Alma gitana, espíritu libre

“El precio de la libertad”, una entrevista de Asun Quintana a Séfora Vargas, cristiana, abogada, escritora y gitana.

21 DE DICIEMBRE DE 2021 · 12:00

Séfora Vargas, abogada y escritora./ Asociación Dosta,Séfora Vargas
Séfora Vargas, abogada y escritora./ Asociación Dosta

Séfora Vargas (1) nació en Sevilla en el seno de una familia trabajadora dedicada a la venta ambulante. Es la mayor de los cuatro hijos del matrimonio formado por José Manuel Vargas Vargas y Rosario Martín Cortés, personas de gran raigambre romaní. La rama familiar de su madre se dedicó durante mucho tiempo a la ganadería. Su bisabuelo José Cortés Saavedra, oriundo de Fregenal de la Sierra (Badajoz), gozaba de una posición social muy distinguida y su abuela Remedios Cortés Bermúdez recibía clases particulares en su casa, mientras que la del padre está más ligada al mundo artístico: los Vargas Fernández, con Esperanza Fernández, Juan Peña el Lebrijano y Gaspar de Utrera, entre otros. Su abuelo paterno, Diego Vargas Torres fue uno de los primeros gitanos militares y su otra abuela, Concha Vargas, escritora de Lebrija (Sevilla). Su bisabuelo llegó a ser Jefe de Policía cuando aún no existía la diferencia entre los distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Su madre, Rosario, siempre soñó con estudiar pero tuvo que cuidar de sus cinco hermanos con tan solo nueve años y fue Séfora de entre todos sus hijos, la que supo aprovechar esta oportunidad.

Creció en el contexto de la cultura y tradiciones gitanas. Destacó desde niña por su habilidad para aprender. Con un año hablaba perfectamente y antes de cumplir los cuatro años aprendió a leer y a escribir. Cuando tuvo la edad reglamentaria ingresó en la escuela pública de su barrio, en donde cursó los estudios primarios. La escolarización le permitió en aquellos años el conocimiento y la integración total con otros niños payos de la ciudad, entre los cuales era una más. Siendo ya adolescente, sus resultados académicos le hicieron merecedora de una beca de estudios para Inglaterra, sin embargo, tuvo que renunciar a la misma por no estar permitido en las costumbres de su etnia que una mujer viajase sola, máxime para vivir una temporada en otro país. Por esta razón sus padres no le dieron el permiso y Séfora tuvo que desistir en su deseo de continuar sus estudios en lengua inglesa.

Una vez finalizado el Bachillerato comenzó la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla. No obstante, cuando estaba a punto de finalizarla, tan solo a falta de cursar unas pocas asignaturas, tuvo que abandonar los estudios como consecuencia de una serie de problemas familiares. Regresó de nuevo a la venta ambulante en mercadillos y fue precisamente en uno de estos, tras un encuentro providencial con un antiguo profesor y un cambio en sus circunstancias personales, cuando decidió retomar los estudios para obtener la ansiada Licenciatura en Derecho.

Durante su etapa universitaria siguió incansable su lucha a favor de los derechos del pueblo gitano promoviendo agrupaciones, comités, asociaciones y varios tipos de actividades que velaran por la equidad y los intereses de este colectivo.

Como abogada ha destacado por su lucha para la integración del colectivo gitano en la sociedad y, especialmente, por la reivindicación de los derechos de las mujeres gitanas sin menoscabo del respeto a la cultura y a las tradiciones de este pueblo: «Soy el resultado de muchas mujeres gitanas que durante siglos sus voces no pudieron ser oídas porque, al igual que el resto de mujeres, la desigualdad y el ostracismo relegado al ámbito doméstico, era lo moralmente aceptable. Mis sueños son los sueños rotos reconstruidos de mis antepasados y mis logros, que aún me quedan tantos por conseguir, serán siempre un humilde homenaje a todas esas mujeres gitanas y no gitanas que nunca fueron dueñas de sus vidas y se vieron obligadas a acatar los roles y valores sociales impuestos y respaldados por la propia ley, la política, la sociedad y la cultura de cada etapa histórica».

Séfora ha sido una mujer fuertemente comprometida con la igualdad y la dignidad de la mujer gitana, especialmente en todo lo concerniente a la violencia de género, abusos sexuales, divorcios, custodias de menores, ha participado y asesorado a cientos de mujeres a lo largo de su amplia trayectoria profesional, como Activista y como abogada y ha preconizado junto a otras mujeres, el primer movimiento de mujeres feministas gitanas en España (Ha sido fundadora, vicepresidenta, presidenta de los primigenios movimientos feministas en España)

Actualmente es Presidenta de Aproideg (Asociación para la promoción y desarrollo integral de la comunidad gitana), vicepresidenta de la Asociación Cristiana Iglesia Príncipe de Paz, Secretaria de la Asociación Zoralipé, Miembro de la Comisión de Comercio Ambulante del Ayuntamiento de Sevilla, forma parte de multitud de proyectos de investigación de diferentes universidades españolas y colaboradora de la asignatura Pastoral, que se imparte a propósito de la cultura gitana y la formación de los pastores evangélicos en la Facultad de Teología de Asambleas de Dios de España, desde hace dos años, junto al Pastor Eliezer Reyes y José Alba Chacón.

