El mundo no es suficiente

La verdad es que eso es precisamente lo que se nos ofrece tantas veces de diversas maneras: el mundo entero. Quizás no el planeta de una manera literal, pero sí un mundo de sensaciones nuevas, de victorias; un mundo de sueños, y mil maravillas más. El mal siempre promete lo que no puede cumplir, y lo increíble es que siempre engaña a más de uno.

• Perdemos casi todo lo bueno de la vida, al estar continuamente enfocados en el mal. Sentir que nos roban la paz interior, la confianza, la seguridad, el amor, y todo aquello que tiene que ver con una vida que merece la pena.
• Hacer de la destrucción, un dios personal e intransferible, encontrando sentido sólo en causar mal a otras personas, animales o cosas. Vivir de manera que sólo se obtiene placer en la rabia enloquecida y la violencia desmadrada. Incluso en la manera de vestirse, buscar siempre la apariencia de lo que tiene relación con la muerte y la oscuridad, porque la muerte pasa a ser el objetivo en la vida.

¿Sabes quién está detrás de todo esto? Muy sencillo: el diablo. Aunque algunos lo toman a broma, lo cierto es que el diablo existe, y su compromiso (¡Y su orgullo!) es matar y destruir. Por hacer lo contrario a Dios e ir en contra de Su amor, el maligno es capaz de ir perdiendo uno tras otro a todos sus secuaces en una orgía idiota de sangre y maldad. Ese es el absoluto de algunos en su vida: el mal y la destrucción, la violencia y la muerte. Esa es la razón de vivir de quienes sólo encuentran placer en el sufrimiento ajeno. Pero (desgraciadamente para algunos) no todo termina así. A pesar del amor que Dios nos tiene, El aplicará justicia a todos aquellos que hayan querido hacer de la violencia la razón de su existencia. "Allí (en el juicio) cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis, sentiréis asco de vosotros mismos por las maldades que cometisteis" * Pero entonces ya no habrá remedio. Dios regaló la vida a cada uno como su posesión más valiosa, y por lo tanto tenemos que cuidarla. La nuestra y la de los demás. No tiene ningún sentido que utilicemos la violencia contra nosotros mismos o contra otros. No fuimos creados para eso. Y aunque nos lo parezca a veces, tampoco somos felices destruyendo a otros. Y por encima de todo nuestro Creador está observando. Amándonos sí, pero también observando. Y eso es algo que al diablo le saca de quicio, sabe que no puede tener la última palabra. Que aunque ofrezca el mundo entero, aún así no es suficiente. No lo olvides

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* Ezequiel 20:43