Las pieles del tabernáculo

Una de las cubiertas de la techumbre del Tabernáculo del pueblo de Dios en el desierto de Sinaí podría haber sido confeccionada con pieles de tejón, dugón, o delfín.

17 DE FEBRERO DE 2022 · 19:20

El tejón es un mamífero carnívoro de aspecto macizo, con las patas cortas, robustas y provistas de uñas fuertes que utiliza para excavar madrigueras. En la cara tiene un antifaz característico, negro sobre blanco. / Antonio Cruz. ,
El tejón es un mamífero carnívoro de aspecto macizo, con las patas cortas, robustas y provistas de uñas fuertes que utiliza para excavar madrigueras. En la cara tiene un antifaz característico, negro sobre blanco. / Antonio Cruz.

Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo,

y una cubierta de pieles de tejones encima. (Ex. 26:14)

 

La palabra hebrea tajash, תַּחַשׁ, aparece en varias ocasiones en el Antiguo Testamento y se refiere a la piel morada de algún animal que se usaba para cubrir el Tabernáculo, así como otros enseres del templo e incluso también ciertos zapatos costosos se realizaban con dicho cuero (Ex. 25:5; 26:14; 35:7, 23; 36:19; 39:34; Nm. 4:6, 25; Ez. 16:10).

La mayor parte de los traductores identificaron esta piel con la del tejón (Meles meles), un mamífero que antes era relativamente abundante en Tierra Santa, y así es como suele aparecer en casi todas las versiones bíblicas.

Sin embargo, algunos lingüistas hebreos creen que no se trata del cuero del tejón sino del perteneciente a un mamífero sirénido acuático propio del Mar Rojo, así como de los océanos Índico y Pacífico, conocido como dugongo o dugón (Dugong dugon), cuya piel se usaba en la antigüedad para los fines que menciona la Biblia.

De manera que las opiniones, en cuanto a la procedencia de este apreciado cuero de los tiempos bíblicos, están divididas.

El gran naturalista inglés del siglo XIX y expedicionario frecuente a Tierra Santa, Henry B. Tristram, escribió al respecto:

“No hay razón para pensar que (el tejón) era lo suficientemente común o accesible en el desierto sinaítico como para haber provisto una cubierta exterior para el Tabernáculo y (además) la piel designada como tajash está claramente relacionada con la palabra árabe tujash, que es el nombre general para las diversas especies de focas, dugongos y delfines que se encuentran en el mar Rojo.” [1]

Así pues, ante esta incertidumbre, veamos algunas características generales, tanto de los tejones como de los dugongos de tales mares.

El tejón (Meles meles) pertenece a la familia Mustelidae y tiene una distribución euroasiática. Su complexión es robusta con el cuerpo más largo y ancho que alto, de una longitud de hasta 95 cm en los machos, más los 15 cm de la cola.

Los ejemplares más grandes pueden alcanzar 15 kg de peso. Es un mamífero carnívoro especialmente diseñado para excavar. Sus patas anteriores están muscularmente más desarrolladas que las posteriores, el cuello es corto y ancho, mientras que el hocico es prominente, móvil y también musculoso.

Es omnívoro, alimentándose sobre todo de insectos, larvas enterradas, lombrices, caracoles, aves que crían sobre el suelo, roedores, reptiles, frutos y también carroña.

Le gusta sobre todo la miel de las abejas, precisamente de ahí le viene el nombre científico (meles, que significa miel en latín).

Todo aquello que le llama la atención se lo lleva a la madriguera. El naturalista español Miguel Delibes explica que en el interior de una tejonera de Inglaterra, se encontraron unas 250 pelotas de golf que los animales probablemente habían ido recogiendo a lo largo de los años. [2]

Las pieles del tabernáculo

  El pelo del tejón, debido a su suavidad y elasticidad, fue muy empleado en la antigüedad para fabricar los pinceles de los artistas, así como las brochas de afeitar. / Antonio Cruz.
 

Las tejoneras suelen heredarse durante generaciones y se van haciendo cada vez más grandes. Pueden llegar a tener cientos de metros de túneles y centenares de entradas diferentes, para lo cual estos pequeños animales han tenido que excavar y extraer muchas toneladas de tierra.

Además, las construyen con un diseño particular, destinando estratégicamente espacios concretos a la cámara principal que puede tener hasta 4 metros de altura, conductos verticales de ventilación y entrada de luz, túneles de escape en caso de inundación, letrinas, dormitorio para los jóvenes, conductos principales de acceso a la cámara mayor, etc.

Los principales depredadores de los tejones son los lobos, osos, linces, zorros, gatos monteses y ginetas, así como las rapaces nocturnas que, en ocasiones, sólo se atreven a atacar a los ejemplares jóvenes.

El pelo de los tejones es suave y elástico, cualidades que tradicionalmente lo convirtieron en blanco de los fabricantes de pinceles para pintores, así como de cepillos y brochas de afeitar. Son animales sociables que viven en grupos de hasta doce o más individuos juntos.

Si mayor es su número, más grandes suelen ser las tejoneras subterráneas. Tienen hábitos nocturnos por lo que resulta raro observarlos a la plena luz del día. Pueden trepar, nadar, correr con cierta rapidez y si se ven en peligro emiten aullidos.

