Dos símbolos: el oro y el hambre
Dos símbolos humanos encarnan el escándalo de la pobreza humana y la desigualdad: el rico Epulón y el pobre Lázaro.
31 DE AGOSTO DE 2021 · 12:20

La gran sima que separa a los ricos de los pobres sigue abierta. Epidemias, plagas, catástrofes siempre dan en el mismo clavo: que los ricos sean cada vez más ricos. El oro puede ser su símbolo. En contrapartida, el otro lado de la sima que es mucho más grande. Abarca las dos terceras partes de la humanidad en pobreza en mayor o menor medida. Su símbolo, sin duda, será el hambre y la subalimentación. ¿Qué símbolos paralelos podríamos buscar en la Biblia? Yo, sin duda, elegiría los dos símbolos humanos que encarnan el escándalo de la pobreza humana y la desigualdad: el rico Epulón y el pobre Lázaro. Da miedo.
Quizás sean símbolos de una humanidad injusta y desigual de la que poco se predica. Es verdad que en nuestros parámetros sociales a casi nadie le espanta el símbolo del derroche, el símbolo de los injustos desequilibrios entre los hombres. Incluso muchos adoran el concepto del enriquecido, al que intentan emular como símbolo de prestigio. Lo extraño, incluso lo pecaminoso, es que tampoco a nadie les espanta el símbolo del hambre. Ven normal que el rico y Lázaro convivan como emblemas de la injusticia del mundo, y pocos ven en ello un escándalo de la humanidad.
Cristianos que viven de espaldas a las llagas del pobre Lázaro y dan prebendas a los injustos acumuladores, ofreciéndoles los sitios de privilegio, los primeros lugares de prestigio… y se vuelven hacia el resplandor falso del que acumula oro y bienes de este mundo hasta tener sus almacenes llenos para ellos solos como otro de los símbolos de la pobreza en el mundo. La escasez de unos está en las mesas de otros.
El rico Epulón y el pobre Lázaro. Dos símbolos que tienen muy diferente tamaño. El símbolo del acumulador no se extiende mucho por la tierra, son relativamente pocos, pero insaciables y egoístamente acumuladores. Símbolos de los banquetes y de las ropas finas, del oro y de toda clase de servicios. Pues sí. Tienen su contrapartida, su consecuencia: los niños hambrientos, las mesas vacías y la inhumana escasez de más de media humanidad. ¡Pobre símbolo el de Lázaro! ¡Qué gran extensión tiene este emblema de la miseria y de las llagas humanas.
Quizás, el símbolo del rico Epulón sea el de un monstruo que devora vidas, un monstruo insaciable e insolidario que jamás se cansa de acumular. “¡Ay de vosotros, ricos, que acumuláis casa a casa y heredad hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en toda la tierra?”, nos dirá el Eterno. Monstruos de grandes cabezas y con bocas capaces de devorar haciendas, vidas y dignidades humanas. Banquetes de lujo ante la mirada del hambre. Hasta el mundo se desequilibra y sufre gimiendo como con dolores de parto esperando la liberación.
Pavoneos de ropa fina ante los andrajos del pobre. Hemos caído en usar un valor ante esto para que nuestras conciencias no se sientan interpeladas: la indiferencia, el mirar para otro lado… el pecado de omisión de la ayuda, la omisión de la voz, de la denuncia. Nos hemos acostumbrado a esos dos símbolos antagónicos con una frialdad que da espanto. Somos sordos al grito de los pobres y prestos al aplauso del enriquecido falsamente prestigiado. Quizás pensamos que no tiene solución y, por eso, no movemos ni un dedo en la ayuda a la reducción de la pobreza en el mundo.
¡Volved a la vida, profetas del Antiguo Testamento! El mundo necesita vuestra voz y vuestra denuncia a favor de los desheredados del mundo, de los excluidos de los bienes del planeta tierra. Hoy parece que la vivencia del Evangelio no nos mueve a la búsqueda de la justicia, sino que nos recluye en nuestros templos cuyas paredes no son permeables al exterior. Si somos seguidores del Maestro, hemos de pensar que él entroncó con todo el tema profético, y que su programa incluye la redención de los cautivos, los pobres, los injustamente encarcelados y los oprimidos de la tierra.
No nos dejemos cegar por el falso brillo de ese símbolo que es el rico Epulón, seguidor del dios de las riquezas. No nos dediquemos exclusivamente al cumplimiento del ritual. Seamos agentes del Reino de Dios y transmisores de los valores de este reino que muchas veces permanecen en el baúl de los recuerdos del pueblo cristiano. Jesús nos fue un ejemplo de servicio y de búsqueda de la justicia. Señor, si somos tus seguidores, déjanos moldear por ti.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Dos símbolos: el oro y el hambre