El perdón y sus mil campanas

Nadie puede perdonar a otros si no ha aprendido primero a perdonarse a sí mismo.

18 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 13:00

Alaska y Dinarama / elninodelaselva (cropped) (Flickr - CC BY-NC-ND 2.0),
Alaska y Dinarama / elninodelaselva (cropped) (Flickr - CC BY-NC-ND 2.0)

“Mil campanas suenan en mi corazón
¡Qué difícil es pedir perdón!
Ni tú ni nadie puede cambiarme
¿Dónde está nuestro error sin solución?
¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?
¡Ni tú ni nadie puede cambiarme!”

Estos versos son parte de una de las canciones más famosas de los años 80. La interpretaban Alaska y su grupo “Dinarama” y fue una de los “lemas” de los jóvenes de aquel tiempo, “Nadie puede cambiarme”.

Si te digo la verdad, cada vez que escuchaba la canción, a mi me impresionaban más otras palabras: “¡Qué difícil es pedir perdón!”. Creo que uno de los mayores problemas de la humanidad tiene que ver con el perdón.

Supongo que recuerdas que hemos hablado sobre el perdón en varias ocasiones, pero creo que nunca había escrito algo así: nadie puede perdonar a otros si no ha aprendido primero a perdonarse a sí mismo.

A veces podemos perdonar lo que otros hicieron, incluso podemos saber que Dios nos ha perdonado, ¡son dos pasos muy importantes, la mayoría de la gente ni siquiera los entiende! Pero si no nos perdonamos a nosotros mismos, es imposible que cambiemos nada, o que podamos disfrutar de la vida.

Nadie puede cambiarnos porque creemos que vivimos en una corriente que nos lleva a nuestro destino, y que no tiene remedio. No somos capaces de perdonar nuestras malas decisiones en el pasado, perdonarnos a nosotros mismos por haber dicho o hecho algo que nos cerró muchas puertas, perdonarnos por el mal que le hicimos a otros.

Tenemos que aprender a no “amar” la amargura que reina en nuestro interior contra otras personas, porque creemos que son culpables de la situación en la que nos encontramos. Somos difíciles de entender, tal y como nos dice un proverbio danés: “El fondo del corazón está más lejos que el fin del mundo”. Muy pocas veces ni siquiera nosotros mismos conocemos las razones de lo que estamos sintiendo.

Saber que hay una posibilidad de cambiar, que Dios cree en nosotros. Que Él puede transformar nuestra vida. Que todos los errores tienen solución si nos ponemos en las manos de Dios. Eso sí que puede cambiar nuestra existencia. A veces la solución parece difícil de comprender, pero Dios puede hacer lo que a nosotros nos parece imposible.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - El perdón y sus mil campanas