Hans Küng (1928-2021), poco “romano” pero muy “católico”

El teólogo suizo fue el precursor de posiciones consideradas en su momento “extremas” o incluso “disruptivas” que luego se han convertido en las líneas habituales del catolicismo.

08 DE ABRIL DE 2021 · 20:16

El teólogo Hans Küng, en su visita a la Universidad a Distancia en Madrid. / Uned, Flickr,
El teólogo Hans Küng, en su visita a la Universidad a Distancia en Madrid. / Uned, Flickr

Con el fallecimiento de Hans Küng (1928-2021) ha desaparecido una pieza clave de la teología contemporánea.

Experto en el Concilio Vaticano II, desde muy joven profesor en Tubinga, teólogo brillante (y muy prolijo) con decenas de libros sobre casi todos los conocimientos en el campo religioso, suspendido por el Vaticano como “teólogo católico” por un libro crítico sobre la infalibilidad papal, convirtiéndose en una especie de gurú de la teología universalista y panreligiosa, Küng ha representado de alguna manera la dinámica de la teología católica de finales del siglo XX.

Se puede decir que, en el péndulo entre el catolicismo y el romanismo, que son las elipses del catolicismo romano, Küng ha empujado fuertemente al catolicismo y ha hecho sufrir al romanismo, pero sin romper nunca la síntesis romana y católica que mantiene unido al catolicismo romano.

Incluso antes del Vaticano II, la búsqueda de la catolicidad le había llevado a apoyar en su tesis doctoral (1957) la compatibilidad entre la doctrina de la justificación del Concilio de Trento y la de Karl Barth. Casi 40 años antes de la “Declaración conjunta entre católicos y luteranos sobre la justificación” de 1999, Küng había anticipado sustancialmente que la Iglesia católica la haría oficialmente suya.

Es cierto que en la década de 1960 Küng publicó algunos libros críticos sobre la eclesiología tradicional de Roma, hasta su volumen sobre la infalibilidad (1970) en los que cuestionaba no la infalibilidad en sí del Papa romano, sino la formulación del dogma de la infalibilidad de 1870, demasiado estático y ahistórico para él.

Por estas posiciones críticas fue privado del reconocimiento como teólogo católico, convirtiéndolo en un símbolo de la Iglesia católica disidente, junto a los teólogos de la liberación que en América Latina fueron sometidos a similares medidas disciplinarias por parte del Vaticano por sus posiciones cercanas al marxismo. Küng no perdió la oportunidad de criticar el fracaso de la Iglesia católica en asimilar el Vaticano II, enfatizando el rigorismo moral de la jerarquía, la estructura de poder que lo dominaba todo, la imposición del celibato, etc.

Sin embargo, después de algunas décadas, tanto Küng como los teólogos de la liberación han sido esencialmente reasimilados por la absorbente catolicidad de Roma. No significa que el Vaticano haya aceptado plenamente sus tesis, pero las ha incluido como expresiones legítimas de la búsqueda de la verdad dentro de los parámetros del generoso magisterio eclesiástico actual. Además, después del libro de Küng sobre la infalibilidad, Roma prácticamente ha abandonado este controvertido dogma de su discurso público. El dogma sigue ahí, pero nadie habla de ello.

La catolicidad de Küng encontró su punto culminante en su apertura a las religiones en busca de un “ethos mundial” que sirvió de preludio al reconocimiento mutuo de todas las religiones como formas legítimas de revelación divina y caminos de salvación. Según este proyecto, no hay paz entre naciones sin paz entre religiones; no hay paz entre religiones sin diálogo entre religiones; no hay diálogo entre religiones sin un modelo ético global; no hay supervivencia en nuestro planeta en paz y justicia sin un nuevo paradigma de relaciones internacionales sobre modelos éticos globales.

Parece leerse como una forma embrionaria de lo que el Papa Francisco escribe en la encíclica “Fratelli tutti” (2020). En realidad, el Papa supera a Küng al proclamar la hermandad universal entre todas las religiones y al afirmar que sin hermandad espiritual no hay paz. Lo que entonces parecían ser las posiciones vanguardistas de Küng son ahora la capital circulante del magisterio que incluso las ha ampliado y desarrollado en un sentido aún más universalista. Si se compara con lo que dice hoy el Papa Francisco, las tesis de Küng parecen tímidas y parcialmente abiertas. El Vaticano los ha superado ampliamente “por la izquierda”.

Por tanto, el teólogo suizo fue el precursor de posiciones consideradas en su momento “extremas” o incluso “disruptivas” que luego se convirtieron en la tónica habitual del catolicismo romano. Fue uno de los teólogos que enfatizaron la catolicidad sobre el aspecto romano, pero sin romper la síntesis del catolicismo romano, ayudando de hecho a reequilibrar el punto de tensión entre ambos.

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