Objeciones a Génesis 1

¿Alguna vez estuvo la Tierra completamente cubierta de agua? ¿Acaso las ballenas aparecieron primero y después los grandes mamíferos terrestres? ¿Fue el Diluvio realmente un fenómeno universal?

21 DE JULIO DE 2024 · 19:00

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Imagen de Alabaster Co, Unsplash.

Algunas de las objeciones populares contra el cristianismo proceden de una mala interpretación de los primeros capítulos de Génesis. ¿Quién puede hoy aceptar que el universo se creara en seis días? ¿Cómo es posible que primero se formara la luz antes de que fueran creados el Sol, la Luna y las estrellas? ¿Alguna vez estuvo la Tierra completamente cubierta de agua? ¿Acaso las ballenas aparecieron primero y después los grandes mamíferos terrestres? ¿Fue el Diluvio realmente un fenómeno universal? Muchas personas se preguntan, ¿por qué se debería tomar en serio un libro que contradice los descubrimientos de la ciencia desde sus primeras páginas? 

Opiniones escépticas, como las del biólogo inglés Richard Dawkins, han calado en la población, contribuyendo a la idea generalizada de que la religión es enemiga de la ciencia y del verdadero conocimiento. En su libro El espejismo de Dios, Dawkins escribe: “El fundamentalismo religioso se obstina en destruir la educación científica de un número incontable de mentes jóvenes, inocentes, bienintencionadas y ansiosas por aprender. Es posible que la religión no fundamentalista, “considerada”, no esté haciendo eso, pero está haciendo del mundo un lugar más propicio para los fundamentalistas a fuerza de enseñar a los niños desde su más tierna infancia que no cuestionar la fe es una virtud”.[1] Ideas como ésta han convencido a muchos, incluso a ciertos teólogos cristianos, de que la Biblia carece de credibilidad científica.

Ante tales críticas, los cristianos han desarrollado por lo menos cuatro diferentes respuestas. Unos están convencidos de que la ciencia y las Escrituras no tienen nada que ver entre sí. Supuestamente, serían saberes completamente independientes, incapaces de solaparse y por tanto no podría haber conflicto entre ellos. La ciencia intentaría responder a preguntas sobre el “qué” y el “cómo”, mientras que la religión abordaría el “por qué”, de las cosas. Esta era la opinión del famoso geólogo ateo Stephen Jay Gould, quien escribió: “No veo de qué manera la ciencia y la religión podrían unificarse, o siquiera sintetizarse, bajo un plan común de explicación o análisis; pero tampoco entiendo por qué las dos empresas tendrían que experimentar ningún conflicto”.[2] Algunos creyentes han venido adoptando también esta misma postura. No habría enfrentamiento porque supuestamente el relato de Génesis sería mítico y no científico.

Otros cristianos consideran que eso no es así, sino que la ciencia humana y la revelación divina entran claramente en un conflicto directo. Desde el creacionismo de la tierra joven, por ejemplo, se defiende la idea de que el verdadero cristiano debe aceptar la literalidad bíblica en contra de los descubrimientos de la ciencia del hombre. Así, el famoso apologista australiano, Ken Ham, afirma que “una creencia en (los) millones de años de evolución no sólo contradice las enseñanzas claras de Génesis y el resto de las Escrituras, sino que también impugna el carácter de Dios. Él nos dice en el libro de Génesis que Él creó el universo entero y todo lo que hay en él en seis días por Su palabra”.[3] Por tanto, según esta opinión, el relato bíblico sería absolutamente irreconciliable con la ciencia moderna y, en consecuencia, habría que dudar de la exactitud de ésta.

No obstante, un tercer grupo importante de cristianos piensa que la ciencia y las Escrituras pueden complementarse ya que se solapan parcialmente entre sí. En este sentido, el genetista norteamericano Francis Collins -que es evolucionista teísta- afirma que ambas disciplinas (ciencia y Biblia) proponen un inicio temporal del cosmos, así como un origen para la materia-energía, el espacio y el tiempo. “El Big Bang exige una explicación divina. Obliga a la conclusión de que la naturaleza tuvo un inicio definido. No veo cómo la naturaleza se hubiera podido crear a sí misma. Sólo una fuerza sobrenatural fuera del espacio y del tiempo podría haberlo hecho”.[4] Sin embargo, en lo que respecta al texto de Génesis, se considera que carece de aplicación o veracidad científica y que por tanto debería interpretarse sólo en el contexto cultural e histórico, en relación con los mitos de Oriente. Algunos incluso sugieren que Dios aceptó en su revelación ciertas ideas equivocadas acerca de la naturaleza, propias de los humanos antiguos, con el fin de comunicarse mejor con ellos.[5] Este es un modelo que atrae cada vez más adeptos en la actualidad.