Son juguetones y tienen la costumbre de asearse mutuamente con otros compañeros. El sentido de la vista no está muy desarrollado pero el olfato y el oído son muy agudos.

Después del apareamiento, las hembras pueden guardar el óvulo fecundado durante varios meses, hasta que las condiciones ambientales sean adecuadas para iniciar el desarrollo embrionario en el útero (implantación retardada).

El dugón (Dugong dugon) es el mamífero sirénido actual más pequeño que existe en el mundo, aunque puede llegar a pesar 200 kg y medir unos 3 metros.

El mayor ejemplar conocido de esta familia fue la vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas) que medía unos diez metros de largo, pasaba casi diez toneladas y se extinguió en al año 1768, como consecuencia de su caza indiscriminada.

El dugón se distribuye actualmente por las zonas costeras de los océanos Índico y Pacífico, desde el Sinaí al sur de Mozambique, la India, Sri Lanka, Indonesia, Filipinas, Nueva Guinea y el norte de Australia, la Polinesia y las islas Ryukyu del Japón.

Se alimenta exclusivamente de algas que consume durante la noche. Nada muy lentamente y puede permanecer en el fondo hasta 15 minutos sin tomar aire.

No suele sumergirse a una profundidad superior a los diez metros y no le gustan las aguas frías, por debajo de los 20ºC, ni el agua dulce de los ríos.

Antiguamente, al dugón se le llamó científicamente de diversas maneras. Una de ellas fue Halicore tabernaculi, nombre que hoy se considera sinonimia de Dugong dugon, pero que en su día hacía alusión al uso que supuestamente le habrían dado los israelitas de los tiempos bíblicos para cubrir el Tabernáculo mediante su piel.

Las pieles del tabernáculo

El dugón o dugongo es la única especie que queda de la familia Dugongidae. Puede alcanzar los tres metros de longitud y pesar 200 kg. Habita en el mar Rojo y en los océanos Indico y Pacífico. Algunos autores creen que su piel fue usada por los hebreos para cubrir el Tabernáculo. / Wikipedia.
 

Los dugones son animales vegetarianos que pueden vivir de 50 a 70 años y en aquella época eran abundantes en el golfo de Aqaba.

Las hembras amamantan a sus crías durante un año y medio, colocándolas de manera que recuerda al trato de las madres humanas. Es decir, sujetándolas mientras maman de los pezones que tienen las madres entre las aletas pectorales y sacándoles la cabeza fuera del agua para que puedan respirar.

De ahí que se considere a estos animales como los que pudieron dar lugar a las leyendas y mitos de sirenas. De hecho, la palabra duyong, en malayo significa sirena.

La carne y la grasa de estos mamíferos acuáticos fueron siempre muy apreciadas en los mercados de las costas del Índico y ésta ha sido la causa de que hayan desaparecido en muchas zonas.

A esto habría que añadir los accidentes que sufren por las hélices de las embarcaciones o el acoso de orcas y tiburones.

La techumbre del Tabernáculo del pueblo de Dios en el desierto de Sinaí, a la que se refieren los libros de Éxodo y Números, estaba constituida, entre otras cosas, por cuatro cubiertas: la más bella y colorida era de tela, estaba bordada con figuras de querubines y formada por diez piezas, cada una de las cuales medía 28 por 4 codos; la segunda cubierta era de pelo de cabras y recubría a la primera.

La componían once piezas de 30 por 4 codos cada una. Mientras que la tercera cubierta era de pieles de carneros teñidas de rojo y, por último, estaba la cuarta que podría haber sido confeccionada con pieles de tejón, dugón, delfín o algún otro animal desconocido, según las distintas traducciones.

La naturaleza de la cuarta cubierta del Tabernáculo plantea la siguiente cuestión: ¿pudo estar hecha de las pieles de animales considerados impuros? Es evidente que no y esto descartaría a los tejones que, aunque no se mencionen en las listas del Levítico, habría que colocarlos por sus hábitos alimenticios junto a los erizos, que sí aparecen como animales impuros.

¿Qué decir del dugón? Hoy sabemos que se trata de un mamífero acuático herbívoro ya que sólo se alimenta de algas y plantas marinas. Desde tal condición, se podría considerar puro.

Sin embargo, si se le califica como animal acuático que carece de escamas, también habría que descartarlo, así como a los delfines, focas, etc.

Por tanto, la cuestión de la procedencia de las pieles de la cuarta cubierta del Tabernáculo permanece abierta. A pesar de todo, a mí me parece que el dugón reúne mayores condiciones que el tejón.

El Tabernáculo fue el primer edificio sagrado del pueblo de Israel, el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo. En aquella época no había ateos. Cada persona tenía sus divinidades benévolas o malévolas y sus propios cultos.

Pero Yahvé escogió a un pueblo esclavo para liberarlo completamente. Lo arrancó de la superstición y los becerros de oro para convertirlo en representante del único Dios verdadero.

Miles de años después, Jesucristo consumaría definitivamente esta liberación de la humanidad muriendo en una cruz. Él es hoy el verdadero Tabernáculo en medio del desierto.

 

1.  Tristram, H. B. 1883, The Natural History of the Bible, London, p. 44.

2.  Omedes, A., Senar, J. C, & Uribe, F., 1997, Animales de nuestras ciudades. Guía ilustrada de la fauna urbana de la península Ibérica y Baleares, Planeta, Barcelona, p. 316. 

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