Juan Hus y las raíces históricas de la fe evangélica

En mi reciente visita puede comprobar in situ como Praga es también testimonio indeleble de las raíces históricas de la fe evangélica. 

14 DE OCTUBRE DE 2024 · 20:25

Monumento a Jan Hus, en Praga./ <a target="_blank" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/User:Jerzystrzelecki">Jerzy Strzelecki</a>, CC BY-SA 3.0, Wikimedia CommonsWikipedia,
Monumento a Jan Hus, en Praga./ Jerzy Strzelecki, CC BY-SA 3.0, Wikimedia CommonsWikipedia

Según se mire, Praga es la más oriental de las ciudades de la Europa Occidental, o la más occidental de las ciudades de la Europa del Este. La capital de la República Checa, hasta el día de hoy, mantiene ese gusto como la gran ciudad centroeuropea, encrucijada de caminos entre las dos Europas. Praga es, además, la ciudad asociada a B. Smetana con su sublime música, por ejemplo la que dedica al río que atraviesa la ciudad, el Moldava, o la del no menos genial A. Dvořák. La cantidad de conciertos que ofrece Praga constantemente refleja esa impronta de estos y otros tantos músicos en el carácter de la misma. Por aquí residieron igualmente genios científicos como T. Brahe y J. Kepler, otra muestra más de su carácter cosmopolita.

Pero hay un aspecto de Praga que no es tan conocido por la mayoría de sus visitantes, y es el de la impronta de la fe evangélica en Praga. En mi reciente visita puede comprobar in situ como Praga es también testimonio indeleble de las raíces históricas de la fe evangélica. Lo encontramos en otro de los personajes emblemáticos de la ciudad, el reformador checo Juan Huss (1372-1415). Nacido en Husinec en Bohemia, hoy parte de la República Checa, fue educado en Praga, donde llegó a ser rector de la Universidad y predicador del rey Wenceslao de Bohemia. Bajo la influencia del teólogo inglés John Wycliffe (1324-1384), Huss puso en cuestión al papado y sus prácticas desde las Escrituras.

Juan Huss es prueba palpable de como el Espíritu Santo no abandona nunca a su iglesia conforme a la promesa de Cristo de que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella, Mateo 16.18. Y es que, el Espíritu Santo, desde los primeros días de la iglesia, ha impulsado repetidamente reformas en la iglesia en la dirección de una mayor conformidad con la voluntad de Cristo para la misma. El libro de los Hechos de los Apóstoles enseña que la iglesia que vemos, es falible, que tantas veces la iglesia se aleja de Dios. El remedio para esa situación se encuentra tan solo en el sometimiento de la iglesia a la Palabra de Dios. En ese contexto de falibilidad de la iglesia, Pablo administra el único antídoto eficaz contra la apostasía: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados”, Hechos 20.29-32. La vuelta a la Escrituras y a su mensaje de salvación por la sola gracia de Dios en Cristo es el único remedio que tenemos.

Juan Hus y las raíces históricas de la fe evangélica

La capilla de Belén, donde predicó Jan Hus./ De Bkwillwm - Own work, CC 4.0

Hay varios factores que identifican claramente a Huss con la reforma protestante del siglo XVI. De entrada, “su apelación tanto al pueblo como a los teólogos, así como basarse en la Biblia y no en los cánones de los juristas ni los decretos de los papas” nos dice José Grau. Huss creía, además, que la predicación del evangelio es el corazón del ministerio pastoral y no la administración de los sacramentos. La capilla de Belén en Praga, donde Huss predicaba a grandes multitudes, es buena muestra de ello. Este capilla, junto con el museo que alberga, es uno de los más curiosos atractivos de Praga. En el folleto turístico de la misma se nos dice que: “es la primera iglesia europea dedicada a la predicación”. Desde 1402, Huss predicó el Evangelio en esa iglesia de Belén, al pueblo en su propio idioma, el checo.

La centralidad de la predicación en la iglesia ha permanecido hasta el día de hoy como uno de los más claros distintivos de la iglesia evangélica. La exposición y aplicación de la Biblia al pueblo no es un elemento más del culto a Dios sino que constituye el centro neurálgico del mismo. Una predicación que, como recordaba John R.W. Stott es relevante como puente entre dos mundos, el de la Biblia y el nuestro. La reforma emprendida por Huss fue igualmente apreciada en su Bohemia natal como una expresión de verdadero nacionalismo, que no era otra cosa sino predicar la Palabra de Dios en el idioma del pueblo, para que todos puedan entenderla y así hacerla suya.  Se conserva una carta de Huss a su congregación de Belén escrita durante su exilio de la ciudad: “os ruego, muy amados que oréis por aquellos que proclaman la verdad de Dios por su gracia”.

