¿El futuro de la Iglesia católica? Simposio organizado por ‘First Things’
No se vislumbra una reforma según el Evangelio sino sólo una recalibración de lo que el catolicismo romano siempre ha defendido doctrinal e institucionalmente.
13 DE OCTUBRE DE 2024 · 10:00

Periódicamente, el futuro de la Iglesia católica aparece en el debate religioso. ¿Cuál será el panorama del catolicismo romano dentro de 10-20 años? Por mencionar sólo un par de títulos sobre este tema, recuerdo un libro del experto vaticanista estadounidense John Allen de hace quince años, The Future Church. How Ten Trends are Revolutionizing the Catholic Church [La Iglesia del futuro. Cómo diez tendencias están revolucionando la Iglesia católica] (Nueva York:Doubleday, 2009) y otro del historiador italiano Andrea Riccardi, The Church is Burning: Crisis and Future of Christianity [La Iglesia arde: Crisis y futuro del cristianismo] (Bari: Laterza, 2021). La atención al futuro está siempre viva porque todos nos hacemos preguntas sobre el mañana.
No es de extrañar, pues, que una revista católica conservadora como First Things publicara un simposio titulado El futuro de la Iglesia católica (agosto de 2024), en el cual encuestó a cinco teólogos católicos (todos de tendencia conservadora): tres estadounidenses, un nigeriano y un polaco. Los temas tratados son la gobernanza, la Iglesia y el Occidente secular, la Iglesia global, el magisterio y la liturgia. De hecho, estamos viviendo la fase menguante y final del Papa Francisco y el tema del futuro no es sólo un ejercicio abstracto. Es probable que, dentro de poco, la Iglesia católica romana se vea llamada a tomar decisiones importantes sobre su futuro.
¿Qué se desprende del simposio? He aquí algunas observaciones.
Plantearse preguntas sobre el futuro de la Iglesia católica exige tomar posición sobre el pasado reciente, al menos desde el Vaticano II (1962-1965). Muchas de las cuestiones que están sobre la mesa (la interpretación de la modernidad, el diálogo entre las religiones, los retos de la cultura contemporánea y las reformas internas de la Iglesia) son hijas o nietas del último Concilio. Puede decirse que 60 años después del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica sigue debatiendo el significado, las interpretaciones y las implicaciones del Vaticano II. Las voces recogidas por First Things distinguen entre el Concilio como tal, que aceptan (aunque reconocen algunas ambigüedades en sus textos) y las aplicaciones que rechazan al estar inspiradas, según ellos, por un deseo de romper con la tradición y acomodarse a las tendencias del Occidente secular. No sorprende leer que la interpretación del Vaticano II que se abraza es la indicada por Benedicto XVI: el Vaticano II debe ser recibido no al margen de la Tradición y mucho menos en contra de ella, sino con una “hermenéutica de continuidad” con la misma.
Luego, cualquier reflexión sobre el futuro implica una evaluación del papado del Papa Francisco. Aquí los juicios de los teólogos católicos encuestados por First Things son muy críticos y negativos. Aunque reconocido como Papa, Francisco es considerado tanto la “causa” como el “síntoma” de la crisis del catolicismo romano actual. Cuestiones como la ambigüedad doctrinal, el doble rasero en el tratamiento de los casos de abusos sexuales, la centralización del poder (que irónicamente se hace pasar por “sinodalidad” que debería ser todo descentralización) y la falta de transparencia en comportamientos y decisiones hacen del actual papado una espina clavada en el catolicismo romano conservador. First Things ya había escrito y hablado despectivamente del legado de Francisco como “catolicismo líquido”.
En particular, en el simposio se critican duramente los siguientes cambios introducidos por Francisco: la condena absoluta de la pena de muerte (cuya legitimidad en algunos casos ha sido eliminada del Catecismo), el acceso a los sacramentos incluso para quienes no viven en matrimonio o castidad (previsto en la exhortación apostólica Amoris Laetitia de 2016) y la bendición de las parejas del mismo sexo (prevista en el reciente documento Fiducia supplicans). Obviamente, el catolicismo romano representado por First Things espera que la era de Francisco termine cuanto antes y que le sucedan papas que retomen la línea, a sus ojos más íntegra y coherente, de Juan Pablo II y Benedicto XVI. George Weigel, uno de los principales autores de la revista, ya ha ofrecido un retrato ideal del próximo Papa que los círculos conservadores católicos estadounidenses esperan obtener.
Además, el simposio señala una deficiencia presente en la lectura que el Vaticano II hizo de la modernidad occidental. Salvo la toma de conciencia de los riesgos del ateísmo ideológico, el Concilio hizo una interpretación esperanzada y positiva del mundo moderno, pensando que el humanismo cristiano interceptaría los cambios y ofrecería una síntesis aceptable para todos para “santificar” el mundo. De hecho, la secularización ha evolucionado hacia formas que no sólo son anticristianas (sólo en parte y en formas leves previstas por el Concilio) sino sobre todo indiferentes a la fe. El Vaticano II sencillamente no lo previó; el catolicismo romano de las últimas décadas se ha acercado a la secularización pensando captar sus impulsos profundos, pero no ha captado realmente lo que estaba en juego. El resultado fue que la Iglesia no “santificó” el mundo moderno, sino que el mundo moderno se desmitificó a sí mismo y, en parte, a la Iglesia. Como escribe Michael Hanby: “Nuestras élites educadas no piensan en Dios”. La estrategia del Papa Francisco ha consistido en intentar llegar a un acuerdo con la secularización rebajando los umbrales de entrada en la iglesia, limitando las expectativas de la práctica católica y haciendo que los compromisos doctrinales y morales sean fluidos. Todo en vano. Occidente no se ha acercado a la Iglesia Católica Romana, sino que ha seguido rechazándola.
Esta es la crítica del simposio. Según las opiniones recogidas, la Iglesia Católica Romana y su cúpula actual no entienden adecuadamente el mundo occidental y, por consiguiente, no comprenden plenamente sus desafíos. Piensa que la secularización es esencialmente neutra, si no buena, aunque con algunas asperezas ideológicas y al final integrable en la síntesis católica, actualizada por el Vaticano II e interpretada por Francisco bajo la rúbrica de la misericordia. Roma intenta perseguir al Occidente secularizado en su propio terreno, pero la secularización desvía cada vez más su curso hacia resultados indiferentes u hostiles al catolicismo romano.
La solución evocada por el simposio es volver a una forma de catolicismo romano guiado por la teología escolástica (es decir, Tomás de Aquino), plenamente “católico” y “romano” al mismo tiempo, sin cultos a la personalidad como el que ha caracterizado al papado de Francisco. Esto significa un catolicismo romano que “se desarrolla” en el sentido de crecimiento orgánico (según el sistema John Henry Newman), sin rupturas con el pasado y con una actitud “muscular” hacia la modernidad secularizada. No se vislumbra una reforma según el Evangelio sino sólo una recalibración de lo que el catolicismo romano siempre ha defendido doctrinal e institucionalmente. En resumen, el catolicismo romano conservador estadounidense mira al futuro imaginando a la Iglesia católica como la versión global ampliada de sí misma. Parece una visión bastante regional y limitada. Y lo que es más importante, carece de contenido evangélico y de esperanza. Si el futuro de la Iglesia católica romana es la reedición del catolicismo romano tradicional y vigorizado, ese futuro no parece evangélicamente brillante.
Por un año más
Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde Roma - ¿El futuro de la Iglesia católica? Simposio organizado por ‘First Things’