El mito del 98%
16 DE JUNIO DE 2025 · 10:00

Hasta ahora se pensaba que la cantidad de diferencia genética entre las personas y los grandes simios era inferior al 3%. Concretamente, se decía que humanos y chimpancés eran un 98,8% similares en su ADN; que las personas y los gorilas se parecían en un 98,4% y que con los orangutanes teníamos un 96,9% en común. Así se ha venido aceptando en los libros de texto, en las universidades y en todos los museos de historia natural del mundo hasta el presente. Sin embargo, recientes trabajos científicos, mucho más meticulosos y precisos, han demostrado que tales porcentajes no eran ciertos.
Según datos publicados este mismo año (2025) en la revista Nature, todas estas cantidades son científicamente falsas.[1] En este artículo, se presentan por primera vez secuencias completas actualizadas de ADN, de telómero a telómero de varias especies de simios. Los telómeros son los extremos de los cromosomas, es decir, regiones repetitivas del ADN que no se traducen en proteínas pero que dan estabilidad estructural a los cromosomas e intervienen en la división de la célula, así como en el tiempo de vida de ésta. Al comparar todas las partes del ADN de los simios con el humano, -y no solamente los trozos que se parecen- resulta que se obtienen unos cálculos mucho mejores del grado real de diferencia genética entre unos y otros. Se ha podido comprobar que tales diferencias genómicas son mucho mayores de lo que se creía hasta ahora.
Si se añade lo que los expertos llaman la “divergencia de brecha”, es decir, los trozos de ADN que no están alineados y no coinciden entre los genomas de simios y humanos, así como la variación de un solo nucleótido (SNV) en las partes que sí se pueden alinear, se obtienen los siguientes resultados generales: nuestro ADN difiere con el del chimpancé en un 14,9%; con el del orangután en un 20,1% y con el del gorila en un 29,3%. Resulta evidente que estas cantidades son mucho más realistas y reflejan mejor las grandes diferencias de todo tipo que existen entre estos animales y los seres humanos. ¡Quinientos millones de bases nitrogenadas distintas dan para mucho! Esto es algo que, desde luego, el sentido común ya intuía.
Notas
[1] Yoo, DongAhn et al., 2025, Complete sequencing of ape genomes, Nature, volumen 641, pages 401-418; https://www.nature.com/articles/s41586-025-08816-3
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