Juan Hus y las raíces históricas de la fe evangélica

Un grabado en el interior de la iglesia de Belén muestra a Jan Hus predicando./ De Øyvind Holmstad[, CC 3.0, Wikimedia Commons

La oposición de Huss a la indulgencias, a las que consideraba inútiles porque solo Dios podía perdonar a los que verdaderamente estuvieran arrepentidos, le trajo la oposición del papa Juan XXIII que estaba en esos días financiando una guerra contra su papal rival Gregorio XII por medio de las mismas. Al que le pueda extrañar leer de dos papas simultáneamente pretendiendo ser ambos el verdadero, se le debe recordar que este es el período histórico conocido como el Gran Cisma de Occidente. Durante esos años, no solo dos, sino tres papas pretendieron ser al mismo tiempo los verdaderos sucesores de Pedro. Como podemos imaginar el prestigio del papado en esa época estaba por los suelos. Huss fue, finalmente, convocado para acudir al Concilio de Constanza. El emperador Segismundo, hermano del rey Wenceslao de Bohemia, le extendió un salvoconducto. Pero tan pronto como Huss llegó a Constanza, el salvoconducto se convirtió en papel mojado. Fue arrojado en una prisión y, finalmente, quemado en una hoguera el 6 de julio de 1415. Durante el juicio Huss pronunció la frase “Pravda vítězí”, que significa “la verdad prevalecerá”. La frase figura ahora en el escudo nacional de Chequia. Se dice que en esos momentos antes de morir afirmó que: “Vas a asar un ganso (en checo "huss" significa ganso), pero dentro de cien años aparecerá un cisne que no podrán asar”. Algunos han visto en estas palabras una  especie de presagio acerca de Lutero. La misma suerte corrió su discípulo llamado Jerónimo de Praga (1371-1416) La traición de la que fue objeto Huss y, posteriormente, Jerónimo, encendió los ánimos de los bohemios. Se formaron cientos de congregaciones independientes de Roma, conocidas como las iglesias hussitas que se identificaron con los valdenses y, finalmente, un siglo después con la Reforma Protestante del siglo XVI.

Hasta el día de hoy permanece viva la memoria de los hussitas en la iglesia evangélica checa. Pero no es solo en Praga donde se reconoce a Huss. En 1519, confrontado por Eck, Lutero llegó a afirmar que, en realidad eran seguidores de Wycliff y, por ende, de Juan Huss. Por cierto, la influencia de Wycliff se dejó sentir en todo el Continente europeo y no solo en su Inglaterra natal. Así, entre nosotros, en Pedro de Osma, catedrático de Teología en Salamanca, al que Ménéndez y Pelayo llama “el primer protestante español” y,“una voz perdida de los wiclefitas y hussitas”. Posiblemente, esta presencia de Wycliff en España se debió al séquito de Catalina de Lancaster, mujer de Enrique III de Castilla. Así, el Edicto contra los alumbrados de Toledo de 1525, afirma que el error de los alumbrados españoles, que era el dejarse solo en las manos de Dios para salvación, ¡provenía de Juan Huss! La Inquisición era, cruel y despiadada, pero no ignorante. Cuando el Espíritu obra en su iglesia, la conduce indefectiblemente a la Sola Escritura, la sola Gracia y la sola Fe.

La plaza más importante de Praga conocida como  la Plaza de la Ciudad Vieja, tiene como monumento central la figura de Huss. Huss mira a la iglesia de Týn, principal lugar reunión de los hussitas desde 1419 a 1421. Al lado de Huss aparecen otras figuras que representan a los exiliados hussitas víctimas de la Guerra de los Treinta Años. En el monumento se encuentran inscritas, entre otras, estas palabras: “ámense los unos a los otros y deseen la verdad para todos”.  Hasta el día de hoy, el monumento a Huss es símbolo de la oposición a todo tipo de tiranía. Ya fuera espiritual, la papal de la época de Huss, o política, ya que era el punto de reunión de los que protestaban contra la ocupación soviética de Checoslovaquia durante la Guerra Fría. Y es que el evangelio es un mensaje de libertad como dijo el mismo Cristo. Una libertad precisamente por estar basado en la verdad, Juan 8. 32: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

La apelación de Huss es a una vuelta constante a las Escrituras y al hecho de que Cristo gobierna su iglesia por medio de ellas. No es una jerarquía religiosa la que guía a la iglesia. Todas ellas han demostrado históricamente sus errores y bandazos que alejan del evangelio. Hay una alternativa mejor, la que demuestra ya la misma Historia. Esta es la prometida presencia del Espíritu Santo con la iglesia. Este es el Espíritu de Cristo, el que por medio de su propia Palabra, la corrige, reprende y renueva constantemente. Lo hace sujetándola constantemente a su propia Palabra. La Escritura está siempre por encima de la iglesia. Por ello, la iglesia de Cristo no puede fracasar pues la Palabra de Dios permanece para siempre como su guía infalible. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Atisbos teológicos - Juan Hus y las raíces históricas de la fe evangélica