El origen de las flores o el “abominable misterio” de Darwin

Este misterio era realmente un serio inconveniente para su teoría que le quitó el sueño durante los últimos años de su vida. ¿Lo sigue siendo todavía?

31 DE ENERO DE 2021 · 18:06

Campanillas silvestres - Campanula persicifolia./ Antonio Cruz,
Campanillas silvestres - Campanula persicifolia./ Antonio Cruz

Al padre de la teoría de la evolución le preocupaba sobremanera el origen de las plantas con flor (angiospermas) porque la evidencia fósil parecía desmentir sus convicciones gradualistas. En efecto, los vegetales sin flores, como las coníferas (gimnospermas), databan del Devónico tardío (tenían supuestamente alrededor de 350 millones de años), mientras que los fósiles más antiguos de las plantas con flor no habrían aparecido hasta principios del Cretácico, hace unos 140 millones de años.

Según el darwinismo, se debería haber producido una evolución lenta y gradual desde las gimnospermas a las angiospermas, durante esos más de doscientos millones de años, que habría dejado miles de fósiles intermedios entre las plantas sin flor y las románticas rosas perfumadas. Sin embargo, el registro fósil no reflejaba (ni refleja) nada de todo esto. Las angiospermas aparecen de golpe y con una diversidad considerable pero sin antecedentes fósiles. Con razón, Darwin temía que esta cuestión socavara sus planteamientos sobre la transformación de las especies a partir de un antepasado común. Además, otros botánicos de la época, contrarios al evolucionismo, le replicaban que el origen de los vegetales con flor sólo podía explicarse por medio de una intervención directa del Dios creador.

En una carta que Darwin escribió en 1879 a su amigo Joseph Hooker, botánico y explorador, le decía: "El aparente rápido desarrollo de todas las plantas superiores en los últimos tiempos geológicos es un misterio abominable".1 Desde luego, si la evolución se hubiera producido de manera rápida y abrupta (como después propondrá la hipótesis de los equilibrios puntuados), esto iría contra la idea esencial de la selección natural, que afirma que la naturaleza no da saltos (natura non facit saltum). Por tanto, el “misterio abominable” de Darwin era realmente un serio inconveniente para su teoría que le quitó el sueño durante los últimos años de su vida. ¿Lo sigue siendo todavía o se ha encontrado ya una explicación científica satisfactoria?

Las hipótesis propuestas hasta el presente no han logrado solucionar el enigma. Veamos algunas de las más significativas:

 

1. El registro fósil es incompleto

Las angiospermas o plantas con flor se habrían originado mucho antes que los primeros fósiles encontrados pero debieron vivir en un ambiente que no facilitaba su fosilización. Por lo que el hecho de que no se hayan encontrado fósiles no significa necesariamente que no hubiera ya plantas con flores.

No obstante, los análisis moleculares realizados (relojes moleculares) con el fin de determinar la antigüedad de estos vegetales han sido muy cuestionados por la comunidad científica, debido sobre todo a los numerosos errores de su metodología. Hoy por hoy, no existe unanimidad al respecto.

 

2. Un cambio drástico del ambiente

Las angiospermas aparecieron tardíamente pero su rápida diversificación se debió a cambios ambientales globales originados por la actividad tectónica (ruptura del Pangea), la disminución del oxígeno en los océanos, la expansión de suelo oceánico, la intensa actividad volcánica, el incremento en la atmósfera del dióxido de carbono, el aumento de la temperatura global, la disminución de los hielos polares con el consiguiente aumento del nivel de los océanos.

Sin embargo, hasta el presente, no existe evidencia de que todos estos cambios físicos fueran los responsables de la diversificación de las plantas con flor. Lo único que se puede decir es que se estaban dando cuando aparecieron las angiospermas.

 

3. Los dinosaurios provocaron la aparición de las flores

Esta hipótesis afirma que se produjo una coevolución o evolución concertada entre ciertos dinosaurios y las plantas angiospermas. Se sugiere que dinosaurios ornitisquios herbívoros, como los triceratops, estegosaurios, etc., al consumir preferentemente vegetales sin flores (gimnospermas), incrementaron su mortalidad y crearon claros en los bosques que facilitaron la aparición de las angiospermas.

Actualmente este planteamiento ha sido rechazado por la propia paleontología ya que los fósiles de tales dinosaurios herbívoros no se pueden correlacionar, ni en el espacio ni en el tiempo, con la diversificación de las plantas con flor.

 

4. Coevolución entre insectos y flores

La hipótesis de la coevolución entre angiospermas y diversos grupos de insectos sugiere que las primeras plantas con flor ya eran polinizadas por insectos. Por lo que estos animales habrían motivado la aparición y diversificación de tales vegetales.

Sin embargo, los distintos análisis de los fósiles son ambiguos y no indican semejante coevolución. Las moscas (dípteros), escarabajos (coleópteros) y avispas (himenópteros) aparecen en el registro fósil antes que las primeras plantas con flor. ¿De qué se alimentaron entonces? Las mariposas (lepidópteros) sí surgen en la misma época que las angiospermas. Pero las abejas (himenópteros) aparecieron mucho después que estas plantas. De todo esto se deduce que la variación de las angiospermas no puede explicarse exclusivamente por coevolución con los insectos.

 

5. Altas tasas de mutación

Esta hipótesis apela a las supuestas altas tasas de mutación que debieron darse en las angiospermas y que habrían generado tantísimas especies diferentes mediante selección natural. Algo que, si ocurrió en el Cretácico, no puede comprobarse.

En definitiva, 160 años después de la obra de Charles Darwin, el origen de las plantas con flor sigue siendo un “abominable misterio” para el evolucionismo. Tal como señalan los actuales textos de biología: “estudios recientes han mostrado que las dicotiledóneas (angiospermas con dos cotiledones u hojas en el embrión) no forman un grupo natural derivado de un antepasado común (…) Estas relaciones fueron estimadas en comparación con las secuencias de varios genes que comparten todas las angiospermas.”2

No obstante, lo que es un problema sin solución para el darwinismo gradualista, puede ser una indicación en la dirección de un diseño inteligente, directo y premeditado por parte del creador omnisciente. Tal como dijo Jesús: Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (Mt. 6:28-30).


Notas

1 https://www.bbc.com/mundo/noticias-55780905

2 Freeman S. 2009, Biología, Pearson Educación, Madrid, p. 649.

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