La perdiz que cubre lo que no puso

La palabra que se usa para perdíz significa literalmente “el que llama”, aludiendo a su canto, y se menciona sólo dos veces en la Biblia (1 S. 26:20 y Jer. 17:11).

24 DE JUNIO DE 2021 · 18:05

La perdiz desértica es una gran corredora ya que prefiere la carrera al vuelo. Tomé esta imagen en En-Guedi (Israel), el animal huyó tan rápidamente, que no me dio tiempo a enfocar bien. / Antonio Cruz..,
La perdiz desértica es una gran corredora ya que prefiere la carrera al vuelo. Tomé esta imagen en En-Guedi (Israel), el animal huyó tan rápidamente, que no me dio tiempo a enfocar bien. / Antonio Cruz..

Como la perdiz que cubre lo que no puso,

es el que injustamente amontona riquezas:

en la mitad de sus días las dejará,

y en su final será un insensato. (Jer. 17:11)

 

La palabra hebrea qoré, קֹרֵא, que significa literalmente “el que llama” se refiere a las perdices, aludiendo a su canto formado por chasquidos variables que se van haciendo rítmicamente más agudos.

Este término, que se menciona sólo dos veces en la Biblia (1 S. 26:20 y Jer. 17:11), se tradujo al griego de la Septuaginta por nyktokórax, νυκτοκόραξ y pérdix, πέρδιξ y, posteriormente, al latín de la Vulgata por perdix.

El primer versículo se refiere a la costumbre de estas aves galliformes de huir corriendo por el suelo, esquivando las rocas y obstáculos del terreno, con el fin de ponerse a salvo de sus perseguidores.

De ahí que David se comparara con una perdiz que huye por el desierto, diciéndole a Saúl, el ungido del Señor: No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes (1 S. 26:20).

Y la misma idea se puede leer también en el libro de Lamentaciones: Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué (Lm. 3:52). Lo cual indica que las perdices junto a otras aves eran muy perseguidas y cazadas por los israelitas de la antigüedad.

El segundo versículo del profeta Jeremías que encabeza esta entrada ha sido muy debatido por los especialistas ya que al comparar al hombre que acumula muchas riquezas injustamente con la perdiz que “cubre lo que no puso” o incuba los huevos robados que ella no ha puesto, sugiere que tal práctica sea algo habitual en estas aves, lo que no parece ser el caso según ciertos ornitólogos.

No obstante, las condiciones ambientales propias de la época veterotestamentaria propiciaban la existencia de enormes bandadas de perdices en las montañas de Judea, a orillas del mar Muerto y en el desierto del Neguev.

Estas aves anidaban, tal como siguen haciendo hoy, en el suelo y, si las poblaciones estaban formadas por numerosos individuos, los nidos podían estar muy próximos entre sí, como ocurre con las gaviotas.

Al poner cada hembra de perdiz de 7 a 20 huevos, es fácil que éstos eventualmente pudieran juntarse demasiado y mezclarse entre sí, lo que provocaba peleas entre los progenitores.

De hecho, en la entrada sobre la perdiz de la Enciclopedia Judaica se dice: “A veces dos hembras ponen huevos en el mismo nido, en cuyo caso una gana la delantera y ahuyenta a la otra; sin embargo, su pequeño cuerpo es incapaz de mantener caliente una cantidad tan grande de huevos, por lo que eventualmente los embriones mueren. Fue a esto a lo que se refirió el proverbio al hablar de alguien que le roba a otro sus posesiones sin obtener ningún beneficio en última instancia.”[1]

La perdiz que cubre lo que no puso

Las perdices pertenecientes al género Alectoris presentan el pico y el borde los ojos de un rojo intenso, así como las plumas de vivos colores contrastados. Alectoris chukar es la representante del género en Israel. / Antonio Cruz.
 

Con el tiempo, fueron disminuyendo notablemente las poblaciones de perdices en Tierra Santa y por todo el mundo, como consecuencia sobre todo de la caza, a la vez que aumentó la distancia entre los nidos, por lo que tal comportamiento se tornó extraño y desconocido entre los modernos ornitólogos.

Más del 90% de la alimentación de la gran mayoría de las especies de perdiz está constituida por brotes tiernos, hojas, semillas, raíces, etc. Mientras que el resto lo completan pequeños insectos, como hormigas, pulgas, mosquitos, etc.

De ahí la respuesta de David que se siente como una pulga al ser perseguido por Saúl, ya que tan minúsculo insecto era cazado también por las perdices del desierto (1 S. 26:20).

En Israel hay dos especies: la perdiz chucar (Alectoris chukar) y la perdiz desértica (Ammoperdix heyi). Esta última es la que pudieron ver David y Saúl en el oasis de En-Guedi junto al mar Muerto.

Todavía hoy es fácil descubrirla entre los pedregales polvorientos que rodean dicha región de Israel. Alcanza unos 25 cm de longitud y en su plumaje predominan los tonos marrones claros, por lo que resulta difícil distinguirla entre las rocas del desierto.

Es un animal sedentario que habita en terrenos abruptos y áridos, alimentándose sobre todo de semillas e insectos. Ave perezosa para volar ya que, cuando se la molesta o persigue, prefiere correr que levantar el vuelo.

Si no tiene más remedio, puede volar cortas distancias para descender cuando ha pasado el peligro o ha conseguido distanciarse lo suficiente.

En cambio, la perdiz chucar es grande, con bandas bien marcadas en los flancos y una evidente línea negra ocular. Habita en Oriente Medio, aunque se conocen unas 14 subespecies que pueblan diversas regiones comprendidas entre Turquía y el este asiático.

Estas dos especies son consideradas en la Biblia como aves puras, comestibles (kosher) y, por tanto, históricamente han sido cazadas por su deliciosa carne.

Carlos Spurgeon, reflexionando acerca de la fe de David, según se desprende del salmo 13, escribió estas bellas palabras:

“La fe es algo que se debe ejercitar, y en consecuencia, es fácil de descubrir; mientras el corazón se mantiene activo jamás duda acerca de la realidad de la fe; cuando la liebre o la perdiz se mantienen quietas, no logramos verlas, pero en cuanto echan a correr las detectamos enseguida. Todo el poder de sus enemigos no había conseguido sacar al salmista de su fortaleza. Así como el marinero del barco hundido se agarra con todas sus fuerzas al mástil que sobresale, así se agarró David a su fe; ni podía ni quería abandonar su confianza en el Señor su Dios. ¡Saquemos provecho de su ejemplo y aferrémonos a nuestra fe con tanto ahínco como nos aferramos a nuestra vida!”[2]
 

[1] Feliks, J., 2007, Encyclopaedia judaica, Second Edition, Volume 15, Keter Publishing House Ltd., p. 673.

[2] Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 236.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - La perdiz que cubre lo que no puso