“La reflexión ha desaparecido de nuestra sociedad, y eso tiene consecuencias muy serias”
El cardiólogo Manuel Martínez-Sellés publica ‘Verdades incómodas para personas autónomas’, un libro que invita a cuestionar críticamente el pensamiento dominante sobre asuntos fundamentales.
MADRID · 04 DE JUNIO DE 2025 · 18:00

Médico de profesión y autor comprometido con temas éticos de actualidad, Manuel Martínez-Sellés acaba de publicar un nuevo ensayo titulado Verdades incómodas para personas autónomas (Rialp, 2025).
Martínez-Sellés es catedrático de Medicina y jefe de Sección de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón en Madrid, y ha sido presidente del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid y de la Sociedad Española de Infecciones Cardiovasculares. Ha recibido 21 premios nacionales e internacionales de bioética y cardiología. Está casado y es padre de ocho hijos. Participó en la inauguración del IV Congreso de Bioética que se celebró en Madrid en diciembre de 2022.
En esta entrevista, habla sobre las motivaciones detrás del libro, en el que explora quince temas esenciales como la vida, la muerte o la dignidad humana, y cómo un entendimiento falso de los mismos puede estar distorsionando profundamente nuestra manera de vivir y relacionarnos.
Pregunta. Has escrito anteriormente sobre temas que podríamos considerar urgentes, como la eutanasia o la familia. ¿Cuál fue la urgencia que te llevó a escribir este libro?
Respuesta. Efectivamente, mis libros anteriores están centrados en temas muy concretos: el inicio de la vida, el final de la vida y los temas matrimoniales, cada uno de ellos suficientemente relevantes como para merecer un libro. Pero con el tiempo he visto cómo muchas personas en nuestra sociedad han dejado de preguntarse si los mensajes que se dan por verdaderos lo son realmente.
En Verdades incómodas para personas autónomas recojo quince temas que invitan a esa reflexión. A menudo, al hablar con alguien sobre ellos, me doy cuenta de que nunca se han planteado ciertas cosas. Cuando comienzan a pensar críticamente, se dan cuenta de que muchas ideas dominantes no son verdaderas, pero nunca habían hecho ese esfuerzo de plantearse de si las ideas que reciben son ciertas o no. Y llegar a esa conclusión puede implicar cambios importantes en la vida personal, familiar y social.
Por eso sentí la urgencia de escribir este libro: para animar a las personas a detenerse, reflexionar y revisar los fundamentos sobre los que están construyendo su vida, en una sociedad que cada vez reflexiona menos, absorbida por las redes sociales, los móviles y el entretenimiento constante. Uno de los capítulos exploro que cada vez se lee menos, y las consecuencias que esto tiene para el pensamiento crítico. O la crisis de soledad, a pesar de estar en un mundo hiperconectado. Me pasa en el hospital, que tenemos a personas ingresadas que nadie va a verlas.
“Si reconoces la verdad, te lleva a cambiar tu forma de actuar. Por eso es incómoda”
P. Mencionas que muchas de estas verdades son incómodas. ¿Cuándo crees que empezaron a volverse incómodas y por qué?R. Porque si asumes que algunas de estas verdades lo son, eso tiene consecuencias. Pongo un ejemplo muy claro: ¿cuándo empieza la vida humana? Hay un estudio que encuestó a casi 4.000 biólogos. El 96% respondió que la vida comienza en la fecundación. Esa es una realidad científica. Pero si asumimos que eso es cierto, entonces no podemos tratar a ese ser humano como si no lo fuera. No podríamos investigar con embriones, ni abortar, ni congelarlos indefinidamente para fecundaciones in vitro.
Lo que ocurre es que, aunque muchas personas saben en el fondo que ciertas cosas son verdad, si lo reconocen tendrían que cambiar su forma de actuar. Y eso es incómodo.
P. Ante el final de la vida, vemos que la eutanasia se ha aprobado en España y se está debatiendo ahora en Francia. ¿Dirías que estamos perdiendo el valor de la vida humana en nuestra sociedad?
R. Sin duda. Aunque también hay que ser precisos: hoy por hoy, la eutanasia en Europa solo se practica en España y en los países del Benelux. En otros lugares, como Francia, hay debates abiertos, pero aún no se ha legalizado. A nivel mundial, apenas unos pocos países como Canadá, Colombia y Nueva Zelanda lo permiten. Eso nos permite darnos cuenta de cómo nos hemos convertido en una excepción.
El problema de fondo es que estamos aceptando la idea de que la vida humana puede perder su valor. Pero toda vida humana tiene una dignidad intrínseca. Ya en el juramento hipocrático, 500 años antes de Cristo, se prohibía explícitamente tanto la eutanasia como el aborto. Una medicina verdaderamente humana no puede incluir el acto de matar.
