El ambón
Un nuevo relato de Antonio Cárdenas.
05 DE JUNIO DE 2025 · 22:05

Él y su ambón eran inseparables. Atado con una cadena a su tobillo izquierdo, lo arrastraba allá donde iba.
Si tenía que viajar en avión, compraba otro pasaje para el ambón. Si visitaba un hotel pedía cama doble, para él y para su inseparable ambón. Si iba al lavabo…
Hacía uso frecuente de él. Cuando por la calle le preguntaban la hora o le pedían fuego, al instante se subía al ambón y se deshacía en explicaciones con profusión de palabras venidas y no venidas a cuento.
No se le podía preguntar “¿y a ti que te parece?”, porque al instante se te subía al mueble.
Tampoco dejaba a nadie subir a su juguete, y espantaba a los niños que se le acercaban.
Aunque esto parezca de chiste, la realidad era más cruda. Llegó un día en que su mujer le dijo “¡o el ambón o yo!”.
Pasó por una severa crisis, amaba a su mujer, pero el ambón le había proporcionado las mejores satisfacciones.
Sus amigos le decían “te queremos a ti, pero encontramos que este mueble se interpone entre tú y nosotros”.
Esto aún le deprimió más, quería a sus amigos, pero a diferencia de ellos jamás había discutido con su ambón.
Presionado por todos al fin les dijo “esta noche lo consultaré con la almohada”.
Pero aquella misma noche se declaró un incendio en el piso donde estaba. Al escapar huyendo de las llamas, se le atascó el ambón en una puerta que no le dejaba avanzar.
Ayudado por unas tenazas cortó la cadena y se deshizo de aquel impedimento llegando mal herido a la calle. El ambón se fundió en llamas.
Los amigos y conocidos que le esperaban en la calle exclamaron al verle aparecer:
¡AL FIN TÚ!
“…no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27
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