¿Están sucias tus lentes?
No podemos ser cristianos mediatizados por esas sucias gafas que nos muestran los valores antibíblicos que impiden el seguimiento del Maestro.
29 DE JULIO DE 2025 · 17:30

Si tus lentes espirituales están sucias estate atento porque los cristianos debemos tener cuidado y buscar la limpieza de nuestras lentes y miradas para captar la idea del mundo y del mismo Dios.
En ocasiones tenemos lentes manchadas, impregnadas con las grasas sucias del ritual, de las pesadas liturgias, de los cumplimientos alejados de la auténtica ética cristiana, lentes manchadas con las rutinas eclesiales con tradiciones y costumbres que oxidan nuestras lentes y las pudren.
Otras veces, las falsas ofertas de prosperidad y bendiciones económicas ensucian nuestras gafas y nuestras lentes quedan opacas, desnortadas y desubicadas.
También podemos ensuciar nuestra mirada y engañarnos con lentes opacas para el alma cuando queremos relacionarnos con el Creador habiendo abandonado la fuerza de los valores del Reino que quizás conocemos, pero que no practicamos.
Entonces vemos estos valores a través de gafas malditas. Confundimos lo salado con lo dulce y todo nos huele agrio.
Existen muchos casos y muchas experiencias en las que parece imposible, humanamente hablando, el podernos desprender de esas gafas sucias, rayadas, oscurecidas y nubladas para que no seamos sensibles a los valores bíblicos y, en cambio, nos cegamos con los valores consumistas e insolidarios, mientras nosotros también creemos que las bendiciones materiales nos harán más dignos y aceptables socialmente.
Hay muchos barros o basuras que se quedan pegados a esas gafas de las cuales no podemos desprendernos, pegados a esas lentes sucias y malditas.
Gafas o lentes que son una trampa de ese dios de las riquezas al que muchos les quieren rendir pleitesía. Esas gafas hay que romperlas, pisarlas hasta que sus cristales salten hechos pedazos. Destruirlas aferrándonos al poder de Dios.
Cuidado con las gafas diabólicas que transforman nuestra mirada y hacen que veamos lo sucio como limpio y lo limpio como sucio. Esas gafas son como un negro muro que nos separa de los valores auténticos y que, por ende, nos separa del Creador.
No nos podemos acercar a Él mediatizados por cristales empañados con los antivalores consumistas que observamos a través de esas gafas y que nos pareen buenos, pero que están en contracultura con los valores bíblicos.
Hay gafas sucias que se ponen ante nuestros ojos como si fueran negras pantallas creadas por el poder del mal. Nos muestran valores que son extraños muros, pantallas oscuras y negros velos que impiden la auténtica relación con Dios y la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana.
Cuidado con las falsas experiencias religiosas, con las falsas experiencias de espiritualidad que nos llevan a las rutinas y comodidades que nos hacen dar la espalda al grito de los sufrientes de la tierra, a los alaridos de dolor de los excluidos de los sistemas económicos insolidarios con los más débiles, haciendo que nuestro cristianismo no sea auténtico, sino alicortado y mutilado.
No podemos ser cristianos mediatizados por esas sucias gafas que nos muestran los valores antibíblicos que impiden el seguimiento del Maestro.
Si no, por la confusión que producen esas diabólicas gafas, siempre estaremos tentados a las peticiones de bendiciones económicas, de goces celestiales que, en el fondo, van a resultar inmisericordes, peticiones de bendiciones y recompensas que nada tienen que ver con la auténtica relación y seguimiento de los mandamientos divinos. Son gafas traidoras que confunden nuestros pensamientos.
Hay que ir destruyendo esas gafas malditas. Hay que trabajar por adecuar al Evangelio nuestras prioridades de vida, nuestras formas de comportamiento, evitando siempre esos valores negativos que nos muestran esos sucios cristales y que nos incitan al consumo y a vivir como los que no tienen esperanza. ¡Malditas gafas!
Para limpiar nuestras mentes hay que limpiar primero nuestras gafas, nuestras formas de contemplar la realidad.
Por tanto, para que nuestros ojos y mirada no estén mediatizados por basuras espiritualmente insanas, hay que tener mucho cuidado con lo que pedimos a Dios, con la clase de bendiciones que le reclamamos, bendiciones que deben estar de acuerdo con los valores auténticos, solidarios, de servicio y de entrega que los creyentes no solo debemos conocer, sino practicar, junto a toda denuncia en la línea que nos enseñaron los profetas y Jesús mismo.
Al limpiar nuestras gafas, al purificarlas y al lavarlas, estaremos destruyendo las trampas de Satanás contra los creyentes y, a su vez, estaremos destruyendo tantos y tantos conceptos de bendiciones que a veces son un tanto egoístas e insolidarias, y que esperamos por ser creyentes, aunque no asumamos compromisos en la línea que la Biblia nos demanda para con el prójimo apaleado y sufriente, para con un mundo injusto y cruel que mantiene vigente el escándalo más grande de la humanidad: Más de medio mundo en pobreza y exclusión social.
Que sepamos mirar al mundo y a su Creador desde unas gafas o lentes purificadas y limpias. Solo así podremos gozar de los privilegios de una auténtica visión, de una genuina espiritualidad cristiana, de la auténtica vivencia del Evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios.
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