Necesidad de una Perspectiva Bíblica: La carencia de una perspectiva bíblica sobre la gestión financiera ha llevado a muchos cristianos a adoptar criterios mundanos en sus decisiones económicas. Esta falta de "criterio bíblico" resulta en decisiones financieras erróneas y en consecuencias dolorosas. Oseas 4:6 nos recuerda la importancia del conocimiento: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento".

Consecuencias de la Ignorancia Financiera:  La adopción de criterios mundanos en la gestión financiera puede generar actitudes equivocadas hacia las posesiones materiales. La influencia de la televisión, la prensa, los amigos y ahora los influencers, sin un filtro bíblico, puede conducir a decisiones financieras perjudiciales. La falta de conocimiento bíblico sobre cómo usar el dinero, trae consecuencias negativas a los creyentes.

Si hay un texto que describe estas dos cualidades de una manera clara y concisa, es la parábola de los talentos o monedas de oro que encontramos en Mateo 25:14-30.

Hoy día la contextualizaríamos como un inversor que, antes de emprender un viaje, confía sus valiosos activos a tres de sus gestores. Al primero le entrega el 62,5% del capital a invertir, al segundo el 25% y al tercero el 12,5%, asignando a cada uno según su capacidad inversionista y gestión del patrimonio. El primer gestor invierte todo el capital en proyectos innovadores, obteniendo una ganancia equivalente. Su diligencia y capacidad para generar valor son recompensadas. El segundo gestor, con prudencia y estrategia, duplica el capital gestionado que se le confiaron. Su gestión responsable y eficiente también es reconocida. Sin embargo, el tercer gestor, dominado por el miedo y la inseguridad, decide resguardar el capital, enterrándolo para evitar riesgos. Su inacción y falta de iniciativa son duramente criticadas.

El elogio de Jesús, "Bien, siervo bueno y fiel", resalta la importancia de estas dos cualidades, la diligencia que se refiere al esfuerzo, la dedicación, la prontitud en el cumplimiento de las responsabilidades, la administración eficaz de los recursos y la búsqueda de resultados positivos y la fidelidad que representa la lealtad, integridad y la confiabilidad en el manejo de lo que se nos ha confiado.

La unidad de evaluación de nuestras inversiones se mide por “multiplicación” que es la unidad de crecimiento en la economía de Dios.

 

Fidelidad: reconociendo nuestro rol de administradores

La fidelidad implica reconocer nuestro rol como administradores de los recursos divinos. Al igual que los gestores en la parábola, debemos ser conscientes de que todo lo que tenemos proviene de Dios (1 Crónicas 29:11-12) y que somos responsables de usarlo para su gloria. Al administrar fielmente sus recursos, podemos experimentar la plenitud y la bendición que Dios desea para nosotros.

La adopción de una mentalidad de mayordomía, que reconozca la soberanía divina, representa un desafío significativo en la cultura actual. Sin embargo, este cambio de mentalidad es esencial para vivir en consonancia con la verdad bíblica y experimentar la plenitud de la relación con Dios.

 

Fidelidad y diligencia en lo poco

El principio bíblico de la fidelidad en las pequeñas inversiones, ilustrado en Mateo 25:23 ("Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré"), encuentra un poderoso ejemplo en la vida de José. Su trayectoria, marcada por la lealtad y la diligencia en circunstancias adversas, revela cómo la fidelidad en lo pequeño conduce a la grandeza.

Juventud y Diligencia (Génesis 37:2): José, desde su juventud, demostró diligencia en el negocio familiar, un testimonio de su carácter trabajador. La presencia de Dios acompañaba sus esfuerzos, un preludio de su futura exaltación.

Esclavitud y Lealtad (Génesis 37:27, 39:2-3): A pesar de la injusticia y la adversidad, José mantuvo su lealtad y diligencia al servir a Potifar. Esta lealtad fue recompensada con un puesto de alta responsabilidad, evidenciando que Dios honra la fidelidad.

Prisión y Fidelidad (Génesis 39:22-23): La lealtad e integridad de José a Dios le hizo perder su status quo, pero incluso en la prisión, José demostró su lealtad al carcelero, trabajando diligentemente y ganándose su confianza. La presencia de Dios continuó acompañándolo, preparando el camino para su ascenso.

Exaltación y Propósito Divino (Génesis 41:40): La fidelidad y diligencia de José lo llevaron a la posición más alta en Egipto, un instrumento en el plan de salvación de Dios. Su historia demuestra que Dios utiliza a aquellos que son fieles en lo pequeño para cumplir propósitos mayores.

La vida de José es un testimonio poderoso del principio bíblico de la fidelidad en lo poco. Su trayectoria nos enseña que la lealtad y la diligencia, incluso en las circunstancias más adversas, son caminos que conducen a la grandeza y al cumplimiento del propósito divino.

En nuestra búsqueda de prosperidad financiera y metas económicas ambiciosas, podríamos reflexionar sobre la siguiente cuestión: ¿Podría nuestra fidelidad en las pequeñas responsabilidades ser un factor determinante en nuestro crecimiento económico?

 

El carácter y la mayordomía

La manera en que administramos nuestros recursos financieros revela aspectos profundos de nuestro carácter y nuestra vida espiritual. Las Escrituras ofrecen una perspectiva clara sobre la relación entre la mayordomía y el desarrollo del carácter, destacando la importancia de la fidelidad y la integridad en la gestión del dinero.