Finalmente, existe también una última posibilidad bastante desconocida y que es precisamente la que nos parece más acertada. Se trata de la integración entre el relato bíblico y todos los descubrimientos científicos firmemente contrastados y aceptados hoy. Este planteamiento se basa en el respeto a la Biblia, considerada como Palabra inspirada por Dios e inerrante, así como a la ciencia humana despojada de cualquier tipo de ideología. No se trata de ningún concordismo nuevo, sino que hunde sus raíces en el espíritu protestante de la Confesión Belga de 1561. En ella se plasmaron las ideas de grandes teólogos cristianos desde los apóstoles, los padres de la iglesia como Atanasio, pasando por Agustín de Hipona y hasta reformadores como Juan Calvino y otros. En el segundo artículo de dicha Confesión se afirma que tanto las palabras de la Biblia como el registro de la naturaleza proporcionan una revelación fidedigna y fiable acerca de Dios.

Actualmente este modelo es defendido sobre todo por el astrónomo canadiense Hugh Ross, quien manifiesta que: “alrededor de 1.400 versículos bíblicos describen fenómenos naturales, así como historia natural, todos los cuales pueden ponerse a prueba a la luz de los descubrimientos en curso”.[6] Según su planteamiento, cada libro bíblico comunica verdades relevantes para todas las generaciones de la humanidad, no sólo para los antiguos. Cada pasaje revela la verdad en capas sucesivas, con diferentes niveles de significado y, sin embargo, nunca se contradice, a pesar del avance de los conocimientos humanos. No obstante, es posible que, en ocasiones, puedan surgir conflictos entre teología y ciencia, ya que de hecho la teología es el esfuerzo humano por entender las palabras de la Biblia. De la misma manera que la ciencia es también el intento por comprender el mundo natural. De ahí que, a veces, como el conocimiento humano es siempre incompleto, tanto los teólogos como los científicos puedan llegar a conclusiones erróneas en sus respectivos campos. En el caso concreto del debate sobre creación-evolución, este modelo de integración constructiva acepta las grandes eras geológicas y los millones de años de la geología histórica estándar, así como el orden de aparición de los grandes grupos de seres vivos, pero rechaza que éstos hayan surgido por simple evolución al azar, como propone el neodarwinismo.

El principal objetivo de esta última respuesta es demostrar que cuanto más escudriñamos y aprendemos de la Biblia, así como de las ciencias experimentales, más convincentes son los argumentos a favor de la existencia y la identidad de Dios. Al fin y al cabo, las palabras reveladas de la Escritura y los hechos naturales que se observan en la creación proceden de la misma fuente. Dios es el autor del libro de la naturaleza y de la Biblia. 

Es nuestra intención responder, desde esta última perspectiva y en sucesivos trabajos, a todas las cuestiones conflictivas planteadas al principio de este artículo, así como en los primeros once capítulos de Génesis, con el fin de despejar las dudas al respecto y descubrir la grandeza del Creador.

 

Notas

[1] Dawkins, R. 2014, El espejismo de Dios, Espasa, Barcelona, p. 325.

[2] Gould, S. J. 2000, Ciencia versus religión, Crítica, Barcelona, p. 12.

[3] Ham, K. 2013, El libro de las respuestas, Patmos, Miami, p. 32.

[4] Collins, F. S., 2009, ¿Cómo habla Dios?, Planeta Colombiana, Bogotá, p. 77.

[5] Walton, J. H., 2019, El mundo perdido de Génesis uno, Kerigma, Salem, Oregón; Enns, P, 2005, Inspiration and Incarnation: Evangelicals and the Problem of the Old Testament, Baker Academic, Grand Rapids.

[6] Ross, H. 2023, Navegando Génesis, Kerigma, Salem, Oregón, pp. 22-23; 2004, “Creation Passages in the Bible”, Reasons to Believe.

 

 

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