“La eutanasia no es ayudar a morir; eso lo hacen los cuidados paliativos, que son la alternativa ética. El lenguaje está siendo manipulado”
El único antecedente reciente de eutanasia lo tenemos en la Alemania nazi. Hitler encargó a Goebbels una campaña para convencer a la sociedad de que la eutanasia era aceptable. Produjeron películas, como Yo acuso, y carteles que preguntaban cuánto costaba cuidar a un discapacitado. Con esa propaganda lograron que la sociedad aceptara lo inaceptable. Hoy estamos repitiendo esa historia, empezando por casos muy concretos, pero ya se están aplicando eutanasias en ancianos con demencia, niños con discapacidad o personas con enfermedades mentales, es decir, se están aplicando eutanasias en casos que por definición, el paciente no puede siquiera solicitarlo.Además, se usan eufemismos: ya no se habla de “eutanasia”, sino de “prestación de ayuda a morir”, que es un término engañoso. La eutanasia no es ayudar a morir; eso lo hacen los cuidados paliativos, que son la alternativa ética. El lenguaje está siendo manipulado para evitar que nos cuestionemos lo que realmente estamos haciendo.
P. ¿Qué consecuencias ves a largo plazo si esto no se corrige?
R. Estamos enviando el mensaje de que hay vidas que no merecen ser vividas. Eso es gravísimo. Estamos degradando la relación médico-paciente. Y también la percepción de las personas enfermas o mayores sobre su propia dignidad. Estamos usando un concepto de “calidad de vida” totalmente sesgado, como si alguien pudiera decidir desde fuera quién tiene derecho a vivir y quién no.
P. Hablas también de la necesidad de cultivar un pensamiento autónomo. ¿A qué te refieres?
R. El título del libro alude a la autonomía en el sentido de atreverse a pensar por uno mismo, a contracorriente. No se trata de vivir aislado, sino de ser un libre pensador, alguien que se detiene, observa los datos y saca sus propias conclusiones.
Por ejemplo, en el caso de la pornografía: las encuestas muestran que los niños acceden a contenidos pornográficos cada vez a edades más tempranas, gracias a los móviles. Otro ejemplo es el consumismo, donde el valor de una persona se mide por lo que tiene, no por lo que es. Todo eso crea una insatisfacción permanente, la publicidad se enfoca constantemente a decirnos que nos hace falta algo más. Por eso expreso que pensar de forma autónoma es rebelarse contra ese mensaje y buscar otra manera de vivir.
“Apoyo los avances tecnológicos pero no podemos permitir que se pierda el componente humano”
P. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en todo esto, como la inteligencia artificial?R. Tengo una visión positiva de la inteligencia artificial y la robótica. Son herramientas muy útiles, que pueden aportar grandes beneficios, también en medicina. Yo mismo las utilizo. Pero, como la energía nuclear, pueden usarse bien o mal.
Lo que me preocupa es que el desarrollo tecnológico no vaya acompañado de humanidad. Si dentro de 40 o 50 años tengo una enfermedad grave, quiero que me traten con los mejores algoritmos, con cirugía robótica si hace falta, pero también quiero un médico humano, compasivo, que dialogue conmigo. No podemos permitir que se pierda ese componente humano, que es fundamental en la medicina.
P. ¿Qué referentes necesitamos hoy para avanzar hacia una sociedad más humana y ética? Se habla de una “sociedad líquida”, sin certezas ni estabilidad, y eso parece influir directamente en cómo entendemos la ética, la verdad, incluso el ser humano. ¿Cómo podemos recuperar esos referentes?
R. Cada persona debería buscar referentes en su propio ámbito. En mi caso, en la medicina y la bioética, admiro a figuras como Edmundo Pellegrino, considerado el padre de la ética médica, o Jérôme Lejeune, que descubrió que el síndrome de Down se debe a la trisomía 21. Pero más allá de los referentes individuales, como sociedad necesitamos cultivar un espíritu crítico. Vivimos tiempos en que muchas personas ya ni se plantean si un mensaje es verdadero o falso, y algunas ni siquiera se lo cuestionan: simplemente les da igual. Eso afecta incluso a cuestiones fundamentales, como la identidad sexual, que hoy se percibe más como una sensación que como una realidad biológica.
Creo que hemos dejado de buscar la verdad, y con ello estamos contaminando las relaciones humanas. Una sociedad que no tiene claro lo que es verdadero o bueno, corre el riesgo de desorientarse completamente. Necesitamos volver a valorar la búsqueda de la verdad, incluso cuando resulte incómoda, costosa o contracultural. Solo así podremos aspirar a una sociedad más sana, más humana y más consciente.
“Una sociedad que no tiene claro lo que es verdadero corre el riesgo de desorientarse completamente”
P. Y en lo personal, ¿qué papel juega la fe en esa búsqueda de la verdad?R. Para mí es fundamental. En el libro, el último capítulo habla precisamente de esto. Aunque todo el contenido es válido para cualquier lector, creyente o no, el capítulo 15 tiene un enfoque especial: plantea que la vida es maravillosa, y una de las razones, para quienes compartimos la fe, es que creemos que todo ha sido creado con amor para cada uno de nosotros. La fe nos da una motivación profunda para seguir buscando la verdad, con “V” mayúscula. En mi caso, creo que esa Verdad se encarna en una persona: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esa convicción me impulsa cada día a seguir buscando, y también a invitar a otros a no conformarse con la superficialidad.
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Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ciencia - “La reflexión ha desaparecido de nuestra sociedad, y eso tiene consecuencias muy serias”