 

Pregunta.- Acabas de presentar tu libro “El precio de la libertad” ¿Qué has querido expresar con esta portada tan impactante?

Respuesta.- Gritar desde lo más profundo de mi alma, la necesidad que teníamos las mujeres gitanas de ser protagonistas y dueñas de nuestras vidas, de nuestros cuerpos, de nuestras mentes, ser ejecutora de nuestras decisiones, dibujantes y artífices de nuestros sueños, inspiradoras de nuestras ilusiones, de nuestras fantasías, dueñas de nuestras voces, de nuestras palabras sin permiso de nadie.

El rojo de la portada, es símbolo de fuerza, sangre, lucha, el rojo llama la atención poderosamente, quería que se me viera a mí y a todas las mujeres que lleguen a identificarse con mi sentir, quería decir ¡Basta o Dosta! en romanó, quería decir que aunque hayamos estado atadas con esa soga de tradiciones ancestrales machistas como el resto de las mujeres del mundo, porque TODAS HEMOS ESTADO Y ESTAMOS ASÍ, la posición es defensiva y combatiente. Por eso expuse mi imagen a sabiendas de que podía ser un riesgo y una provocación.

P.- ¿Por qué has escrito este libro? ¿Qué te ha movido a escribirlo?

R.- Nadie había tratado estos asuntos desde el prisma gitano. Ningún autor/a gitano/a, había tratado estos asuntos. Ni siquiera mencionarlos, ya que son un tabú. Llevo sufriendo la condena del silencio y sus múltiples consecuencias nocivas desde que tengo uso de razón. No puedo seguir ayudando a las mujeres gitanas si no se tratan estos temas como se merece, llamar a las cosas por su nombre es fundamental. Distinguir la cultura gitana de la cultura de la exclusión y marginalidad es tan imprescindible como poder respirar, desmontar todas las formas de control, de maltrato y de tipos de violencias del paraguas de “lo cultural”, desnudar los “tipos de delitos sobre la Violencia sobre la Mujer” de la cultura, era imprescindible para nuestras mujeres y niñas. Me sentía responsable. Alguien “de adentro” tenía que hacerlo, porque el feminismo blanco o mayoritario no nos representa muchas veces. Como decía el maestro Camarón que para “ser Gitano hay que ser canastero, haber dormido en los ríos y pasar fatigas”, para poder hablar de MUJERES GITANAS, tienes que ser gitana, haberte criado como gitana, haber sufrido como gitana y así entiendes mis andares, mi penares y mi historia de vida.

 

P.- ¿En la introducción también te diriges a los hombres verdad?

R.- La igualdad efectiva y real no se conseguirá si no luchamos junto al hombre. Creo y siento el feminismo como ese proyecto político y social en el que hombre y mujeres luchan de la mano por una igualdad efectiva y real. No creo en las supremacías, en los extremos, creo en la igualdad y la libertad como valores supremos, recordemos los textos continuados de la Biblia, “donde esté el espíritu de Dios allí hay libertad”, sin libertad y eso lleva intrínseco la igualdad, no está Dios. Igualdad de oportunidades, igualdad de garantías prestacionales, igualdad de sueldos, que la maternidad y la falsa conciliación familiar no suponga una carga exclusiva para la mujer, sino todo lo contrario. Hablar de mujer, de mejorías para la mujer, debe de hacerse con el apoyo del hombre. Es una cuestión que afecta a la sociedad en general.

También es un homenaje a los hombres de mi vida, mi padre, mi marido…Ejemplos de hombres maravillosos.

 

P.- También te he oído hablar de tu madre… ¿qué ha significado tu madre en tu vida? ¿Cuántas generaciones cristianas hay en tu familia?

R.- En mi casa tengo la suerte de pertenecer a una larga generación de mujeres valientes cristianas y gitanas. La primera fue mi Tatarabuela Lorenza, mi Bisabuela Rosario, mi Abuela Remedios, mi Madre Rosario y yo. Yo sería la quinta generación de mujeres cristianas gitanas. Mujeres ejemplares, las mujeres de mi casa han sido guías, catedráticas de verdades esenciales y de la vida, ejemplos de mujeres valientes, que han desafiado a las costumbres, a los dogmas sociales, respetuosas con lo amable, con lo gentil, llenas de virtudes cristianas. Mujeres de carácter, con dominio propio y personalidad, “mis maestras todas ellas”.

