Las ovejas perdidas

Recientes estudios sobre la conducta social de las ovejas han revelado que son más complejos de lo que se pensaba y que su comparación con el ser humano resulta muy pertinente.

24 DE AGOSTO DE 2023 · 18:00

Cordero que busca a su madre para alimentarse, fotografiado en Nazaret (Israel). / Antonio Cruz,
Cordero que busca a su madre para alimentarse, fotografiado en Nazaret (Israel). / Antonio Cruz

Mateo recoge las palabras de Jesús dirigidas a los doce apóstoles: “Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt. 10:5-6). Esta negativa del Maestro a que sus discípulos predicaran la Buena Nueva entre gentiles y samaritanos parece, en principio, contradictoria y discriminatoria. ¿Acaso este mensaje no era para todo el mundo? ¿Es que no había venido Jesús a redimir a toda la humanidad? ¿Por qué evangelizar primero sólo a los judíos?

La estrategia de Jesucristo, al empezar por el pueblo de Israel, era lógica y no implicaba ningún tipo de discriminación étnica. Esto se comprueba bien en las palabras finales con que termina el evangelio: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:19-20). Al empezar primero por los hebreos, se obviaban los posibles prejuicios étnicos que todavía subsistían en las mentes de los discípulos. Además, Jesús era judío y, por tanto, era razonable que su mensaje se dirigiera primero a su propio pueblo. Tal como años después escribiría también el apóstol Pablo: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Ro. 1:16).

Por otro lado, si los discípulos hubieran predicado primero en Samaria y en las ciudades de los gentiles, esto habría sido una dificultad para hacerlo después entre judíos ya que éstos habrían tenido más argumentos para rechazar su mensaje. De manera que Jesús sabía bien lo que hacía porque conocía como nadie al ser humano. No había favoritismo en su planteamiento sino estrategia inteligente y misericordia hacia su propio pueblo. Se trataba de una restricción temporal ya que posteriormente, la evangelización se ampliaría a todo el mundo. Al referirse a las “ovejas perdidas de la casa de Israel”, el Maestro estaba haciendo una analogía que comparaba a todos los hebreos con animales que necesitan un pastor porque andaban completamente desorientados desde el punto de vista moral y espiritual. Requerían que el evangelio de Jesús impactara en sus vidas y comprendieran que Dios no hace acepción de personas.

Las ovejas son mamíferos herbívoros que generalmente se han venido menospreciando a lo largo de la historia. Comportarse como “borregos” es sinónimo de carecer de criterio y dejarse llevar por la opinión de la mayoría. Sin embargo, recientes estudios sobre la conducta social de estos animales han revelado que son más complejos de lo que se pensaba y que su comparación con el ser humano resulta muy pertinente. Son animales dóciles y tranquilos, a pesar de que siempre mantienen un cierto nivel de alerta con el fin de reaccionar frente al ataque de posibles depredadores. Esto les hace huir rápidamente y les confiere cierta imprevisibilidad. Las ovejas son gregarias y capaces de reconocerse entre ellas de manera individual, también reconocen al pastor. Son capaces de identificar caras humanas y, por supuesto, también de otras ovejas. Cuando se sienten solas o aisladas, dejan de alimentarse y padecen estrés, depresión o pánico. Esto puede acarrearles graves problemas de salud.

Los balidos que emiten pueden tener diferentes significados, como por ejemplo cuando una madre busca a su cordero o cuando otros miembros del rebaño llaman a una oveja que se ha extraviado. Cada ejemplar tiene su propio timbre de voz que lo distingue del resto de la manada. Frente al ataque de cualquier depredador, las ovejas intentan colocarse en el centro del rebaño ya que las que se quedan afuera corren más peligro de ser devoradas. Son animales que suelen alejarse del grupo y perderse con cierta facilidad. Las ovejas extraviadas están prácticamente indefensas ante los ataques de los carnívoros o los accidentes del terreno. De ahí que la comparación con los seres humanos sea tan adecuada. Desde el punto de vista espiritual, nosotros también somos como ovejas extraviadas que necesitamos encontrar al pastor. Tenemos una acentuada tendencia a ir por el mal camino y a creer que somos autosuficientes o que no necesitamos al buen pastor que nos dirija. Sin embargo, cuando nos alejamos del Señor, pronto empiezan los problemas en nuestra vida.

Los pastores de la época de Jesús eran valientes y estaban dispuestos a correr riesgos importantes por salvar a sus rebaños. A veces, ponían su vida en peligro, al luchar contra osos, lobos, hienas, leones y otros animales carnívoros que pretendían comerse a las ovejas. Pues bien, de la misma manera que un buen pastor estaba dispuesto a dar su vida por sus ovejas, el Señor Jesús dijo también que él era el Buen Pastor que da su vida por las ovejas (Jn. 10:11). Es decir, por cada uno de quienes le aceptan como Señor y Salvador personal.

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