 Las decisiones económicas son una manifestación externa de nuestra condición espiritual interna. La Escritura considera el uso del dinero como una revelación del verdadero carácter de una persona.

Si hemos aceptado que Dios es dueño de todo lo que ahora gestionamos, entonces cada decisión en la que gastamos algo, se convierte de hecho en una decisión espiritual. Entonces Dios tiene obviamente una opinión sobre cómo usamos nuestras finanzas. Ya no preguntamos: “Señor, ¿Qué quieres que haga con mi dinero?”, sino: “Señor, ¿Cómo quieres que use tu dinero?”

¿De qué manera tus decisiones financieras actuales reflejan tu carácter y tus valores espirituales? ¿Estás permitiendo que el dinero te moldee a la imagen de Cristo, o te está alejando de Él?

 

Fidelidad y diligencia, un camino hacia la intimidad con Dios

La relación entre la fidelidad en la administración de los recursos que Dios nos confía y la intimidad con Él es un principio bíblico fundamental. La parábola de los talentos nos ofrece una poderosa ilustración de cómo la fidelidad en la gestión financiera puede abrir puertas a una comunión más profunda con nuestro Señor. Jesús elogió al siervo fiel, diciendo: "...entra en el gozo de tu Señor" (Mateo 25:21).

La fidelidad en la administración abre la puerta a una relación más íntima con Dios, donde experimentamos Su presencia, Su guía y Su amor de manera más plena y es un tesoro invaluable que trasciende cualquier riqueza material.  Es en esta comunión donde encontramos paz, gozo y plenitud en todas las áreas de nuestra vida.

 

La fidelidad requiere renuncia

La afirmación de Jesús en Lucas 14:33, "cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo", a menudo genera interrogantes sobre su significado y aplicación práctica. ¿Implica una renuncia literal a todas las posesiones? Para comprender esta declaración, es crucial examinarla a la luz de otros pasajes bíblicos que abordan la relación entre los creyentes y los bienes materiales.

La Soberanía Divina sobre la Creación:  Salmos 24:1 nos recuerda que "Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella". Esta verdad fundamental establece que Dios es el dueño absoluto de todo lo que poseemos. Por lo tanto, nuestra posesión de bienes debe ser entendida como una mayordomía, una administración de lo que pertenece a Dios y por lo tanto le otorgamos a Dios la propiedad de las cosas.

La Prioridad de Cristo sobre las Riquezas: Filipenses 3:7-8 revela la perspectiva de Pablo, quien consideró "todo... pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús". Esta renuncia no es necesariamente literal, sino una reorientación de prioridades, donde Cristo ocupa el lugar central. Marcos 10:23-24, nos muestran la dificultad que tienen las personas que confían en las riquezas de seguir a Jesús.

Renunciar a Mamón: Lucas 16:13. Mamón, personificación de la riqueza, representa una fuerza espiritual que compite con Dios por nuestra lealtad.  Jesús nos advierte que no podemos servir a dos señores porque es totalmente incompatible. Este tema lo desarrollaremos en los próximos artículos.

Renuncia a la codicia: 1 Timoteo 6:1-10. La codicia, raíz de todos los males, nos arrastra a la ruina y la destrucción. El amor al dinero nos desvía de la fe y nos causa dolorosas consecuencias. La renuncia a la codicia implica contentamiento con lo que tenemos y la búsqueda de la riqueza espiritual.

Renuncia al egoísmo: 1 Timoteo 6:17-19. La arrogancia y la confianza en las riquezas son incompatibles con la humildad y la dependencia de Dios. Dios nos llama a ser generosos y a compartir nuestros bienes con los necesitados. La renuncia al egoísmo implica reconocer que somos administradores de los bienes de Dios y utilizarlos para su gloria.

La renuncia a los bienes, a la luz de estos pasajes, implica una actitud de desprendimiento y generosidad. Significa reconocer que nuestras posesiones son herramientas para servir a Dios y a los demás, no fines en sí mismos. Implica priorizar el reino de Dios sobre la acumulación de riquezas y utilizar nuestros recursos para el bien común.

 

Orden en las finanzas

Aunque este tema lo desarrollaremos en detalles en los próximos artículos de esta serie, nos permitimos un adelanto en titulares.

Contentamiento, hebreos 13:5; Control de los estados financieros, Proverbios 27:23-24; Presupuesto, Lucas 14:28-30; Evitar las deudas, Proverbios 22:7, Salir de las deudas, 2 Reyes 4:1-7; Ahorro, Proverbios 21:20; Inversiones, Proverbios 21:5; La Generosidad, 2 Corintios 9:6-7; La perspectiva eterna, Mateo 6:20

 

Reflexión final: un llamado a la mayordomía integral

En un mundo donde la búsqueda de ganancias inmediatas y la volatilidad financiera dominan, la figura del creyente se erige como un faro de integridad y sabiduría. Este artículo pretende desentrañar la esencia de la mayordomía bíblica, revelando que nuestro rol en las finanzas trasciende la mera administración de recursos. Se trata de una profunda expresión de nuestra relación con Dios, un reflejo de nuestro carácter y un camino hacia una comunión más íntima con Él.

Que este artículo sea un llamado a la reflexión y a la acción. Que nuestras finanzas sean un testimonio de nuestra fe, un reflejo de nuestro carácter y un camino hacia una comunión más profunda con nuestro Señor.

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