 

P.- ¿Cómo ves la situación actual de la mujer en las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?

R.- ¡¡Uuffff eso da para escribir otro libro sin lugar a dudas!!

La mujer en general ha sido sometida en nombre de Dios en todas las historias de las religiones, culturas y costumbres del mundo, como detallo en mi libro. Resulta lamentable y peligroso que aún se siga adoctrinando por parámetros machistas, perpetuadores de costumbres que constituyen delitos graves y que mediante el concepto mal entendido del “perdón cristiano” se siga condenando a las mujeres (y a sus hijos, violencia vicaria) a vivir en situaciones de potencial violencia y sufrimiento infrahumano. Hay que perdonar, pero también que separarse de los delincuentes reincidentes que se aprovechan de ese adoctrinamiento erróneo por parte de ciertos pastores y denominaciones.

La mujer no sólo ha sido discriminada y sometida a todas esas violencias sino que también ha sido invisibilizadas, privadas de sus palabras, de sus historias. ¿Qué es estar invisibilizadas? “Es estar presentes y no ser vistas”, yo abogo por esa “hermenéutica de la sospecha” en la que se descubra la cara oculta de la historia. Pensemos que algunos pastores necesitan una formación mucho más amplia de las que muchos tienen. Esto no son sólo problemas sociales o de género, son problemas educacionales y de formación, de ahí lo de la “hermenéutica de la sospecha”. Dios es perfecto y su palabra también lo es, sus hechos están recogidos en las Sagradas Escrituras con una precisión inefable, pero las interpretaciones que se realizan sobre los textos bíblicos ha sido lamentables y han sacralizado la sumisión, las desigualdades y han condenado al mutismo u ostracismo social, político y cultural, religioso-espiritual cuando se han sacado textos de su contexto histórico. Hay ciertas entidades que han sabido muy bien sacarle partido y han servido para frenar el progreso, la igualdad, y lo las más serio, siguen poniendo en peligro la vida, la integridad y dignidad de las mujeres cristianas. Amén de no permitir el desarrollo de los ministerios de las mujeres.

P.- ¿Qué se puede hacer para que la mujer se integre con todo su potencial personal, intelectual y espiritual en la labor del Reino de Dios?

R.- Toda la Biblia fue escrita por hombres, en ellas no encontramos un solo texto de autoría femenina por lo que lo que se dice de la mujer está dicho en palabras de hombres y es una interpretación masculina; además es de anotar que la cultura y la familia israelita son masculinas y patriarcales. Esto puede llegar a ser una problemática en el momento de valorar el papel de la mujer en la Biblia dentro de la sociedad judía.

Para desmotar esa visión androcentrista, hay que estudiar, sí hay que seguir formándose. Creo firmemente que aún no se está enseñando en todas las iglesias los verdaderos preceptos de un evangelio sano. Se educa bajo el dogma pasado, se educa bajo presiones conservaduristas discriminatorias, se hacen lecturas superfluas de las Escrituras y han hecho de ciertos textos banderas para enarbolar machismo, opresión y sumisión hacía la mujer. Eso no solo es anticristiano, sino antidemocrático y constitutivo de posibles delitos, contrario a los DDHH entre muchos otros textos garantistas de los valores universales que deben de regir todas las sociedades.

Hay que poner límites a ciertos delitos que se ejercen sobre la mujer, si una mujer es víctima de cualquier actitud tipificada como delito en nuestro código penal. Sí hay que perdonar, pero también hay que denunciar y separarse. (Estoy hablando de delitos graves, abusos sexuales, violencia física etc.). Hay daños que no permiten una reparación del hecho dañado. Perdonar hay que perdonar, hasta setenta veces siete dijo Jesús, pero exponerse a la muerte, eso sólo lo pudo hacer Jesús y UNA ÚNICA VEZ, porque era el hijo de Dios y tenía que Resucitar. Dios no te ha llamado a exponerte a esos sacrificios. Ya lo hizo él por ti, tú no tienes que asumir ese riesgo ni ese dolor. Esto por un lado.

Por otro, huir de las iglesias, denominaciones o líderes espirituales que promuevan ese tipo de actitudes. Huye si te adoctrinan bajo las ideas de que la mujer es inferior al hombre, huye si te convierten como objeto del pecado, es decir, de iglesias donde el maquillaje es pecado, los pantalones son pecados, teñirse el pelo es pecado, predicar o intervenir en la iglesia es pecado. Vete de ahí, Dios no está ahí, Dios no gobierna esa iglesia, la gobierna el hombre, sus miedos, su incultura abrupta, su soberbio desconocimiento. Hay cientos de versículos que apostillan esto que estoy diciendo, pero os dejo este texto de Gálatas 3:28 “28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Podría aportar cientos de reseñas bíblicas al hilo de estos argumentos, pero se haría muy larga la respuesta.

 

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