Concha Lagos (siglo XX)

“No te alejes, Dios mío, que el ala inútil siento que se derrama y hasta hueca me nace la plegaria”, escribía en uno de sus poemas.

23 DE DICIEMBRE DE 2022 · 11:00

Concha Lagos en su juventud. / Bibinsu, Wikimedia Commons.,
Concha Lagos en su juventud. / Bibinsu, Wikimedia Commons.

El nombre real de esta poetisa lírica era Concepción Gutiérrez Torrero. Nació en Córdoba el 23 de enero 1907. Estuvo encuadrada en la poesía española propia de los años cincuenta. Tuvo sus primeras influencias del sevillano Adolfo Bécquer y del Premio Nobel Juan Ramón Jiménez. Realizó los estudios primarios en la ciudad donde nació, en el colegio de la Sagrada Familia. Tenía 13 años cuando la familia abandonó Andalucía y se instaló a vivir en El Escorial, a pocos pasos de Madrid. Allí estudió el bachillerato y francés en la Escuela de Santo Domingo, ampliando estudios de Filosofía y Letras. Contrajo matrimonio con el arquitecto y fotógrafo Mariano Lagos, de quien tomó el apellido.

De 1956 a 1994 Concha Lagos ejerció como directora de la revista de poesía Ágora. Publicó sus poemas en los más importantes periódicos y revistas de España y la América hispana. Pronunció conferencias sobre poesía en el Instituto de Cultura Hispánica y en el Ateneo de Madrid. Viajó por Holanda, Bélgica y Portugal, siempre dando a conocer sus poemas. El año 2002 la Junta de Andalucía le concedió la Medalla de Andalucía y el título de Hija Predilecta de Andalucía.

Concha Lagos falleció el 6 de septiembre 2007 en la Residencia Río Salud de las Rozas, muy cerca de Madrid capital.

Oración

Yo, Señor Jesucristo, 

entiendo pocas cosas. 

Estoy a mi trajín 

del verso y de la casa. 

Al fin una es mujer 

y no está bien mirado 

ahondar en las costumbres, 

ni enmendarles la plana 

a los que tanto saben. 

 

Yo. Señor Jesucristo, 

no puedo estar conforme 

ni andar como si nada 

con los ojos cerrados. 

Pero ¿dónde decirlo? 

pero ¿cómo gritarles 

que no y que no mil veces? 

¡Es un vivir en ascuas! 

Que baje Dios y vea 

lo que en la tierra ocurre. 

Yo, Señor Jesucristo, 

estoy a mi trajín 

del verso y de la pena 

en un rincón de España.

Como pan cotidiano

Quisiera, Dios, tenerte como pan cotidiano,

pero siempre te alejas misterioso, por brumas.

 

Te estoy llamando, Dios,

mira mi espera

de pájaro sin rama.

 

No sé qué espacio es éste sin caminos

que a veces me rodea,

y, extrañamente,

me deja suspendida en algún punto muerto.

 

No te alejes, Dios mío,

que el ala inútil

siento que se derrama

y hasta hueca me nace la plegaria.

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